Capítulo 28

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Anthony estaba que volaba. ¡Dios la quería ya! Y ella ni la hora, seguía hablando con las chicas, presumiendo la fuerza de Adrián y sus guardias. ¡Malditos todos ellos! Sabía muy bien porque lo estaba haciendo, pero no le importaba nada.

Solo había querido llegar a su casa y tomarla. Pero en vez de eso se encontró con demasiada gente que le impedía hacer lo que quería. Flor estaba enojada porque no la había estado abrazando desnudo cuando despertó. Quería que la tomara de nuevo. No le importaba estar rozada. Solo lo quería, amaba que estuviera dentro de ella que la tomara salvajemente. Siempre le decía que su mejor experiencia había sido en la escalera o cuando le dio su primer premio. Y lo sabía ahora.

Pero la había visto tan rozada y recordaba bien lo que había hecho en esa camioneta. Estaba celoso. Y quería que sus guardias supieran bien de quien era y quien le hacia el amor cuando quisiera y en donde quisiera. ¡Dios su peor defecto eran sus celos y posesividad! ¡Y esos dos hacían lo que querían con ella y ella los dejaba! Se lo decía siempre, nunca se lo ocultaba, los amaba. Como hermanos. No los veía como sus guardias.

La había encontrado llorando una tarde, le había dicho que debía despedir a Juan. Que tenía que dejarlo ir. Que veía como sufría cuando ellos dos se besaban o simplemente estaban juntos. Y Juan muchas veces los había visto en otras circunstancias más embarazosas todavía. Y siempre la cuidaba con todo el amor del mundo. Pero dejarlo ir era muy doloroso. No verlo más era peor que dejar de ver a Malu. Aunque lo quería estaba acostumbrada a que no esté con ella, a no verlo, pero Juan era distinto. Amanecía y se iba a dormir viéndolo también. Ambos guardias estaban más con ella que el mismo Anthony. No había sabido que hacer cuando la vió así. ¿Cómo se podía poner celoso si se lo explicaba tan bien?

Pero lo hacía y por eso la había tomado en su camioneta. Por eso estaba tan apenado. Pero como siempre su florecita no reaccionaba como otras mujeres. No le había importado nada, a menudo le decía que se perdía cuando la tocaba, que solo sentía sus besos, su tacto y olvidaba donde estaba. Tenía la misma fiebre que él. Debió saber que no le molestaría eso.

La amaba con locura y hasta aceptaba a sus enamorados, simplemente para no verla triste pero también porque sabía que no los veía de esa forma.

Y había querido tenerla pero cuando llego no pudo y tuvo que esperar hasta la maldita noche para reclamarla. ¿Y qué hacia ella? Entraba al baño, cerraba la puerta con llave y se bañaba sola. ¡Maldita su suerte! ¡Seguía enojada!

Cuando salió del baño, estaba envuelta en una toalla, fue hasta su closet, saco un camisón y busco su crema. Solo quito su toalla y empezó a ponerse la crema. Anthony estaba sentado totalmente vestido en su cama y solo miraba el cuerpo de su mujer. Se lo mostraba todo y cuando se agacho pudo ver su rajita también. Si seguía tentándolo se volvería loco. Hacían el amor de seguido, varias veces en el día pero hoy no la había tenido ni una sola vez. Estaba en su límite. Y lo estaba tentando demasiado.

–Sigue así Flor y veras lo que pasara.

Lo miró enojada.

–No pasara nada Anthony. Oficialmente estas castigado. No me tocaras en toda la noche y mañana veré como me despierto de ánimo porque si me tocas solo una vez, tu castigo seguirá. Así que ve viendo que harás con tus manos grandote.

Se levantó enojado. –¡Eres mala conmigo! ¿Por qué me haces esto? ¿Sabes que me muero por tenerte? ¿Por eso evitaste estar sola en todo momento? ¿Sabías que estaba a la pesca de agarrarte y tenerte en cualquier lado?

Puso sus ojos en blanco. –¡Como si no te conociera! ¡Eres un celoso y posesivo! Me viste bailando, jugando con Adrián y los chicos, sabía cómo estarías. ¡Te mereces todos esos malos momentos y más! Por desagradecido. ¿Ves este cuerpo, ves lo que solo es tuyo? Nunca nadie lo ha tocado, solo tú. Y ahora ni siquiera tú. Así que ve viendo que harás en toda la noche porque quería tanto que me tomaras está mañana y tú ni la hora. Así que ahora es tu turno. Me dejaste caliente haré lo mismo contigo.

El sueño de una RomeistaWhere stories live. Discover now