10.

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Deku hace dos semanas había cumplido 16 años, mientras amanecía ese día miraba al techo y suspiraba con desgano, dentro de unas pocas horas le tocaría irse del lugar y enfrentarse al "mundo real" como le llamaba Todoroki. Aunque no quería admitirlo, estaba asustado e impresionado de si mismo, en esos 14 días había aprendido a escribir en kanji casi a la perfección, sabía leer casi con fluidez y hacía ejercicios del nivel escolar al que entraría en unos días, ¿cómo es que lo había logrado realmente? Había aprendido con ayuda de Tetsutetsu y Monoma a usar la mayoría de las cosas esenciales, como los baños y las duchas, además de aprender con Kirishima a usar su nuevo celular (aunque el pelirrojo se había disculpado con él por la poca modernidad de su celular, ya que todavía no era adecuado que tuviese un smartphone, sin embargo Deku le dijo que no se preocupara porque no le interesaba ni tener ese aparato, se sentía más pesado cerca de ese). Aunque había aprendido mucho sobre como salir adelante, seguía extrañando su antiguo (y hasta ahora el único) hogar que había tenido.

El peliverde se giró sobre su estómago en la cama y miró la pared que tenía al frente con desgano, aunque tenía sobre sí la capa de Kacchan, no lograba sentir la tibieza que le provocaba la piel algo tostada del rubio. Tocó suavemente las sábanas con las yemas de sus dedos e hizo un puchero al sentir el algodón de las telas armadas en algún lugar de China, ¿cuándo volvería a sentir el rocío que lo despertaba una buena porción del año, o cual nevaba o se congelaba todo y despertaba con el cabello escarchado, teniendo que ir corriendo a prender fuego cerca de los más pequeños para que no les sucediese nada? Soltó un leve gruñido al sentir que tras dos paredes que le rodeaban, se comenzaban e scuchar voces y movimiento de chicos que al igual que él, ya habían despertado.

Llevó una mano a sus ojos y cubrió estos en lo que cerraba sus ojos con fuerza y de manera inconsciente apretaba su mandíbula, sintiendo como sonaba su presión retumbar contra sus oídos y producir un pequeño pitido, en su mente trataba de recordar, recordar el olor del lugar por la mañana, la risa de sus niños, el frío del agua que corría por ahí, el sabor de las frutas que tenían.

- Midoriya! Arriba! -escuchó la voz de Todoroki tras la puerta, se abrió a estructura de manera de golpe y apareció el bicolor, quien vestía una camisa gruesa y unos jeans negros- vamos, arriba, con Kirishima nos vamos en media hora -dijo entrando en el cuarto caminó a la persiana y abrió esta de golpe, dejando que la luz solar entrara con toda su fuerza.

- no! -dijo el rizado, girando su cabeza al otro lado y tratando de que no le llegara la luz del sol- ¿por qué? -dijo el peliverde antes de sentarse en la cama, aferrándose a la capa de cuero y esa parte del cuello que tenía lana natural.

- no podemos dejarte atrás aunque quisiera, propuse que te tiráramos por la borda del barco, pero Kirishima se opuso, está desocupando su oficina ahora y me mandó a mi, necesito que te duches, te vistas con la ropa que te dejó ayer y luego de eso, dejes todo esto limpio, como si nunca hubieses estado aquí. Un chico va a tomar el cuarto en 45 minutos y es rabioso, así que probablemente rompa todo lo que dejes -dijo el bicolor apoyándose con simpleza en el marco de la puerta, el pecoso suspiró un poco y se levantó, tomando la bolsa de género que le había pasado Eijirou y tras pedirle permiso al heterocromático, salió en dirección a las duchas.

Mientras Midoriya terminaba de secar su cuerpo, pensaba en lo genial que había sido su estadía ahí con la compañía de Tetsutetsu y Monoma, pero cuando ambos tuvieron que retirarse debido a que había llegado gente de la parte administrativa en Tokio por ellos, se había vuelto solitario nuevamente, donde solo pudo pensar en volver a su hogar, que ellos denominaban como "calle 2". Mientras se vestía, se dio cuenta de que olvidó pedirle a Tetsutetsu de que le enseñara a abrocharse los cordones de las zapatillas, por lo que metió los cordones a la fuerza dentro de sus zapatos, saliendo así.

Salió con indecisión e incomodidad del baño, llevaba su pijama y ropa interior sucia dentro de la bolsa intentando no concentrarse en la ropa que tuvo que colocarse, tenía puesto una camiseta de color naranjo y neutro, unos short de mezquilla hasta las rodillas y aparte de su ropa interior, unas zapatillas rojas y bastante llamativas, que aunque no quisiera admitirlo, le gustaban, además de que permitía sentir sus pies cómodos, el color se parecía bastante al de la capa de Kacchan, trayéndole siempre buenos recuerdos.

- Midoriya! -le llamó la voz del agradable chico que le había estado ciudando desde hace dos semanas, apareció el chico de dientes filudos con una caja en mano con pequeñas cosas en ella, como tazas, lápices o cosas de papelería- ¿estás listo? -dijo con ánimo, inclinándose a ver el cuarto y como efectivamente estaba limpio a excepción de la presencia del pecoso, quien estaba sentado con una mochila grande y amarilla a su espalda junto con la capa de Kacchan entre sus brazos. El oji esmeralsa alzó la mirada y la juntó con el carmín animado del adulto, le asintió suavemente con la cabeza y se paró, llevando una mano que tenía desocupada a su camiseta y alisó esta, llevando luego sus dedos al collar de dientes, Eijirou le miró con preocupación- ¿pasa algo? -dijo alzando una ceja, caminando donde él y dejó la caja sobre la cama, posando unas manos suavemente sobre los hombros del pecoso.

- ah, claro que no, Kirishima -dijo con una sonrisa dulce, aferrándose a la capa- solo que es un poco deprimente dejar esto, quiero volver allí adentro -dijo en un murmuro, subiendo su mano a rascar su nuca un poco indeciso en lo que se sonrojaba un poco, el peliteñido sonrió con suma dulzura y se estiró a dejar un beso en la frente del más bajo, subiendo su mano para luego acariciar los rizos.

- ten confianza, Midoriya -le dijo con suavidad, sonriéndole de manera ladina- yo cuidaré de ti, pero ten paciencia y esperanza, todo saldrá bien, en unos años te darás cuenta de que esta es la mejor decisión -dijo y se separó, con dulzura sacó la mochila de los hombros de Izuku y la dejó en la cama, sacó la chaqueta que llevaba sobre sus hombros y la colocó por los brazos del chico hasta que la tuvo puesta, la abrochó y luego dejó que se colocara la mochila- en la ciudad hay un dicho que dice que la esperanza es lo último que se pierde -dijo, sacando un kit de implementos de salud que debían usar los chicos, sacó una de las mascarillas que debía usar y la colocó sobre la boca del chico correctamente.

- ¿incluso después de la vida? -le dijo Izuku con un poco de timidez, dejándose abrigar y proteger por el chico. Clavó su esmeralda en los ojos del hombre, quien achinó estos al sonreír antes de estirarse a dejar un suave y casto beso en la frente del adolescente, escuchando como este inspiraba con fuerza.

- incluso después de eso, así que debes estar tranquilo y siempre tener esperanzas de que te cuidaré -le dijo con dulzura, separándose luego para acariciar sus mejillas. Deku lo miró fijamente a los ojos por unos segundos antes de que el hombre se riera y saliera del cuarto, haciéndole una seña, se quedó de pie por unos segundos mientras sentía lo rápido que latía su corazón, bombeando con fuerza en su pecho casi como si se fuese a salir. Llevó sus manos a donde sentía el palpitar y las posó ahí, suspirando hondo antes de tomar nuevamente sus cosas y partir. 

Hijos de la calle (2.0)Where stories live. Discover now