Capítulo 22: La isla paradisiaca.

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Narrador omnisciente.







Miró de reojo el santuario de las aves y se adentró al único sitio dónde su sensei no podía adentrarse, todo en el ambiente era mucho menos pesado que la última vez que visito el lugar. Parecía que la armonía en el aura del sabio mejoró desde que lo liberó de las ataduras; no le molestaba visitarlo, simplemente no lo hizo antes debido a todos los eventos que transcurrieron en su vida.

Nunca creyó que se enfrentaría a Danzo y mucho menos que Sasuke se marchara al lado de Madara después de que lo vencieran, el objetivo de ambos eran sumamente diferentes y eso le causaba un conflicto interno, aún recordaba la meta que tenían y su principal objetivo, pero todo cambió debido a la información que les llegó sobre la verdadera razón del porqué Itachi masacró a su clan. Todo fue por el bien común de una aldea que Itachi y Shisui amaban tanto que la protegieron sacrificando sus vidas y debido a eso, Kanade tenía que proteger de igual manera lo que alguna vez, para sus seres más amados fue valiosa; mientras que para Sasuke era todo lo contrario, para él, las acciones de los ancianos de Konoha fueron horribles a tal punto que obligaron a su hermano a acabar con su clan, y amenazando vivió siendo un renegado de la aldea, dañó su reputación y debido a ello él cargaba con la culpa de haber matado a alguien que amaba tanto.

Se inclinó en cuanto vio la figura del sabio Yorokobikakiny este, recibió aquel saludo como una muestra de respeto. Sabía perfectamente que Kanade junca se opuso a servirle de igual forma que los demás de sus discipulos, después de todo, esta le estaba agradecida debido a la manera en la que la fortaleció, entregandole el secreto de la naturaleza de su fuerza. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que los visito y debido a ello, quería informarles algunos de sus avances con respecto a lo que ocurrió anteriormente tras su enfrentamiento contra Danzo.

—Supe que derrotaste a Danzo gracias a Kenzo —habló con calma y esta asintió.

—Debido a ello, decidí quedarme en la aldea a pesar de que Sasuke se marchó y con mis compañeros, planeamos traerlo de regreso —anunció siendo lo más sincera que pudo.

—No me molesta que mis subditos ya no trabajen con las serpientes, pero me preocupa la maldición que tienes en el brazo —admitió y esta, llevó una de sus manos a dicho sitio—. Estuve haciendo mis averiguaciones y todo indica que ya no eres bulnerable a ella, aprendiste como utilizarla a tu favor. Esta maldición provocaba que tu cuerpo cambiara por completo, como un cambio de personalidad la cual te hacía actuar bajo los mandos de alguien de quien aún desconozco su identidad, solo sabemos que es un enmascarado que esta al mando de todo esto —informó.

—El se proclama como el autentico Uchiha Madara, pero ese hombre murió años atrás por su vejez, no puede estar vivo —cuestionó y se cruzó de brazos—. Debe de estar suplantandolo para lucir aterrador, al menos, he convivido con él y puedo decirte que es poderoso —argumentó, dirigiendose a otra dirección tratando de pensar.

—Dime Kanade, ¿deseas que haga todo a mi alcance para liberarte de dicha maldición? —preguntó y esta, analizó las marcas en sus brazos a pesar de que los tenía cruzados.

Había vivido tanto tiempo con esta, que se acostumbró a la presencia de aquel enorme riesgo, sin embargo, sabía que tarde o temprano podría utilizarla a su beneficio para librarse de algún peligro como una vez lo hizo en la pelea contra Pain, dónde rindió un poco más ya que no sabía del todo el como emplear su fuerza al utilizar la energía natural en su modo sabio.

—No, sabré como lidiar con ella si sucede algo más adelante —afirmó con calma, logrando transmitir aquello al sabio qiien asintió con una leve sonrisa.

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