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[La imagen de multimedia tenganla en cuenta para el próximo capítulo]

—Es todo un chiquillo —Marcus observó el collar en sus manos—, quién lo diría —Negó sonriente con la cabeza y tocó la puerta frente a él.

     —¡Ya va! —Escuchó a Lucía gritar. Rápidamente, le echó un vistazo al gran paquete que traía también con él. Guardó el hermoso collar en uno de los bolsillos y, justo cuando la puerta se abrió, sonrió más grande—. ¿Marcus?

     —Es un placer volverla a ver, Luisa.

     —Lucía —corrigió, cruzándose de brazos.

     —Oh, sí... Lucía —Observó detrás de ella y, saludó al pequeño Ethan que apenas lo vio sonrió. Volvió a verla—. El Señor le ha mandado un pequeño detalle al pequeño Nicolás.

     Y antes de que Lucía dijera algo, Ethan se le había abalanzado.

     —¡Quiero verlo! ¡Muéstramelo, por favor! —Daba saltitos, pero no era lo suficiente para alcanzar el paquete. Pronto hizo un puchero y miró a su madre—. Mami, Marcus es malo —Se cruzó de brazos.

     Lucía observaba con cariño a su pequeño. Marcus aclaró su garganta y ganó su atención.

    —Bueno, me dieron órdenes claras —comentó, levantando sus cejas un par de veces.

     —¿Qué? Ay —Ethan pisoteó el suelo con un poco de fuerza.

     —Habla —Lucía entrecerró sus ojos—. ¿Qué "órdenes"?

     —Bueno... —Metió la mano en su bolsillo—. Debes aceptar algo para que Ethan reciba su maravilloso regalo.

     Los ojos de Ethan brillaron.

     —Sí, sí, sí —Ahora sus saltitos eran de alegría—. Mami, por favooooor —alargó—. ¿Sííí? —La miró, haciéndole ojitos.

     Lucía suspiró.

     —¿Qué es? —preguntó curiosa. Luego frunció el ceño—. ¿Por qué?

     Marcus se heló.

     ¡Demonios! Vamos, Marcus, no seas tonto, piensa en algo.

    Estuvo pensándolo y-

     ¡Lo tengo! Mami, siéntete orgullosa de mí.

     Respira, debe parecer que estás tranquilo y debes intimidar... Eres un hombre pechopeludo.

     Tomó una bocanada de aire para hinchar el pecho.

     —Tienes un hijo con él —La miró con picardía—. ¿No sabes cómo es de terco ese niño?

      Lucía se relamió los labios, y sus mejillas comenzaban a tomar un muy suave color rosa.

     —No...

     —Sólo acéptalo, ¡Nicolás es terquísimo! —Miró para lado y lado—. No le digas que pienso que es terco —Se aclaró la garganta—. Además... pobre de mí si le digo a el jefe que fue rechazado —Fingió un dolor de cabeza.

     Ethan sonreía mientras veía sus expresiones.

     Es de parte de Nicolás, Dios; Lucía trataba de no mostrar lo que en verdad sentía internamente.

     —Yo... Está bien —Asintió. El color rosa de sus mejillas intensificándose.

       Te amaría, pero me matarían, bromeó Marcus en su propia mente.

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora