Capítulo 18

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Flor se despertó muy temprano. Era la primera vez en días que se levantaba con solo un leve dolor. Seguramente gracias a las pastillas que tomaba. Estaba súper calentita entre los brazos de su amor, lo miró dormir, era tan hermoso. ¿Algo había hecho en esta vida para que le regalen tan hermoso presente? A veces pensaba si todo era solo un sueño. No le importaba nada lo que le había pasado siempre y cuando despertara y lo primero que viera fuera a él. Era como le había dicho a Anthony, era una pervertida, solo lo miraba y estaba caliente por él, estos días pasados lo que más había extrañado era su pasión, su amor. No quería lastimarla pero más daño le había hecho que no la tocase, lo necesitaba. Lo había tentado y siempre reaccionaba hacia ella de esa manera. Se había muerto de la vergüenza pero lo había hecho, otro tips de su hermana. ¡Bendito manual!

Maricel pensaba que a veces los hombres eran demasiado sobreprotectores y había que despertarlos y no había mejor forma que mostrarle algo que solo era de ellos. Siempre decía que Adrián reaccionaba como loco con ella y resulto igual con Anthony. Estaba feliz, había hecho el amor con su morenito y había dormido entre sus brazos. Quería despertarlo, pero tenía un día muy pesado por delante. ¡Lo acosaría cuando volviera!

Se movió muy despacio para no despertarlo. Se dio cuenta que estaba desnuda y vio la remera de Anthony, como buena acosadora la agarró y la olió. ¡Cómo le gustaba su olor! Se la puso sin pensarlo. Quería sentirlo a su alrededor y se dirigió hacia lo que le había llamado la atención desde que se levantó. ¡Su balcón! La habitación tenía un hermoso balcón, se acercó al vidrio de la puerta y solo miró como nevaba. La nieve en si no llamaba mucho su atención, pero si esa lluvia blanca. ¡Era tan hermosa! Nunca había visto algo así y más con la vista de esa ciudad. ¡Era imponente! Ahí se quedó observando la nieve.

Anthony sintió que su Florecita se movió. Vió cómo se levantaba. Vió su desnudez. Se excitó y entonces vió cómo se agachaba y levantaba su remera... ¡Y la olía! ¡Lo puso a mil que siempre buscara su olor! Sentir que lo olía... ¡Se sentía tan bien!

Vió que se ponía su remera y algo en su pecho se conmovió, verla con su ropa, le calentaba el corazón y su cuerpo, no podía ser más posesivo. Y con ella cada vez era peor no a menos. Por supuesto su gordita se acercó a la puerta del balcón y apoyo su frente en el vidrio, simplemente maravillada por ver caer la nieve. Nunca se cansaría de verla.

Miró la hora, era las 8 de la mañana, debía levantarse a bañar y desayunar ya que lo vendrían a buscar a las 9.30. Estaba triste porque la dejaría muchas horas otra vez. No era la primera vez que renegaba de su trabajo y eso nunca pero nunca le había pasado.

Se levantó desnudo y fue a buscar a su florecita. La apretó contra el vidrio, enseñándole su erección.

-¡Creo que alguien está contento de verme! ¡Buenos días mi amor! -dijo frotando su trasero por él. La muy provocativa.

-Siempre estoy así por ti. ¿Estás bien mi cielo? ¿Te duele mucho? -iba dejando besitos por su cuello, orejas, acaricio su pecho sano. Bajando por su estómago buscando su rajita tratando de tocarla.

-No me duele casi nada... Anthony... debes trabajar hoy, debes descansar... -grito cuando el encontró su botoncito, siempre tan sensible a él. Trataba de sacar su mano pero de nada valía contra su fuerza.

-Deja de mirar esa nieve y mírame a mí... -siempre tan celoso.

La dió vuelta, la levantó y se la llevó para la cama, la recostó, le saco su remera y le abrió sus muslos, siguió con su boca lo que había comenzado con sus dedos. Gemía de placer, diciendo su nombre pidiéndole que la tome, volviéndose loca, cuando estuvo a punto de terminar se apodero de ella, siempre rudo, nunca moderado, para que si a ella no le gustaba suave. La tomo como quería, profundo, salvaje.

El sueño de una RomeistaWhere stories live. Discover now