Una canción a piano. [Bills x Tn vs Wiss x Tn]

Capítulo 31.

Tu nombre.

Han pasado dos días desde que Shin y yo acudimos a aquella convención entre los Kaio-shins de los doce universos que, a decir verdad, fue mucho más entretenido de lo que jamás pude haber imaginado.

Desde entonces he estado todo el tiempo entrenando con Vegeta y Kakarotto sin descanso y no he vuelto a ver ni saber nada de Piccolo, aquel namekiano que convertí en mi pequeño baúl de los secretos.

Cada vez me queda menos tiempo en este lugar y, ciertamente, eso me pone triste pues estoy muy cómoda en la compañía de otras personas con las cuales comparto mi raza y, aunque sean más débiles que yo, son buenos compañeros de entrenamiento.

Pero por otro lado me pregunto cómo estarán Wiss y el señor Bills, por alguna razón extraño la compañía de ambos a pesar de no llevar ni dos meses viviendo junto a ellos.

Wiss es tan amable y dulce conmigo que me encariñé rápidamente de él, todo lo contrario que el señor Bills, que es más frío y egocéntrico, pero eso fue lo que más me llamó la atención de él.

Al pensar en ellos los recuerdos de como los labios de ambos chocaban contra los míos en besos salvajes o besos más dulces se hacían presentes tornando mis mejillas con un leve color rojizo.

Aún no logró comprender mis sentimientos hacia ellos, es extraño pero me siento atraída por ambos pero sé que estar con ambos no es posible.

En un descuido un puñetazo por parte de Vegeta impactó en la boca de mi estómago mandándome a volar a varios metros de distancia, tal vez debería dejar de pensar en esas cosas mientras estoy entrenando.

Puse una mano en la parte del vientre que había recibido el ataque, ardía por dentro, no debí haber bajado la guardia y menos teniendo a Vegeta como contrincante.

Levanté la mirada hacia él sintiendo aún algo de dolor para topármelo con una fría miradas que indicaba superioridad, sonreí de lado egocéntrica.

Me levanté en un rápido movimiento y apareciendo tras él le propiné un fuerte golpe en el rostro que lo hizo chocar contra el suelo directamente, así aprenderá a no interrumpir mis pensamientos.

Una vez en el suelo el príncipe se sentó y limpió la sangre que salía de su nariz y una herida que provoqué en su mejilla por el golpe mientras me miraba molesto, creo que me pasé.

Miró de mala manera a Kakarotto, quien se reía por la forma en la que su cara había recibido el impacto, mientras se ponía de pie dispuesto a atacarle aún limpiando su rostro con su guante.