19

678 89 4
                                    

- Midoriya, arriba -dijo Kirishima golpeando la puerta del cuarto del peliverde, la cual en la puerta tenía un cuadro de un superhéroe de ficción con el nombre "Izuku" escrito- Izuku, ya me voy, si quiera despídete -dijo en un pequeño ruego el pelirrojo, apoyando su frente en la madera.

- adiós -se escuchó del otro lado de la puerta, la voz seria y seca de Midoriya retumbó en los oídos del peliteñido con culpa, haciendo así que se estremeciera levemente.

- Midoriya, no puedes seguir molesto -dijo Kirishima en un bufido, esperando siquiera que le respondiera, pero se rindió al no escuchar nada, saliendo para poder tomar su auto y manejar a la casa de Todoroki.

Eijirou había dormido muy poco en la noche, no podía dormir si estaba escuchando el llanto de Izuku y tampoco podía consolarlo, pasó toda la noche dando vueltas en la cama con la sensación en el pecho de que debía levantarse, irrumpir en el cuarto del pequeño y consolarlo hasta hacerlo dormir, arruyándolo para que no siguiera llorando o no volviera a despertar.

- muévete al otro asiento, yo manejo -interrumpió la voz de Todoroki, quien se bajó del auto y caminó al otro lado, esperando que Eijirou se cambiara de asiento y así poder manejar, ya que desde que había llegado el chico de los ojos carmín por él, se había quedado parado y mirando para el frente.

- ¿cómo está Bakugou? -preguntó el psicólogo una vez hicieron el cambio de puestos, girando su cabeza para poder mirar al heterocromático, quien comenzaba a chequear todo para poder manejar con relajo a pesar de tener su mandíbula tensa.

- mal, creo -dijo con un tono grave, manteniendo su vista en el camino- el desgraciado me hizo la ley del hielo e hizo mierda el sillón -dijo y tragó saliva, Kirishima vio como la mandíbula de Shouto se siguió tensando por unos segundos hasta que se detuvo y luego suspiró, haciendo una mueca extraña luego de eso.

- tal vez lo asumió de mala manera -dijo en un murmuro el copiloto, haciendo un pequeño puchero en lo que miraba por la ventana a su lado.

- al fin y al cabo, es solo un niño -dijo el bicolor, tragando saliva con algo de molestia- es un simple niño, tiene 15 años y nosotros lo obligamos a esto, a dejar atrás a lo único que él conoce como familia -murmuró apretando el manubrio entre sus manos, dejando escapar un gruñido de sus labios con enojo.

A veces a Kirishima se le olvidaba que Todoroki tenía sentimientos, lo conocía desde que tenía memoria y cuando pequeño el bicolor era terriblemente expresivo, sin embargo cambió cuando ocurrió el incidente de su madre y ella fue puesta en un hospital psiquiátrico, desde los 4 años recordaba ver a Shouto ver llorar solo 3 veces en frente de él, a los 16 años cuando comenzó a quererse a si mismo al entender que lo ocurrido a su madre no fue culpa suya, a los 22 cuando lo dejó su primera novia y ahora, con 27 años mientras dejaba su frente contra el manubrio y dejaba las lágrimas correr al saber que probablemente había destrozado la vida de un niño.

- ¿puedo hacer algo? -murmuró el pelirrojo al ver como su amigo comenzaba a llorar casi sin control, dándose pequeños cabezazos contra el cláxon, haciendo así sonar la bocina del vehículo.

- no -le dijo en un tono cortante, levantando su cabeza y limpió con un poco de torpeza sus mejillas, suspirando luego y respirando con suaves boqueadas- vamos, ya, entre más temprano lleguemos, más temprano nos iremos -dijo mordiendo su labio mientras encendía el motor y comenzaba a manejar en dirección a la oficina.

En cuanto Eijirou salió del departamento, Deku salió de su cuarto con su ropa en la mano y fue al baño con el fin de darse una ducha, buscando así despejar su mente y alivianar un poco la sensación de su cuerpo. Aunque no quería admitirlo, a Izuku le daba nervios entrar a la escuela, no quería tener que volver a encajar en nada o tener que adaptarse más de lo que le había costado, ¿por qué esta vida le había tocado eso a él?

Esa pregunta seguía rondando por la cabeza del rizado mientras caminaba distraido por el centro de la ciudad, sentía su espalda pesada debido a que la mochila amarrilla que llevaba en su espalda iba cargada con botellas de agua, por alguna razón había tomado la decisión de que no volvería a la casa de Kirishima, no se sentía merecedor de ello, sentía de que no iba a encajar nunca con una familia como la del pelirrojo y no quería estropearla por ningún motivo.

Midoriya se mordía con suavidad el interior de la mejilla, tratando de no pensar en cosas malas, el peliverde solo estaba seguro de que quería ser un motivo de orgullo para Kirishima o mejor no estar en su vida, mientras caminaba y el calor lo envolvía completo solo pensaba en las esporádicas palabras que le decía Aizawa:

Debes esforzarte más que los demás

Si fuiste un motivo de orgullo, ahora debes pelear por serlo aquí

Siempre tendrás nuestro apoyo

- Izuku! Traje comida! -dijo el pelirrojo entrando con ánimo a su apartamento ya casi por las 9 de la noche mientras llevaba una bolsa de un lugar de pollo frito en su mano, cerró la puerta con ánimo y sonrió amplio, aunque su sonrisa se vio desvanecida al ver todo el departamento oscuro y sin ninguna señal de vida en su interior.

Midoriya se había perdido, caminaba con confusión por las calurosas calles de la ciudad mientras trataba de hacer memoria visual de algo antes conocido mientras que de manera paralela, el pelirrojo se deshacía en llamadas a todo familiar o amigo que pudiese saber de la existencia del menor para que le ayudase a buscarlo.

- mamá! No se que hacer! Ha dejado su celular acá y no conoce la ciudad! -gritó con desesperación el peliteñido por su teléfono a su madre, quien estaba al otro lado de la linea y en su casa, esperando con paciencia a que su marido saliera para poder ayudar con la búsqueda.

- Eijirou -dijo ella con voz suave, suspirando un poco ante la desesperación de su pequeño- no te asustes, recuerda que él sabe sobrevivir mejor que nosotros, sabrá que hacer y como volver, tal vez solo salió a dar una vuelta -dijo en lo que escuchó como sonó el timbre de su casa, se levantó de manera distraída del sillón al escuchar los quejidos de su hijo- solo ten esperanza en que llegará sano y salvo.

- lo se -dijo el psicólogo, tomando asiento en el sillón de su casa y llevó una mano a su rostro, frotando este con desgano- no quiero que le pase nada malo -murmuró y escuchó un suave risa del otro lado.

- mira, y hablando del rey de Roma -escuchó decir a su madre, quien del otro lado vio como a su casa había llegado un Izuku completamente sudado e insolado por el fuerte sol, pero en vez de tener una mala expresión, tenía una enorme sonrisa al haber reconocido el lugar por sí solo.

Hijos de la calle (2.0)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ