Una canción a piano. [Bills x Tn vs Wiss x Tn]

Capítulo 2.

Wiss.

Todo se quedó en silencio por un momento, era un silencio sepulcral bastante incómodo, tan solo se podía oír el canto de alguna aves y el sonido del agua al caer en una cascada cercana a la cabaña.

Por unos instantes me arrepentí de haber entrado de manera tan abrupta en la casa de otra persona, agaché la cabeza un tanto avergonzado por mis actos, sin embargo algo me sacó rápidamente de mis pensamientos y es que aquella dulce sinfonía estaba sonando de nuevo.

Rápidamente alcé mi cabeza y observé a aquella joven frente al piano tocando la melodía que le había pedido hacía no más de unos segundos, se escuchaba realmente hermosa, de nuevo no pude evitar mostrar una sonrisa, esa misma que se poso en mis labios cuando llegué a este planeta, era extraño pero me sentía tranquilo.

Como buen espectador observaba a la muchacha tocar con gran maestría aquel enorme piano de cola negro, se notaba que ella disfrutaba aquello tantísimo como yo lo hacía, ya que en sus labios reposaba una dulce sonrisa que aunque estuviera de espaldas a mí podía percibirse con gran facilidad.

Al cabo de unos minutos la pieza finalizó, me sentía alegre al haber podido disfrutar la melodía nuevamente aunque un poco triste a la vez pues esta había terminado.

La muchacha se dió la vuelva nuevamente para observarme, como hizo cuando se percató de que me encontraba en su hogar, era un poco incómodo ya que su fría mirada parecía penetrar mi alma, intenté hablar en varias ocasiones pero no encontraba las palabras adecuadas.

–Es realmente hermosa, muchas gracias por tocarla de nuevo –me límite a decir con una sonrisa.

–No hay problema, ¿quieres algo para beber o para comer? –respondió con una sonrisa levantándose de su asiento, al parecer ya había entrado en confianza, se la veía más sonriente y agradable.

Al levantarse pude observarla mejor, me percaté de que llevaba una camisa morada de tiras que a la vez era de manga larga dejando ver sus hombros, encima de ella una armadura muy parecida a la de la raza de los saiyajin junto a una falda azul turquesa sujetada por un broche del mismo color que la camisa.

–Agua si fuera tan amable –respondí en un tono dulce mientras me sentaba en un pequeño sofá negro que se encontraba en aquella estancia dejando mi estropeado cetro al lado de este.

Tras unos tres minutos la muchacha volvió con una bandeja metálica en la que habían dos vasos, uno rojo y otro verde, y un pequeño plato con lo que parecían panes, colocó con cuidado las cosas en la pequeña mesa que se encontraba delante de mí, cerca del sofá, poniendo frente a mí el vaso de color verde que en su interior poseía el preciado y transparente líquido.