capítulo 34

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Todo esto es tan irreal. No sé qué hacer.
—Sueltenlo —ordena uno de los hombres, el más joven de ellos.

Inmediatamente los hombres que sostenían a Gideon lo dejan caer.
Un golpe igual de fuerte que el anterior ultraja en mi estómago, haciendo ésta vez doblar mis rodillas y quedar suspendida sólo de las cuerdas. El llamado Liam levantó su mano en puño dirigida esta vez a mi rostro, por inercia cierro fuertemente los ojos, pero al pasar los segundos el golpe no llega así que decido abrirlos. Santiago le detuvo el golpe.
—Basta, la queremos consiente para que sufra viendo morir a Gideon —el tipo aún dudoso decide bajar la mano. Por un momento pensé que podía existir al menos un ápice de indulgencia en el corazón de Santiago.

Gideon sigue sin poder levantarse, tiene golpes, heridas profundas, quemaduras a lo largo de su cuerpo. Esto juro que me destroza el alma.

—Es hora —anuncia el hombre de mayor aura imponente, sentado en el medio de los demás —acabemos con esto de una vez.

El calor en mi sangre sube, el odio y enojo contenido en mí se mezclan. Siento como si estuviese metida en otro cuerpo que no es el mío por la adrenalina, si se le puede llamar así a lo que siento fluir por mis venas a gran velocidad, mi corazón resuena en mi pecho. Veo todas las miradas puestas en mí, pero me importa poco. En un impulso logro soltarme, reventando las cuerdas que me ataban e inmovilizaban, el dolor ya no habita en mi cuerpo.
Los hombres que sostenían a Gideon se acercan a mí.

La gran puerta se abre por tercera vez es Ryan y Adam junto a Steve. Éste último se acerca a levantar a Gideon. En un parpadear los dos hombres logran inmovilizarme tomándome por los brazos.

—¿Qué hacen ustedes aquí?, ¿quién los ha dejado entrar? —dice el mismo hombre que habló antes para acabar con Gideon.
Estoy comenzando a odiarlo más...

—Sueltenla —exige Adam, refiriéndose a mí.

Ésta vez es Santiago el que habla
—Que tierno de tu parte Adam, saber que ella te traicionó, y que lo prefiere a él antes que a tí. Das pena. Ella jamás te amará y arriesgará la vida por ti, como tú lo haces por ella o como ella lo hace por Gideon.

No puedo evitar agachar el rostro. Yo quiero a Adam, es algo muy confuso. Pero el sentimiento que siento por Gideon es más fuerte. Él vive en mí, en mi corazón, aunque nunca lo quise aceptar. A veces la vida da giros inexplicables y en tan poco tiempo, por más irreal que parezca tengo que aceptarlo. Y ahora, justo por uno de esos giros estoy acá.

—Tú, Santiago. No eres nadie para llenar tu boca diciendo esto. Al menos por mi siente algo. Y dime, por ti, ¿qué? Por ti no sintió, no siente y ni sentirá jamás nada. Lo único que logras causarle es que sienta repulsión hacía ti. Y tú, —hace una mueca de burla — tú sí das pena.

Veo como Santiago se abalanza sobre Adam, tomándolo del cuello y forcejeando.

—¡Basta! —grita uno de los miembros imponentes.

Justo estos son el llamado consejo de ancianos. Claro. Quiénes más sino.

Santiago suelta a Adam con notoria molestia y desagrado —Hijo mío no te ensucies las manos con él —habla el hombre sentado a la derecha y con un movimiento de su barbilla indica a otros dos hombres ahí presentes que ataquen a Adam. Una sonrisa burlona se dibuja en la cara de Santiago. Trato de forcejear contra los tipos que me tienen aún atrapada entre sus manos, pero es inútil. Adam trata de eludirlos y luchar contra ellos, veo que lo está logrando, unos dos hombres más intervinieron y entonces ahí no pudo zafarse de su agarre, lo apresaron de la misma forma que a mí.

Gideon aún sigue con Steve, aún no los han tocado. Pero, y ¿Ryan?. Trato de buscarlo con la mirada. Y está inmóvil, de repente cae al piso de rodillas.

—Tu hermano no se libra de esta, él será el primero en morir —uno de los del consejo de ancianos, tiene su vista en dirección a Ryan, algún tipo de cosa le está haciendo es más que obvio. No puedo dejar que muera, ¡él no!
—Dejenlo en paz —vocifero, el hombre baja la vista y pone su atención en mi. Con una chispa de diversión en sus ojos. Eso hace revivir aún más mi enojo —A quién quieren muerta es a mí, a quien buscaban era a mi. Aquí me tienen ¡dejenlos ir! Y saben una cosa, siento defraudarlos realmente yo no soy lo que buscan —de eso no estoy tan segura ya, pero trato de creer que no los soy —yo no soy eso que creen, mirenme soy una simple humana, qué daño les haría yo a ustedes. Yo no soy Elizabeth, yo soy METZALY. ¿Por qué no lo entienden?

Lazos del destino ©  [TERMINADA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora