XXIV. Hasta que me besó

Start from the beginning
                                    

- No me hagas llamar a mi madre para que te interrogue. Es más, no me hagas llamar a tu madre para que te interrogue.

- Perrie, en serio...

- Te prometo que como me digas que simplemente estás cansada saco un cuchillo del cajón más cercano.

- Oye, a veces me pregunto cómo Zayn es capaz de estar contigo, ¿sabes? Das miedo -no abandoné las connotaciones humorísticas y me dispuse a seguir preparando lo que sería nuestra cena-. Estoy bien así que olvídate de esa obsesión que te ha entrado con cuidarme en todo momento.

- Si es que llevas escrito en la cara “el cabrón de Tomlinson me ha hecho daño”.

Me giré de mal humor. ¿Era necesario que le insultara en todo momento? ¿Qué pasaba si mis esperanzas, ilusiones y casi sueños se hacían realidad y Louis acababa siendo algo así como su primo político? La taladré con la mirada mientras trataba de aplacar la molestia que me había producido.

- Querida prima, ¿cuándo te ibas de gira a recorrer el mundo? -Ironicé con el hecho de que se marchara y me dejara tranquila y me mostró una mueca.

- Ja, ja, qué graciosa.

- Rezo para que ese día llegue pronto -en realidad, la echaría de menos, como siempre que estábamos separadas, pero sí que agradecería un par de semanas alejada de ella y sus sermones-. Eres peor que una madre con su primogénita.

El timbre acalló la respuesta que pensaba darme. Me bloqueé durante un instante, imaginando de quién podía tratarse. Sólo recibía visitas de mi prima, que ya estaba conmigo, y de Louis.

¿Sería él?

¿Era él?

- ¿No vas a abrir? -Preguntó Perrie, viendo mi estado de parálisis.

- Eh... Sí, claro.

Caminé hacia la entrada al piso con indecisión, con miedo y con torpeza, chocando incluso contra el marco de la puerta de la cocina. ¿Sería él? ¿Era él?

Era él. Abrí y lo encontré en una postura despreocupaba pero que denotaba cierto cansancio, con su brazo estirado para apoyarse en la pared. Sus piernas estaban cruzadas en la parte baja la una sobre la otra. Estaba tan guapo como siempre, pero su mirada era más fría que de costumbre.

- ¿No pensabas llamarme? -Reprochó-. ¿Por qué tengo que venir yo hasta aquí incluso cuando soy yo el que está enfadado?

Estaba enfadado, por supuesto. Lo había dejado plantado el día anterior, ¿qué podía esperar? Mi comportamiento tenía consecuencias y su enfado era una de ellas. Probablemente también querría explicaciones, y esa era la parte que más miedo provocaba en mi persona.

Avanzó hasta mí al ver que no decía nada y lo detuve colocando una mano en su pecho y empujándolo hacia atrás.

- Está Perrie -fue todo lo que dije.

- Estuve dos horas y media cocinando una cena para ti que no quisiste compartir conmigo. Estoy muy enfadado -no lo dudé un solo instante-. No me dejaste pedirte perdón como te merecías.

¿Eso era lo que le enfadaba?

- Estás perdonado -dije, deprisa, tratando de bromear y al mismo tiempo queriendo hacerle ver que lo que había hecho había sido más que suficiente para obtener mi perdón.

- Eres tú la que no está perdonada.

Sostuve la conexión con sus ojos todo el tiempo que fui capaz hasta que comprendí que había auténtico enfado en ellos y no pude hacer otra cosa que no fuera agachar la cabeza y cargar con las culpas. Advertí que estaba más cerca de mí cuando aparecieron sus adoradas Vans en mi campo de visión, aún fijado en el suelo, y levanté la cabeza pidiendo perdón con la mirada.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now