t w e n t y s e v e n

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The other night.

; jungkook

Okey.

¿Acaso debo llorar? ¿Acaso eso es lo que Park Bongsun quiere? No lo entiendo. Este es mi karma.

— Bong, por favor, métete ya al auto.

Su boca se abrió en una "O" de sorpresa. — Jeon JungKook, ¿dónde quedó el respeto, mocoso? Entiendo... de hecho no, que no me digas noona, pero ahora te atreves a llamarme solo por mi nombre. — Jesús, dame paciencia o mejor una pala para que nadie descubra el pecado que cometeré. — ¿a quien le lloras, mocoso?

— Al señor. — El rostro de mi jefa se deformó en confusión y luego alzó la vista al cielo obscuro luciendo emocionada. — Bong, métete al auto, no me hagas recurrir a la violencia.

— Shhh, cállate, el señor nos está escuchando. — Abrí la boca para soltar una maldición, pero ésta fue detenida por el dedo de Bong. — Te dije Shhhh. — Remarcó el sonido mirándome a los ojos molesta. — Hasta con el señor eres irrespetuoso, mocoso.

Frustrado tomé su mano quitándola de mi boca para luego jalarla y cargar su cuerpo en mi hombro como costal de papas. Los golpes en mi espalda se hicieron presentes, eran tan débiles que comencé a reír. — No me dejaste otra opción, Noona.

Llevaba más de una hora tratando de que mi jefa entrara al maldito auto. Eran las dos de la mañana, era sorprendente que la fiesta siguiera, pero no podía permitir que mi noona siguiera tomando como si su vida dependiera de ello. No, no.

— Jeon, te ordeno que me bajes. — Su tono de borracha hacia la situación más divertida. Caminé con Bong en mi espalda moviéndose como gusano en sal, al llegar al lado del copiloto la bajé. — Eres un... un...

Me acerqué a ella a paso rápido, sus pies retrocedieron hasta dar con su camioneta y alzó su cabeza para enfrentarme. Quería reírme por lo adorable que era, pero decidí quedarme serio, ya saben, para hacer más interesante el momento. Guiño, guiño.

— ¿Soy un qué? Vamos Noona, dame tu mejor tiro. — Enterré mi rostro entre su hombro y cabeza, mi nariz recorrió su cuello y solté un suspiro en él, Bong imitó mi suspiro mientras temblaba debajo de mí. ¿De frío? ¿O tal vez por mí? No lo sé.

— E-Eres un... — Subí mi cabeza nuevamente haciendo que nuestras miradas chocaran. Sus ojos estaban entrecerrados y sus pupilas dilatadas a causa del alcohol. Soltó otro suspiro y éste cayó en mis labios, acariciándolos tan suave que parecía una tortura. Bajé mi mano a su cintura apretándola a mí con suavidad, luego bajé más mi cabeza con la clara intención de besarla de una buena vez.

Pero bueno, saben cómo es la vida, una perra total. En realidad no fue culpa de la vida, fue de la mismísima chica aquí conmigo.

Cuando nuestros labios rozaban, su cabeza se echó para atrás, sus dedos tomaron mis mejillas con fuerza y comenzaron a sacudir mi cabeza de un lado al otro. — ¡Eres un bebé conejito! — Sus movimientos salvajes pararon y tomó por completo mi cabeza entre sus manos haciéndonos quedar cara a cara. Se acercó a mí dejando nuevamente nada de distancia y susurró. — Y los bebés conejitos no tienen el derecho de tocar al amor de mi vida.

Sentí mis cachetes hervir como ramen y mi ceño fruncirse con profundidad. ¿En serio ese era su argumento? Frustrado tomé mi cabello y lo desordené com una fuerza impresionante. Demonios. Primero no quería subir al auto, luego me dejó con las ganas de besarla, y ahora no tengo derecho de tocar su auto por ser un "bebé conejito". Jesús, ¿dónde está la pala que te pedí?

yeppeun noona ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora