Capítulo 12

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–Tienes que hablar con ella... No le has dicho nada ¿No? –dijo Maricel.

–Iba a hacerlo mañana... desde Chile.

–¿Vas a huir? ¿Cuántos años tienes?

–Si eres una pesada. ¡Ella es dos veces tú! Ni loca me dejara hacer esto, por eso no le hable, después de todo estoy con Anthony desde hace tres días. ¿Con tres días y me voy a vivir con él y en otro país? ¿Qué crees que dirá?

–También tengo mis dudas pero veo cómo te mira, es muy parecido a como lo hace Adrián y realmente quiero confiar en él. De todas maneras es nuestro ídolo ¿no?

–Si tienes dudas... ¿Qué crees que pasara con ella?

–Debes hablarle, antes de irte.

–¿Con quién tienes que hablar? –dijo Anthony desde la puerta muy intrigado de ver que su florecita no quería saber nada de llamarla a ella. Si fuera un él ahí sí estaría realmente cabreado.

–Con mi mamá, todavía no le conté nada y mucho menos de que me voy del país.

No lo miraba y revisaba sus bolsas, evidentemente no buscando nada solo evitando mirarlo.

–¿Qué pasa Maricel? Dímelo ya que tu hermana no quiere, la verdad me re había olvidado de su madre. Si vive acá podríamos ir a verla.

–No, vive en el interior, no le gusta mucho salir, nos armó mucho escándalo cuando nos mudamos acá, en especial a Florencia.

–No entiendo, tenemos la misma edad y nunca le di una queja –Flor evidentemente estaba dolida con su madre.

–¿Por qué no quieres hablarle? ¿Cuál es el problema?

–Si tuvieras una hija y un cantante muy famoso se la quiere llevar a otro país tan solo luego de conocerlo por tres días... ¿Qué harías? ¿Y más siendo como es Flor?

–¿Tan malo es ser yo? ¿Qué? ¿Tengo algún defecto? Solo ser gorda, patosa y pequeñita pero no creo que sea el gran problema –dijo totalmente apática.

–¡Florencia! No te quiero escuchar hablar así de ti misma, no estas gorda... ¡Estas rica! Si eres un poco patosita pero eso es hasta... ¡Lindo! Y pequeñita ya sabes lo que me gusta, así que cambia esa cara y no quiero escuchar referirte así de ti misma –le dijo un Anthony muy enojado.

Era la primera vez que no le respondió y tampoco lo miró.

–Vete Maricel, déjame hablar un momento con ella por favor.

Maricel se fue del cuarto.

–Habla conmigo. ¿Qué te dije de los secretos o de que omitas algo? ¿No dijimos que nos diríamos todo?

Todavía no lo miraba.

Bajo su voz y le hablo en su oído.

–Voy a castigarte si sigues así, cuando todos se vayan, no entrare en ti, no te besaré ni siquiera te abrazaré en esa cama y tampoco dejaré que me huelas. ¿Entendiste?

Ahora si lo miró.

–¡No te atreverías, sufrirías igual que yo! –le dijo horrorizada.

¡Ah! Su florecita era tan inocente, tan honesta con sus sentimientos, a veces pensaba que usaba mucho su cuerpito, pero estaba tan necesitada de él como él de ella. Realmente lo amaba. Y él a ella.

–Lo haré aunque me duela, ahora habla.

Lo miró como si la hubiera traicionado pero no aflojo nada.

El sueño de una RomeistaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora