035 • FINAL

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[IMPORTANTE LEER]

Nota1: ¡Gracias a muchas de ustedes los plagios fueron eliminados! :D Y aunque no lo crean, estuve dándome cuenta de quiénes fueron unas lectoras fieles, se ganaron mi cora, no vale nada (bueno, depende) xd, pero se lo ganaron, ahq ¡Gracias!

Nota2: Recuerden, que -las semanas- son variadas :v por ejemplo, 4 semanas son 1 mes, xd solo doy la aclaración, porque hay personitas pendejas por aquí, no todas, obvio :v así pendejitas las hamo, no me puteen.

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Sus pasos eran algo lentos, pero firmes. Su mano alrededor del ramo de rosas, sudaba; bueno, ambas lo hacían.

     Su respiración permanecía errática mientras lo observaba a lo lejos.

     Aún no lo podía creer, todo parecía un sueño.

     —Tranquila —dijo en voz baja Henrry a su lado, mientras le brindaba una sonrisa. Lucía asintió y volvió su vista al frente.

    ¡Sus nervios no se iban! Llegó a pensar que en cualquier momento, sus latidos serían audibles para todos los presentes.

     Y entonces, él le sonrió; aún faltaban unos cuantos pasos para llegar, pero su sonrisa se mantenía intacta.

     Ignoró a todos a su alrededor. Sólo lo veía a él, y él sólo la veía a ella.

     —Cuídala —dijo el mayor, mientras le entregaba su mano.

     —Siempre —respondió, sin apartar los ojos...

     de su futura esposa.

[Semanas antes]

      —Oh, Nicolás no vendrá hoy —habló Henry, sin siquiera brindarle una mirada...

    Porque sabía, que si lo hacía, no podría ocultar su sonrisa al saber lo que pasaría.

     Lucía lo miró por unos segundos mientras acariciaba la cabellera de su hijo; éste se mantenía medio dormido.

     —Es su casa. ¿Por qué —carraspeó—... por qué no vendría?

     —También es tuya, Lucía.

     La aludida frunció el ceño.

     —No, no lo es.

     —Todo lo de Nicolás es tuyo. Él es tuyo. Y...

     Definitivamente, Lucía no quería seguir con aquella conversación. Acomodó a su pequeño, cargándolo, y se retiró.

     Henry sonreía ampliamente al notar que estaba solo. Sacó su celular y al encontrar el contacto, escribió:

Sus mejillas siguen tomando un color rojo cuando le hablo de ti, hijo.

     Presionó enviar, y negó con la cabeza al recibir la respuesta poco después:

Esa es una de las muchas cosas que amo de ella, anciano.

     —Si en unos años atrás dijera que me escribirías algo cursi gracias a otra persona, me tomarías por loco, Nicolás.

     Rio por unos segundos y volvió a leer el mensaje.

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora