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― ¡Abre la puta puerta! ―escupió golpeando con el pie mientras me sostenía de las manos. ¿Acaso tenía un cómplice? Hasta ese momento pensaba que Isaac trabajaba solo, pero apenas la puerta se abrió, mi sangre se congeló en mis venas.

― ¡Al fin la trajiste! ―espetó Holly mirándome de pies a cabeza― Así que es cierto. Esta perra está por parir. ¿Estás segura de que Ian es el padre?

La miré en completo estado de shock por un instante, sin alcanzar a creer que ella también estuviese involucrada en todo el asunto del chantaje, pero mi renovado valor me hizo responderle esta vez.

Sin miedo alguno y desahogando cada una de esas oportunidades en que quise partirle la cara y tuve que contenerme, se la escupí con tantas ganas que confieso haber tenido esa sensación liberadora de poder morir tranquila.

― ¡Perra maldita! ―gritó y me dio una bofetada que me volteó la cara― ¡Dame esa pistola! ¡Voy a matarla!

―Ah, no. No le vas a hacer nada mientras yo no reciba mi dinero ―respondió Isaac tomándome por la nuca.

Me metieron en un cuarto semi obscuro y me sentaron en un colchón que había en el suelo y que ya no cumplía con ningún estándar de calidad. Parecía estar en una especie de almacén o bodega abandonada y el olor a humedad y basura se colaba por los rincones y me daba directo en la nariz. 

Nauseas, tenía muchas nauseas y eso que ya había dejado de sentirlas por culpa de lo avanzado de mi embarazo.

―Vamos a llamar a mi adorado hijo ―anunció Isaac tomando mi celular y me hizo perder el control.

― ¡No! ¡No lo hagas! ¡No lo llames! ―exigí en llanto― ¡No lo atormentes más! ¡Déjalo ya!

― ¡Cállate! ―gritó Holly y si solo me hubiese podido parar del suelo sola, esta vez le hubiese arrancado los dientes uno por uno y se los hubiese dejado de adorno en la maldita nuca.

―No lo llames. Por favor ―susurré entre sollozos esta vez.

Había luchado por meses para evitar que Ian se viera enfrentado a ese maldito enfermo y ahora no podía hacer nada al respecto. Me sentí tan impotente, frustrada y dolida por haber fracasado en mi intención de proteger al amor de mi vida.

― ¡Amy! ¡Cariño! ¿¡Donde estás!? ―La voz de James se escuchó en todo el lugar. Le habían puesto el jodido alta voz al teléfono con la sola intención de torturarme a mí al escucharlo a él o a Ian.

― ¡Papá! ―grité con todas mis fuerzas y antes de que pudiera decir algo más, Holly me dio una bofetada casi tan fuerte como la primera.

―Tu hija está bien cuidada, James. Que gusto oírte. Han pasado tantos años ―ironizó Isaac.

― ¡Déjala en paz, maldito desquiciado! ―gruñó mi padre y el padre de Ian carcajeó como si de una película de horror se tratara.

― ¿Por qué mejor no me dejas hablar con mi querido hijo? ―sugirió sentándose en una silla maltrecha.

Un profundo silencio se apoderó del lugar y de la comunicación. Ian estaba ahí, al otro lado del teléfono, lo supe apenas Isaac sonrió y continuó con su maquiavélica manipulación.

―Se que te da un enorme gusto saber que no he muerto, hijo ― ¡Maldito! ¡Mil veces maldito! ¡Ni a llamarlo hijo tenía el derecho! ― ¿Qué se siente ser tan mal padre como yo? ― ¿¡Qué!? No, no, no. Ian no es un mal padre. ¡No lo sería jamás! ― Dejaste a tu mujer embarazada completamente sola.

― ¡No es cierto! ―vociferé con todas mis ganas, mientras llorar era lo único que me ayudaba a liberar la tensión― ¡Ian no es como tú! ¡Nunca lo sería! ¡La única culpable de alejarlo de su hijo fui yo! ¡No él! ―Holly volvió a abofetearme como si con eso pudiese callarme, pero no, no lo haría. No esta vez― ¡Tú eres un maldito enfermo! ¡Ian es el hombre más bueno que he conocido en mi vida!

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Место, где живут истории. Откройте их для себя