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Kirishima junto con Todoroki y Shinsou miraban las cámaras, no entendían nada de lo que sucedía ahí dentro debido a que no era el patrón regular que seguían ellos, sin embargo veían como Midoriya se dejaba pintar en sus extremidades por todos los niños, podían ver como eran distintos colores debido a que se veían manchas distintas, veían como marcaban sus manos sobre toda su piel, cubriendo también las diversas cicatrices que portaba sobre sí.

- ¿crees que vaya a suceder algo como lo de Bakugou? -dijo Todoroki a Kirishima, el pelirrojo le vio y luego levantó sus hombros, mordiendo un poco su labio.

- ojalá que no -dijo Eijirou y siguieron viendo las cámaras hasta que Shinsou negó con su cabeza mientras se reclinaba, carraspeando un poco con su garganta. 

- nadie tiene nada que defender de Midoriya ahí como él defendía a Bakugou, pero hay algo que no me gusta -les dijo el pelimorado, frunciendo un poco sus labios mientras observaba la pantalla.

Desde la segunda calle, Deku se dejaba pintar con gusto con todo tipo de pinturas, dejando que todos los niños que había ayudado y visto crecer dejaran su marca sobre él antes de dar el siguiente paso hacia la muerte. Incluso con la posibilidad de que se generara un nuevo ataque, Deku se negó, diciéndoles que ya tenía todo arreglado ya que era momento de que partiera, pues debía encontrar a Kacchan estuviese donde estuviese, por lo que simplemente siguieron con sus ceremonias y despedidas normales.

A pesar de haber pasado una excelente tarde con los pequeños, una comida entre los 40 (pues cuando se había ido Kacchan, entró un pequeño de solo 2 años) y una ceremonia formal de despedida con los del concejo el ambiente entre su comunidad seguía tenso y algo pesado, dejando a todos los chicos un poco confusos.

Debido a los nervios, Deku no podía permanecer tranquilo, distrayendo gravemente a todos los que no dependían de un horario biológico de sueño; muchos al ver que pasada la hora de dormir Deku seguía por ahí dando vueltas, viendo que todo quedara en su lugar y que los más pequeños durmieran siguieron su ejemplo, quedándose en vela y acompañándolo en su desesperación, aunque muchos fueron cayendo dormidos.

Cuando eran las 5:27 y Deku comenzó a notar que el cielo empezó a teñirse naranja, caminó hasta sus cueros, comenzando a colocarse sus cosas. Mientras se colocaba el collar azul de dientes que le había dado Kacchan miraba a Kota, un pequeño un poco enfermizo y gruñón que Deku había asumido como su hijo en la misma época que Kacchan había elegido para desposarlo, formando así una pequeña familia de 3, había estado 5 años junto a Kota, viéndolo crecer hasta llegar a sus 7 años.

- Deku -escuchó la voz de Tokoyami detrás de él, miró y los 5 vieron como la pared se había vuelto a abrir, mostrando a los 5 hombres armados y de blanco ahí parados, aunque no habían entrado aún. El pecoso con valentía tomó la capa roja de su amigo de la infancia y se la colocó, pasando sus brazos por esos huecos que permitía que el cuero fuese afirmado desde los hombros hasta las axilas, verificó que las rocas que había tallado Bakugou para él siguieran en su lugar y luego llevó sus manos al collar, tocando este suavemente.

- adiós -dijo el rizado, caminando donde los chicos que conocía desde niños y ahora eran parte del grupo de los grandes, los estrechó entre sus brazos a los 4 y cuando terminó de abrazarlos miró a la entrada. Los 5 hombres seguían inmóviles esperando por él. Carraspeó un poco con su garganta y aunque sus piernas flaqueaban, caminó con decisión en dirección a los hombres que le habían arrebatado al amor de su vida con la disposición de salir adelante y asumir su destino. Cerró sus ojos cuando estaba a una distancia media de ambos grupos de gente, mordió su labio y llevó su mano hacia la cintura de su pantalón, donde esperaba el mismo cuchillo de hueso con el que trató de defender a Kacchan. Abrió sus ojos y vio como los hombres comenzaban a avanzar hacia él, portando esos extraños objetos que les disparaban los dardos. 

Sentía que era lo mínimo que podía hacer por la muerte del rubio. Ellos se lo habían arrebatado de forma cruel, le habían arrebatado a su importante razón de vivir y no les daría en el gusto a los hombres, haría eso por su gente, se mataría por su Kacchan. 

- no me llevarán a mi -les susurró el pecoso mientras empuñaba el cuchillo y lo levantaba, llevándolo a su cuello, en el momento en que iba a enterrarlo los cinco hombres alzaron su arma y dieron en su pecho y brazos. Fue con tal rapidez que el tranquilizante recorrió su sistema que soltó del cuchillo de forma involuntaria y cayó al piso, respirando de forma forzosa mientras apenas podía moverse. Un hombre lo giró y le sacó los dardos, guardándolos en su mano antes de que otro hombre colgara el arma en su hombro y lo cargara a volandas, llevándolo hacia la puerta. 

Una vez cruzada la puerta y estas cerradas, comenzaron a caerle lágrimas por las mejillas sin quererlo, mientras estas descendían iban borrando las pinturas ya secas que llevaba sobre su piel, sus piernas temblaron con fiereza y quiso tirarse al piso a llorar, pero dos manos frías y de extraña textura lo sostuvieron entre sus brazos y comenzaron a caminar todos.

- pensé que este sí se iba a matar -dijo uno de ellos y el resto rió, ¿por qué les entendía?- espero que no haga lo mismo que Bakugou, en serio parecía que ese tipo comía solo mierda -dijo el hombre que lo cargaba, agitándolo violentamente para la condición en la que se encontraba.

- ¿ah? -dijo el chico con bastante confusión mientras se dejaba llevar por los hombres, miró con confusión al que le sostenía hasta que pasaron a través de un extraño portal y entraron a un lugar muy blanco y estéril, el chico de ojos esmeralda gruño disgustado y trató de desviar su mirada a algún lugar que dañara menos su vista, los hombres se detuvieron e Izuku fue levantado sobre sus pies, los hombres le soltaron y miró al frente al ver dos figuras más oscuras.

- le han dado cinco malditos tiros! -gritó una voz totalmente desconocida, detonando enojo por todos lados- esa cantidad podría dormir un maldito gorila! -volvió a chillar la voz, Deku trató por unos segundos de buscar la voz, pero su vista se borraba de golpe debido al aturdimiento y la cantidad de luz que entraba de forma agresiva por sus ojos.

- déjalo, Kirishima, ellos hicieron bien -dijo otra voz desde otro lado de la habitación, Deku cubrió sus ojos con una mano, abriendo levemente los dedos para tratar de ver, tambaleándose de forma involuntaria- hola, Deku -dijo un hombre, Deku miró con confusión su cabello que poseía con colores distintos, caminó rápidamente donde este y subió sus manos, tocando este con curiosidad, escuchó como este rió y apartó sus manos pintadas- mi nombre es Todoroki Shouto, y este hombre es Kirishima Eijirou, él cuidará de ti como hacía Kacchan -dijo, el peliverde al escuchar el nombre del rubio se giró a donde señalaba la mano del hombre de cabello extraño y observó como a unos metros de ellos, de encontraba un hombre de cabello rojo y en punta, usaba ropa ajustada y formal y en su rostro, debajo de una pequeña cicatriz relucían unos fuertes ojos de color rojo.

- Kacchan -susurró el peliverde, soltándose del heterocromático y fue directamente donde el pelirrojo, aferrándose a sus hombros y subió su mano a la mejilla de este, jadeando un poco- Kacchan -dijo mirando con firmeza a los ojos color carmín que ardían tanto como los de su Kacchan.

- soy Kirishima -dijo la primera voz que escuchó con una sonrisa un poco torpe, llevando una mano a la espalda del pequeño y por sobre la capa dejó una palmada suave. Observó como el peliverde le miraba con firmeza a los ojos y luego comenzaba a llorar, abrazándose por el cuello al peliteñido y llorándole en el hombro, Eijirou pensó que tal vez estaba conmocionado o sobrepasado, pero Midoriya solo podía pensar que ese tipo le había sacado los ojos a su Kacchan y se los había puesto él antes de caer desmayado por los efectos de los tranquilizantes.

Hijos de la calle (2.0)Where stories live. Discover now