Capítulo 11

366 5 0
                                    

Anthony se despertó y no encontró a su gordita entre sus brazos. ¿Qué? ¿Todo había sido un sueño? Miró por todos lados y la vió entre las pilas de bolsas, buscando algo... ¡Desnuda! ¡Lo quería matar, eso era seguro! ¡Estaba tan ensimismada buscando lo que sea que no notó que se la comía con la mirada! Tener una mujer en su cuarto, después de no convivir con ninguna desde ya hace mucho tiempo, era una novedad para él. Creía que podía llegar a molestarlo pero le gustaba, le gustaba ver sus cosas por ahí, su crema, sus pinturas, era tan normal, como si estuviera en casa, eso es lo que significaba tenerla, ya no parecía un cuarto de hotel más, parecía un hogar.

La miró de nuevo cuando hablo despacito.

-¡Siiii! ¡Te encontré! ¡No te me ibas a escapar!

Se levantó y miró su cuerpo desnudo por completo. ¡Se endureció aún más! ¿Cuándo se le iba a pasar esta calentura? Lo veía muy difícil por ahora. Cerró los ojos haciéndose el dormido cuando miró para su lado. Entró al baño y solo unos minutos más tarde... ¡Salió con la biquini más escandalosa que había visto en su vida! ¡Ni muerto le dejaba ponerse eso!

-¡Qué demonios tienes puesto!

Pego un grito. En ese momento... ¡Juan y Gustavo entraron!

-¡Señorita que pasa! -ambos se quedaron congelados mirándola.

-¡Váyanse del cuarto ahora mismo! ¡Qué es esto de entrar siempre sin llamar! ¡Váyanse!

Los dos salieron atropelladamente.

-¡Los sentimos jefe! Creímos que le había pasado algo a la señorita...

-Y tú te quitas eso... ¡inmediatamente! ¡Como ya!

Se ruborizó un montón. Estaba hecha un tomatito.

-Pero vamos con Maricel a la piscina ahora cuando venga. ¿Me queda mal? Maricel dijo que me quedaba bien -dijo dando una vueltita para él.

Sus pechos se estaban por escapar en cualquier momento y la parte de abajo era solo un trocito de tela que no cubría nada. ¡Iba a matar a Maricel! ¡Volvía a ser su grano!

-Si crees por un segundo que permitiré que alguien te vea con eso... ¡Estás loca! ¡Ni muerto! -dijo levantándose de la cama.

La arrinconó contra su closet.

-Eres mi mujer, eres para mis ojos, nada más, nadie puede verte así. ¿Me oyes?

-Pe... pero entonces ¿Nunca podré ir a una piscina otra vez? Además que me queda linda... ¿No crees? -ahora el brillo de sus ojos era como el de siempre, lo deseaba.

-Si te queda hermoso... -la beso suavemente.

Lo miró. -Entonces si me queda lindo... ¿Por qué no me dejas usarlo? ¿Quieres que vaya desnuda?

La mera idea de ella en su casa, en su piscina, desnuda, si, podría hacerse, lo excito más todavía. Le haría muchas cosas en su piscina, donde nadie los vería. ¡Seria solo para sus ojos!

-¿Me estas tentando mi cielo? ¿Desnuda? Si quieres que empiece a matar a todos en ese lugar pues ve así -la levantó arrinconándola contra el closet y la beso apasionadamente.

Como siempre respondida tan apasionadamente, le rodeo el cuello con sus manos y lo apretó contra ella, cortando el beso, pero besando su cuello y su mandíbula, no permitiendo que la bese en la boca, ahora lo provocaba. La tiró en la cama. Gritó de nuevo pero ahora su nombre. Cuando cayó el vió que la parte de arriba ya estaba toda salida mostrando su regordetes pechos y lo miraba necesitada.

Maldijo y se abalanzó hacia ella, nunca la dejaría en necesidad, era su hombre después de todo y Romeo... ¡Siempre cumple!

***

El sueño de una RomeistaWhere stories live. Discover now