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¿Él dijo que yo...

Sonreí y pegué un brinquito, el cual hizo que me quejara de dolor.

Suspirando, comencé a cojear.

Nicolás ¿por qué me haces esto?

🔸🔸🔸

Hace una semana que no sé nada de Nicolás, y he de admitir que me preocupa un poco —mucho—.

     Desde que dijo que yo era su chica, he dormido tan... feliz. Aunque claro, la felicidad no me duró mucho cuando recordé que él había pagado por mí; toda sonrisa antes de dormir...

     Se eliminó.

     "Mi chica", algo común por aquí para llamar a tu novia. Pasas y escuchas a las personas con alguien decir: "mi chico", "mi chica". Era algo normal, algo fácil de interpretar. Y Nicolás me llamó así... frente a un montón de personas. Ellos interpretaron, ellos lo hicieron.

      Todos creían que era su novia, pero la realidad era otra.

      Nicolás probablemente se divirtió.

     Quizás es por eso que había dicho eso; porque fui intercambiada por dinero como si fuera un objeto y él sólo es consciente de ello.

      Se burló de mí, ¿cierto?

     Tal vez, sólo esté jugando conmigo.

     Y me duele, porque aunque suene ridículo y no quiera admitirlo...

     Me gusta Nicolás.

🔸🔸🔸

     Lucía, mi amor, qué bueno que te veo —La volteé a ver.

     —¡Lily! —Sonreí, y ella también hizo lo mismo.

     Pero su sonrisa se esfumó tan pronto como apareció.

    —No entiendo por qué algunos te miran... —Se acercó a mi oído—. Es extraño.

    Dejé que las palabras tomaran significado, dejé que se profundizaran en mi cabeza, y fue inevitable que mi voz temblara a continuación:

     —N-no lo hacen —negué con la cabeza, y reí con nerviosismo—. ¿Qué estás diciendo, Lily?

     —Y te observan así desde unos días, lo he notado —Miré para otro lado, sólo para evitar su mirada—. ¿Qué hiciste?

     Tragué saliva.

     —No sé de qué me hablas, Lily. Todo está bien —Sonreí, o bueno... hice una mueca.

     Ella miró mi falsa sonrisa con los ojos entrecerrados. Ella no me estaba creyendo.

     —Estás mintiendo.

     —No, Lil-

     —¡Suficiente!  —exclamó—. Ha pasado una semana, ¡una! —La miré—. Dejé que te tomaras un poco de tu tiempo para que al fin me contaras... ¡nada!

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora