Capítulo 15

388 42 3
                                    

La noche de ayer, estuvo muy entretenida. Luego de que Gideon me trajera a casa, mamá ya estaba dormida, así que pasé de un solo a mi cuarto. Sé que tengo una plática pendiente con ella, así que para eludir esa plática poco acogedora, saldré a correr. Lo sé, me canso rápido, pero por la mañana en ocasiones me gusta salir a correr.

Así que me pongo un atuendo deportivo, me hago una cola alta. Bajo las escaleras, y agradezco que mamá aún no haya despertado. Tomo una manzana del refrigerador, y una botella con agua.

En el lugar donde vivo no se les da mucho el deporte, así que solo hay de tres a cuatro personas corriendo o trotando.

Me pongo los audífonos, y suena algo de Maroon 5, hago un poco de calentamiento y me dispongo a correr.

...

Ya voy por la segunda vuelta al vecindario que por cierto las casas están considerablemente alejadas, así que hago una breve parada para tomar agua al lado de una banca. Alguien me toca el hombro, me quito los audífonos y me volteo.

—Hola, buenos días Metzy —es Adam. Y esto me recuerda lo que pasó con Gideon y él ayer, no puedo borrar su mirada cuando se puso de un rojo intenso, mi pulso acelera un poco al verlo y solo me digo a mí misma "actuar con normalidad", pues quizás aquello me lo imaginé, aparte Godeon no mencionó nada.

—¡Hola! No sabia que tú también corrías. —digo disimulando estar tranquila.

Él sube los hombros en señal de que no es de importancia. Empiezo a trotar, por mero impulso quizás; él me sigue el paso.

—Quería pedirte una disculpa por la actitud que tuve ayer.

—¿Que fue lo que paso con tus ojos? Literalmente cambiaron. —no aguanto más la duda, de verdad espero que me diga que estoy loca o algo parecido, lo preferiría.

Él abre desmesuradamente los ojos. Y un atisbo de querer responder se nota. Pero no me dice nada, y guarda silencio.

—Dime si realmente pasó, o sólo fue una imaginación mía —inquiero con inquietud.

—No podría explicarte, más bien no puedo. Disculpa.

—¿Por qué?

—No lo entenderías

—¿Cómo sabes que no lo entenderé?

De atrás de la bolsa de su pantalón deportivo saca algo, pero le resto importancia y sigo trotando.

—Ten, quería darte esto. — me tiende una rosa, y no cualquier rosa sino una color morado combinada con algo de blanco. Realmente es hermosa.

—Es muy hermosa,  y exótica, este tipo de rosas no se ve acá, de verdad , muchas gracias. —la tomo entre mis manos pero sin querer me pincho uno de mis dedos y comienza a salir sangre.
Él toma mi mano y ve la sangre como si fuera lo más raro del mundo.

—Descuida, no es nada. —sus ojos se comienzan a poner de un color rojo intenso y me mira de una manera que da escalofrío.

—Adam, ¿Qué demonios tienes? Oh por Dios, otra vez no —tengo ganas de salir corriendo, pero algo me hace quedarme. Realmente no lo entiendo otra persona en mi lugar huiría gritando. Pero extrañamente no lo hago, aún con todo el miedo dentro de mí me quedo con él.

Se comienza a acercar más a mí. Y yo me alejo un paso de él. Pero para mi desgracia detrás de mi solo hay una pared. Y él me arrincona.
De su boca aparecen dos largos colmillos.

—Adam, aléjate —oh sí, ahora sí quiero salir corriendo. ¡Por Dios! ¿será acaso un sueño? Espero que sí.

—No puedo. Es tu sangre, se me es irresistible, me atrae como un jodido magnetismo. Nunca, había deseado tanto una sangre como deseo la tuya.

Sus ojos azules ya no existen, y tampoco esa delicadeza con la que suele hablarme.

—Sé que no me harás daño — tomo valor, le sostengo el rostro con mis manos y le obligo a que me vea a los ojos. Ni siquiera yo entiendo lo que hago, o por qué demonios lo hago.— tengo mucho miedo, pero sé que no podrías hacerme daño —lo digo con tal ímpetu que incluso me lo termino de creer yo misma.

Él me ve fijo a los ojos. Y su mirada se va volviendo a normalizar.
Agacha su cabeza y se aleja de mí.
— Disculpa esto. De verdad no quiero, y nunca he querido hacerte daño. —habla algo atropellado mientras se aleja de mí.

—Necesitas explicarme qué es lo que pasa. ¿Qué eres? ¿Qué tienes? Claramente esto no es nada normal —digo exasperada

—Lo sé. ¿Quieres acompañarme a un lugar? Te doy mi palabra que te diré la verdad Y que no te haré daño —después de esto no estoy muy segura de ir, pero algo en mi interior me dice que crea en sus palabras, y aunque parezca temerario, acepto. La curiosidad mató al gato, y aquí voy yo... Asaltada por el miedo y la viva curiosidad de saber qué demonios pasa.

Lazos del destino ©  [TERMINADA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora