Capítulo 13

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Ahora que recuerdo, ¡Gideon! ¡Carajos! Tengo que llegar a pedirle permiso a mamá. 

En la parada hay como tres o cuatro personas que seguramente esperan el mismo autobús. De repente veo un carro color azul que se aparca delante de mí, yo desvío la mirada hacía otro lado, porque no conozco a nadie con un coche de ese color, y seguramente se paró justo acá por alguien más, o es un jodido vulgar, tratando de persuadirme con palabras pocos sutiles para que suba.

Una voz conocida me saca de mis alienados pensamientos.

—¡Eh Metzy! —desvío mi mirada hacia donde proviene la voz. —¿Qué haces aquí? —es Adam, más bien me pregunto qué diantres hace él aquí.

—Hola, disculpa no te había reconocido. Espero el autobús — es obvio que espero el autobús, pero a veces la gente se empeña en hacer preguntas tontas.

— ¿Hacia dónde te diriges? —inquiere

—Voy hacia mi casa

—Si quieres te doy un aventon — Necesito llegar a tiempo. No estoy muy emocionada de que sea él quien me lleve, pero el autobús sé que tardará mucho, así que asiento, y él se baja del coche para abrirme la puerta.

La verdad me sorprende, ya no quedan personas así. Le agradezco  y subo al coche.

—¿Qué hacías por estos lados ?—indago

Por un momento piensa lo que me responderá.
—Visitaba a un amigo, ¿y tú?

—Igual, también visitaba a una amiga.

La mayor parte del viaje la pasamos en silencio.  El auto se detiene y me percato de que hemos llegado a mi casa.

—Gracias por traerme Adam — antes de salir del coche, nuevamente sale y me abre la puerta para que salga.

—De nada Metzy, te acompaño a la puerta.

Me quedo dubitativa, pero después de todo no me lo preguntó, fue una afirmación. Y solo camino con él a mi lado.

Abro la puerta de la casa y casi muero de un ataque cardíaco, al ver a mamá sentada platicando plácidamente con Gideon.

Al vernos llegar ambos se voltean. ¡Demonios! ¿Dónde están los extraterrestres en este momento? Necesito que me lleven con ellos. ¡Trágame tierra, y escúpeme en Hawai! ¿y ahora qué hago?

Adam se me queda viendo con el ceño fruncido. Y veo que mamá se está acercando.

—¡Hola Adam! ¿Qué tal?

—Hola señora Eryis

—Oh ya te dije que solo Eryis — Adam le besa la mano como el caballero que es.

Gideon se acerca a mí y me saluda con un corto beso en la mejilla pero que para mí tarda una eternidad. Luego me ve a los ojos y agarra mi mano, besa mis nudillos fijando su mirada en la mía. No sé si es para provocar a Adam, o solo por cortesía o qué carajos.

—Adam, te presento a Gideon — mamá siempre en el momento "oportuno".

Ambos se dan la mano, y si las miradas mataran ya estuviese muerto uno de los dos.

—¿Ya se conocían? — inquiero

Ambos se ven con desdén.

—Algo así —espeta Gideon. Se voltea hacía a mi.  —ya le pedí permiso a tu mamá, y le he dado mi palabra de traerte sana y salva — miro a Adam de soslayo y veo que en su cara expresa tanto enojo.

—Eryis yo me retiro.

—Bueno, que te vaya bien. —mi mamá me ve con una mirada de esas que te expresan tenemos que hablar luego.

—Te acompaño a la puerta — Adam solo asiente sin verme a la cara.

— Yo también te acompaño, al fin y al cabo nosotros vamos de salida — Gideon se despide de mamá y nos encaminamos para salir.

—No vuelvan tarde —espeta mamá

—Sí, madre.

Los tres salimos de la casa. Cuando estamos enfrente del auto de Adam, éste se voltea y me ve fijo a los ojos, ignorando la mirada intimidatoria de Gideon.

—Que pases buenas noches Metzaly —toma mi mano y le da un sutil beso que estremece mi ser.

—Gracias por haberme traído. —digo algo cohibida y éste asiente. Pero justo en ese momento Gideon, arrebata mi mano de su agarre y entrelaza nuestros dedos. ¡Vaya! me he quedado sin palabras ante tanta cosa, que ni siquiera se me ocurre hacer algo, ha pasado todo tan rápido.

Los ojos de Adam cambian de su color normal a un rojo intenso, que da miedo. Me digo a mi misma que quizás son alucinaciones mías, o quizás la poca luz que se filtra. Ya que tal cambio no es posible. Me restriego mis ojos porque quizás mi vista está fallando.

Retrocedo un paso, porque esto es muy raro aunque piense o crea que son alucinaciones o algo así no deja de darme mucho miedo, incluso quisiera gritar, pero es como si mi boca estuviese congelada. Él se percata de que inconscientemente aprieto más fuerte la mano de Gideon, y agacha la mirada.

—Creo que es mejor que me vaya. — abre la puerta de su coche y entra, literalmente arranca como alma que se lo lleva el diablo.

Gideon me ve a los ojos, y me guía hacia su moto, sosteniendo mi mano con ímpetu, ninguno de los dos dice nada.

Aún no he podido formular alguna palabra. Así que sólo camino por inercia.

Lazos del destino ©  [TERMINADA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora