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Alguien preguntó:

¿Lu, cómo es una sonrisa ladina/torcida, etc?

Pues en multimedia les dejo ejemplos :)

☆.。.:*・°☆.。.:*・°☆.。.:*・°☆.。.:*・°☆

Confusión.

     No tenía ni la remota idea del por qué había llevado a su empleada a su departamento.

     ¿Sabía dónde vivía? No. ¿Podía hacer unas llamadas y conseguir su dirección? Sí, pero no lo hizo.

     La recostó en su cama —sí, en su propia cama— y se sintió extraño.

     Como si ya hubiese pasado antes.

     Se apoya en la pared y cruza sus brazos, observándola fijamente. Y repentinamente, siente otra vez el dolor insoportable. Camina hasta la mesa de noche y saca un frasco con pastillas para el dolor, en el proceso, la observa. Sin darse cuenta, comienza a acariciar su mejilla, con tanta delicadeza...

     Lucía se remueve un poco y él observa sus labios; los acaricia suavemente, pero deja de hacerlo cuando ella abre sus ojos.

     Ambos se observan sin decirse una sola palabra.

     Y el tiempo se alarga.

     ¿Qué mierda?

     Se levanta con las pastillas en mano y le da la espalda para retirarse.

     Pero ella...

     —Nicolás —susurró, y él voltea para observarla.

     Frunce su ceño.

     —¿Qué-

     —Te he extrañado mucho...

      No aparta sus ojos de ella, a pesar de estar confundido.

     —Te-te hemos extrañado —dice Lucía tristemente, reincorporándose.

     —Estás aún drogada —Vuelve a darle la espalda, da unos cuantos pasos para salir de la habitación pero se detiene cuando siente que es abrazado por la espalda—. ¿Qué... estás haciendo?

     Él intenta soltarse sin lastimarla, ella lo abraza con más fuerza.

      —Traté de olvidarte, —su voz rota—, pero fue tan inútil.

     Se quedó inmóvil, escuchándola. Su corazón había comenzado a latir rápido, casi dolorosamente.

     —No dejé de amarte, Nicolás.

      Suficiente.

     Se zafó de su agarre para observarla.

      —Estás drogada —dijo con voz fría—. Estás diciendo incoherencias.

     No ni por qué sigo escuchándola.

     Se encaminó hacia la salida de la habitación y cerró con un portazo.

     —No dejé de amarte, Nicolás.

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora