Capítulo 1.

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Wiss.

–Qué problema... –murmuré dando vueltas por la habitación intentando encontrar una solución a aquello que tanto me atormentaba.

Goku y Vegeta nuevamente quieren ser entrenados por mí, sin embargo, el señor Bills me explicó que cuando ellos entrenaban había demasiado alboroto y eso perturbaba gravemente su sueño por lo que me pidió que lo hicieramos en silencio.

Desde entonces no he tenido más remedio que enviarlos a una sala especial en el interior de mi cetro ya que suelen ser muy escandalosos pero esta vez no podrá ser, ya que mi bastón mágico ha sido dañado en un descuido por el señor Bills, por ende no funciona del todo bien...

Cogí aire por la nariz y lo expulsé por la boca en un largo suspiro, ellos ya estaban esperándome para comenzar el entrenamiento y sería de muy mal gusto no presentarme, no tendré más remedio que ir y explicarles la situación aunque no estoy seguro de si el báculo aguantará el viaje sin despedazarse más...

Debería ir con el señor Daishinkan para que lo arregle, si no me quedaré sin él por completo y obtener uno nuevo tomará mucho más tiempo, aunque para viajar a donde él se encuentra se necesita mucha ayuda de la mágia y el viaje de tres días es largo...

Me senté en un sillón con pesadez pensando acerca de las diversas opciones que podía tomar, debía ser rápido y no tener demora pues como antes mencioné Vegeta y Goku estaban esperándome. De repente algo pasó por mi mente y no pude evitar mostrar una pequeña sonrisa, ¿cómo pude estar tan ciego?

–Bien –dije en voz alta a pesar de que nadie me estuviese escuchando, ya que el señor Bills estaba durmiendo como de costumbre y el pez oráculo se encontraba perdido en alguna parte del planeta.

Sin más dilación me puse de pie y caminé hacia el exterior del castillo de mi señor, golpeé el suelo dos veces con mi báculo mágico y, alzándome en el aire, tomé rumbo a mí destino.

Iría a ver a los Kaio-shins, si mal no recuerdo uno de ellos tiene una técnica de teletransportación instantánea llamada "Kai-kai", con ella podré ir al palacio de el señor Zeno para que el señor Daishinkan reparase mi sagrado cetro y así arreglar mis problemas.

Me sentí aliviado pero a la vez algo preocupado pues no sabía si aguantaría el viaje hacia el planeta de los Kaio-shins, los minutos pasaban y todo parecía ir bien, eso me tranquilizó bastante aunque de pronto noté que mi bastón estaba parpadeando como si acabara de recibir un mensaje, lo cual me extrañó ya que, como mencioné anteriormente, estaba estropeado.

Me detuve en medio del espacio y observé en silencio. Una luz resplandeciente salió de su interior, no se veía nada, tan solo se escuchaba una hermosa canción a piano que cautivó mis oídos desde el primer segundo, era una muy bella melodía que nunca antes había oído, conocía el sonido de los pianos pero esa dulce y armoniosa serenata era algo sin igual.

De golpe la luz cesó y mi cetro enloqueció completamente comenzando a marcar un montón de coordenadas de todo el séptimo universo hasta que paró en una en particular, dejándome ver un hermoso planeta verde y azul muy parecido a la Tierra.

–Vaya vaya, pero qué tenemos aquí planeta... ¿Dahíru? Es la primera vez que oigo hablar de ese lugar –dije atónito en un susurro, era de bastante inusualidad que yo fuera desconociente de la existencia de algún planeta ya que en mis largos eones de vida he viajado lo suficiente como para saber cuantos planetas hay y donde están situados, aunque bueno, dicen que el universo es muy grande.

La música volvió a sonar y esta vez más fuerte, no me desagradaba para nada pero he de reconocer que era bastante extraño, si no me equivoco la melodía nacía en aquel lugar así que, aprovechando que no estaba muy lejos de mi posición, tomé rumbo hacía allí.

Tras tan solo dos minutos de viaje encontré aquel planeta, era más hermoso en la realidad que a través de esa agrietada bola de cristal procedente de mi cetro.

–Que lugar tan vibrante... –dije con una sonrisa mientras observaba detenidamente aquel planeta en silencio durante unos segundos y, tras golpear el suelo dos veces de nuevo, entré en la atmósfera llenando por completo así mis pulmones de aire puro.

Mis ojos quedaron deslumbrados ante tal majestuosa belleza, aquel lugar era pura naturaleza, no había ningún ruido que perturbara la paz que se establecía allí, la mayoría del paisaje era verde debído a la enorme vegetación que se extendía desde el horizonte y lo que no era de ese color era de un hermoso tono azul cristalino proveniente de los tranquilos ríos, los profundos mares o las largas cascadas, era como un paraíso, jamás vi algo parecido.

De repende el sonido del agua al caer comenzó a ser acompañado por una canción a piano, esa misma que había oído desde el interior de mi cetro. Intenté concentrarme en escuchar de donde salía aquella maravillosa melodía hasta que en mi busqueda mis ojos se posaron en una pequeña cabaña en el medio del frondoso paraje.

Descendí lentamente y comencé a acercarme con cautela y curiosidad a la pequeña cabaña de madera, la canción sonaba cada vez más intensamente, como sospechaba la música venía del interior de aquella casa.

Asomé cuidadosamente la cabeza por una ventana y pude ver en el interior a una joven sentada en una banqueta negra al frente de un gran piano de cola del mismo color, tocando las teclas con sumo cariño, no se podía apreciar su rostro, sin embargo juraría que en él llevaba una sonrisa por su hermosa forma de tocar.

Di dos toques al suelo con el cetro y aparecí en el interior de la cabaña, aún sabiendo que es de mala educación entrar sin llamar no quería que se detuviera, era realmente hechizante.

Ella se encontraba de espaldas a mí, tan sumida en sus pensamientos que no se percató de mi presencia, siguió tocando con suma dedicación hasta que un trozo de madera crujió al apoyar mi peso completamente en el suelo.

La muchacha se giró de forma brusca y me miró un tanto desconcertada, en el fondo era comprensible ya que yo era un extraño en su pequeño hogar.

A decir verdad era bastante atractiva, a pesar del ceño fruncido que se encontraba en su bello rostro, no podía dejar de observarla detenidamente, algo en ella me resultaba hermoso.

–¿Quién eres tú y qué haces en mi casa? –habló un tanto arisca aún sentada en su pequeña banqueta azabache.

–Mi nombre es Wiss, y lamento haber entrado sin llamar pero no pude evitar quedarme hipnotizado con esa hermosa melodía, ¿cómo se llama? –respondí mostrando una pequeña sonrisa intentando ser agradable con la desconocida joven.

Sin más se volvió a girar en su asiento y, tomando unos papeles que supuse eran partituras, comenzó a pasarlas de una en una en extremo silencio hasta que escogió una de entre todas ellas.

–Nocturne Op.9 No.2 de Chopin –respondió aún dándome la espalda y un tanto fría leyendo el título de aquella composición creada por los dioses.

–¿Podría volver a tocarla si no es molestia, por favor?

Una canción a piano. [Bills x Tn vs Wiss x Tn]Where stories live. Discover now