Capítulo 16

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Anthony se despertó pero no estaba calentito como siempre, tuvo un mal presentimiento. Flor no estaba con él. ¡Por dios, no otra vez! Gritó furioso.

Juan y Gustavo entraron rápidamente.

-¿Díganme que Flor esta con ustedes?

Juan sacó rápidamente su celular.

-¿Flor esta con ustedes Adrián? ¡Se ha ido! Si acá los esperamos.

-Es mí karma, siempre me enamoro de mujeres que me abandonan... -Anthony estaba sentado sobre la cama agarrándose la cabeza, viéndose totalmente miserable.

-Señor... ­­-dijo Juan creyendo que no la iba a buscar como la otra vez.

-¡Cállate y prepárate para salir a buscarla! ¡Juro por dios que esta vez sí voy a castigarla tanto que no se podrá sentar por un mes! ¡La voy a matar! Eso me pasa por siempre darle todo. ¡Pero me va a conocer ahora!

Gustavo creía que Flor estaba jugando demasiado con su jefe. Ardía con una rabia profunda.

***

Flor despertó en un lugar desconocido, era un loft muy amplio, muy luminoso lleno de cosas que se notaban de muy buen gusto. Walter era el segundo de Adrián así que ganaba muy bien también.

Había dormido en la cama y Walter en el sofá. Como vio que seguía durmiendo se levantó como pudo ya que le dolía todo el cuerpo, levanto su remera y miro su pecho. Estaba horrible le había pellizcado muy fuerte.

-¿Qué demonios te pasó ahí?

Bajo rápidamente su remera.

Se acercó a ella furioso.

-¡Muéstrame!

-¡Antes cuando quería mostrarte todo mí cuerpo no lo quisiste, ahora no tengo ganas de hacerlo!

Se puso muy cerca de ella y era casi tan grande como Adrián. Al recordarlo se le llenaron los ojos de lágrimas.

-No me voy a conmover con tus lágrimas, muéstrame Flor o llamaré a Adrián.

-¡Lo prometiste!

-¡Mentí! ¡Así que muéstrame!

-Eres tan mandón como todos. ¡Maldita mí suerte con ustedes!

Levantó su remera y vio como tenía un pellizco terrible en su hermoso pecho, estaba inflamado y muy negro. También se veía que tenía moretones por todos lados.

-¡Quién demonios te hizo esto!

Bajo su remera. -¡No te importa!

Fue hasta su ropero y sacó una crema.

-Quítate la remera, esto te hará bien. Estas muy golpeada.

Iba a protestar y la cortó en seco. -¡No hagas que me repita Adrián o yo! ¡Elige!

¡Dios era tan inocente! Lo obedecía siempre. Se sentiría tan bien ser su dueño. ¡Ese bachatero de porquería tenía una suerte! Se dio vuelta y se quitó la remera, empezó a poner crema por todo su cuerpo. No solo en su espalda, sino hombros, muslos y brazos. Estaba golpeada por todos lados.

Flor no sabía qué hacía con sus manos pero cuando aplicaba lo hacía la crema estaba caliente, se relajó.

-Déjame ver tu pecho...

-Puedo ponerme yo...

-No protestes.

Saco su mano y él la aplico, cuando la aplico se quejó de dolor.

El sueño de una RomeistaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant