Capítulo 8

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Sentía que le dolía todo el cuerpo, intentaba abrir los ojos pero los sentía tan pesados que no podía, en el fondo oía la voz de Anthony y quería verlo. Cuando los pudo abrir no lo vió sino a su abuelo, le sonrió.

–¿Abuelo, qué haces aquí?

–¿Está desvariando ahora? –pregunto Anthony.

–No, es solo que está un poco desorientada –dijo el hombre mayor palmeándole la mano. –¿Verdad que sabes que no soy tu abuelo?

Entonces se aclaró los ojos y los enfoco mejor, si no era su abuelo. ¿Y entonces quién era?

–¿Quién eres?

–Soy el Dr. Fuentes. Creo que has tenido un golpe de calor. ¡Gracias a dios te mojaron y te bajaron la temperatura porque si no sería mucho peor!

Se quiso levantar pero el doctor no la dejo.

–Tendrás que quedarte en cama por ahora. Mañana podrás levantarte pero nada de calor por unos días, puedes salir pero solo a lugares frescos por lo menos una semana y tomaras mínimo 2 litros de agua diariamente.

–Está bien doctor lo que pasa es que soy asoleada y todo este calor aunque no había sol pues parece que no me sentó bien, pero tomé mucha agua, creí que no me pasaría nada.

–¿Si sabias que eres asoleada porque saliste con este calor? No es tanto el sol lo que te hará mal, sino el calor. Eres demasiado pequeñita y lógicamente que te afectara mucho más rápido.

Se ruborizó mucho y dijo muy despacito. –¡Ni muerta me perdía el concierto!

Anthony gimió de frustración, agarrándose la nariz pensando que como nunca le estaba saliendo una migraña terrible. ¡Si, lo iba a matar, llevarlo pronto a su tumba!

Juan y Gustavo sonrieron también.

Laila la miró desaprobadoramente.

–¡Niña nos has dado un susto terrible! Te has desmayado frente al bruto este (señalando a Anthony) ¡Casi le da algo a él también! –Laila se sentó de golpe en el sillón. –¡Creo que me salieron tres canas nuevas!

Entonces escuchó a su peor pesadilla.

–¿Me estas escuchando? Haré que te rompa toda tu maldita cara si no me dejas entrar a esa habitación, Romeo me dio la autorización, es mi hermanita la que está ahí. ¡So bruto! ¡Adrián mándalo al diablo!

La puerta se abrió de golpe. Maricel miraba con rabia total a Anthony.

–¡Tú! ¡Qué te dije bestia! ¡Te dije que la cuidaras! ¿No te dije que es delicada? ¿Y así quieres que confíe en ti? Te la dejo medio día... ¡Y casi la matas!

¡Maricel! –gritaron Adrián y Flor.

–¡Maricel mis narices! Le dije bien que debía cuidarte –corrió hacia ella. –¿Estás bien? –dijo tocándola por todos lados y comprobando su temperatura. –¡Sabes muy bien que el calor no es tu amigo! Creí que irías al concierto pero con él no con el público o te hubiera impedido irte y... ¡Ohhh! Por eso no me contaste nada porque te lo iba a impedir ¿No?

Maricel se dió vuelta y miró a Anthony. –¿Qué te dije? ¡Solo da problemas!

–Maricel deja de ser mala con Anthony, me cuida mucho, hasta seguridad tenía y Juan me daba mucha agua fresca, lo que me olvide fue llevar la toalla mojada con agua fresca y ponérmela en el cuello. Creo que fue cuando nos mojaron que sentí la diferencia de temperatura pero no dije nada... ¡Porque son muy mandones como tú! ¡Y él! –Dijo señalando a Anthony. –Me hubieran traído a la casa. ¡Ni muerta dejaba el recital! Canto divinamente y estaba tan lindo Maricel! Y subió a una chica y la beso y dejo que lo besara, pequeña suertuda y todas las chicas estaban tan locas por él, fue muy emocionante, juro por dios que las más viejitas estaban peor que las chicas jóvenes, estuvo re lindo y canto todas mis canciones predilectas. ¡Me baile todo! Te extrañe mucho para que bailáramos juntas. Y la gordita que subió... ¿No sabes lo que hizo?

El sueño de una RomeistaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt