Capítulo 23

260 7 3
                                    

–¡Uf! Ni me hagas acordar creo que vi Riddick como 30 veces. ¡Es casi tan malo como crepúsculo! ¡Le encanta! Dice que es su héroe. ¡Uf! es una pesada. Lo bueno es que es más varonil de verla. ¡O verla enamorada por este! –Adrián se veía molesto.

–Eso fue innecesario Adrián –Anthony volaba de los celos.

–Si le encantan esas películas. Le gusta todo lo que sea ciencia ficción pero tú, bueno te aaaama. ¡Era lo único que sacaba la atención de este!

–¿Tú también Maricel? ¡Se pasan! –Ahora si reventaba, ni siquiera Maricel lo ayudaba.

–Le gustan mucho tus películas, es la verdad, se mira todo y quedo muy triste por lo de Paul. Lo siento mucho, sé que lamentas su perdida. Dijo que ya no sería lo mismo sin él porqué los dos eran la base de la peli –Maricel se veía apenada.

–Fue mi amigo. ¿Qué más hay que decir? En estos momentos es cuando más lo extraño. Seguramente le hubiera gustado mucho tu florecita. A menudo venia de vacaciones conmigo. Pero hay que seguir adelante.

Flor se despertó y se desperezo arriba de Anthony, la toalla de la espalda cayó. Se froto los ojos y luego lo vió. Se abrazó a él y lo olió de nuevo. Empezó a acariciar su pecho y besar su cuello.

–Mi cielo sabes que no estamos solos ¿No?

–Mmm... de que hablas... –se levantó de nuevo y empezó a mirar por todos lados dándose cuenta que estaban Adrián, Maricel, los chicos y Vin mirándola.

–¿Me quede dormida? –se veía súper avergonzada.

–No te preocupes mi florecita, te levantaste muy temprano hoy –Adrián siempre apoyándola.

Le sonrió. Se levantó de Anthony. Empezó a buscar su juego. Tenía sed. –¿No sabes dónde está el jugo?

Juan se levantó y abrió una de las conservadoras y le sirvió un poco.

–Mi cielo... ¿Tienes calor? –Anthony estaba preocupado.

Maricel se levantó y fue y la toco un poco.

–Flor estas un poco caliente. Gustavo pásame otra toalla. Este es el peor horario cuando más calor hace.

Puso sus ojos en blanco. –Son unos pesados pero eso me da una idea, porque no vamos a la cascada, ahí no hay tanto sol y podría refrescarme más.

Maricel sonrió. –Es una muy buena idea además... ¡Que también quiero tirarme un clavado!

–Si vamos Maricel –­ya las dos estaban yéndose para la cascada.

–¡Quieta las dos ahí! Ninguna de las dos ira a tirarse ningún clavado, primero miraré si no hay piedras que las lastimen y solo lo harán si estamos con ustedes. No se meterán en el agua nunca solas, siempre debe haber una persona vigilándolas. ¿Me escucharon? ¡No quiero quejas sobre esto! ¡Estoy esperando que contesten! –Adrián se veía súper enojado, estaba en modo sobreprotector de nuevo.

–¡Eres un abusón! –Flor le sacó la lengua.

–¡Te pasas de controlador! ¡No somos unas inútiles! ¡Además Flor ya se tiró y no pasó nada!

–¡No me hagas acordar que todavía no se me pasa el enojo! Ahora, no crean que no me di cuenta, las conozco desde hace mucho y son unas ladinas para evadir las órdenes que les doy, juren que no harán nada solas en el agua, siempre debe haber alguno de nosotros con ustedes.

Las dos se veían súper molestas.

–Lo juramos. ¿Estas contento ahora? ¡Vamos flor! –siempre las dos juntas. Maricel agarró unas toallas y todos fueron para la cascada.

El sueño de una RomeistaWhere stories live. Discover now