Una canción a piano. [Bills x Tn vs Wiss x Tn]

Capítulo 32.

Tu nombre.

El reloj de la entrada de Corporación Cápsula me indicaba que era hora de irme a mi "cita" con Zamasu, el Kaio-shin del décimo universo.

Estaba apunto de marcharme cuando me percaté de una cosa, y es que ¿cómo se supone que voy a teletransportarme interuniversalmente?

Bufé con fastidio mientras ponía una mano en mi frente y caminaba de un lugar a otro en el salón, ¿qué se supone que debo hacer ahora?

Tras pensarlo varios minutos por fin encontré la solución, iría con Shin y le pediría que me llevara donde Zamasu, seguro que él puede hacerlo aunque tal vez esté ocupado, ser dios de la creación no es precisamente el trabajo más fácil del mundo...

Pero mirando desde otro punto de vista molestarle de vez en cuando es divertido, coloqué dos dedos en la frente preparada para teletransportarme y una mano agarró con algo de fuerza mi antebrazo deteniéndome.

–Kakarotto me pidió que te dijera que necesita hablar contigo –habló un tanto molesto Vegeta soltándome.

–¿Por qué no me lo dijiste antes? –pregunté mirándolo, ahora no tenía tiempo.

–¿Tengo yo pinta de chico de los recados? –escupió con rabia cruzándose de brazos también y apartando la mirada.

–¿Se puede saber que te pasa conmigo? –pregunté ya molesta por su actitud.

–¿¡Y puedo saber yo por qué no me contaste lo de la cita!? –contraatacó con otra pregunta casi gritando.

Nada más escucharle no me pude contener y reí, reí a carcajadas fuertemente, llamando su atención y llenando su cara con sorpresa y molestia, no pude aguantarme y simplemente exploté.

–Acaso... ¿Estás celoso? –pregunté divertida.

–C... Cállate... –respondió levemente sonrojado intentando ocultar su rostro pero pude verlo. –Yo solo vine a darte el mensaje, adiós.

Y sin dejarme abrir la boca de nuevo desapareció, dejándome sola de nuevo, suspiré, nunca va a cambiar aunque en el fondo admito que siempre me gustó esa parte de él.

Miré el reloj del salón y me di cuenta de que aún tenía cinco minutos para ir a ver que quería Kakarotto por lo que tras percibir su ki me teletransporté a su casa inmediatamente.

Me lo encontré en la cama con su hijo pequeño en brazos jugueteando en una muy tierna imagen, sabía que el idiota de Kakarotto era dulce y bueno pero jamás me lo imaginé de esa forma.