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Mientras me ponía al corriente de todo lo que me había perdido las últimas semanas, no pude deshacerme de Alex en toda la mañana y mucho menos de su intención de cotilleo respecto a los que él consideraba los "extraños" comportamientos de su jefe.

De seguro su intención de chismear hubiese sido mucho más productiva con James, ya que ellos dos lo conocían hace mucho más tiempo que yo, pero al parecer él había optado por desaparecer de la empresa. 

Definitivamente algo no estaba bien con James.

—Ya está. Creo que eso es todo lo que tengo por informar —concluyó Alex poniendo uno de los archivos en una de las gavetas que estaban en mi despacho.

—Gracias, sin ti no me hubiese puesto al corriente jamás.

—No es nada, ahora puedes ayudarme con todo lo que tengo que lidiar.

—Claro, no es problema.

—Ya es tarde —dijo mirando su reloj de pulsera— ¿Me acompañas a almorzar?

—Me encantaría —mentí— Pero quiero terminar de ordenar estas cosas.

—Bien, nos vemos.

Como una vil delincuente a punto de cometer un crimen imperdonable, apenas Alex salió de mi despacho caminé hasta la puerta y traté de agudizar mi audición. Sus pasos crepitaban contra el mármol uno tras otro, cada vez más lejos y cuando dejé de escucharlos, tuve la precaución suficiente de dejar pasar un par de minutos, por si se le antojaba regresar.

"No. Ya no regresó" Pensé. 

Sin duda alguna me quité los tacones, porque hacer el menor ruido posible era mi prioridad y salí de mi despacho en actitud de agente secreto, asomando la cabeza por los rincones para comprobar que nadie viera mi aparatoso escape con destino al único lugar en el que hubiese preferido estar toda la mañana.

Sigilosamente y sin anunciar mi entrada de manera alguna, abrí la puerta del despacho de mi despampanante jefe, que al parecer durante toda la jornada no había hecho otra cosa que esperar por mi llegada porque estaba de pie a un lado de su escritorio, dándole la espalda a la magnánima imagen semipanorámica de la ciudad que se veía desde su despacho.

Una de sus alucinantes sonrisas me dio la bienvenida y cuando extendió sus brazos, no pude ni quise contenerme las ganas de correr hasta él y refugiarme entre ellos. Me colgué de su cuello y llevé mis piernas a sus caderas antes de que nos besarnos como si en ello se nos fuera la condenada vida.

— ¡Dios! ¡Ha sido una mañana eterna! —reclamé antes de volver a besarlo desesperadamente.

— ¿Por qué no viniste antes? —interrogó con urgencia mientras me sostenía con un brazo y los dedos de su mano libre se enredaban entre mis cabellos, lo que le permitía mantener mis labios contra los suyos.

—No pude deshacerme de Alex antes y tengo que odiarte, ¿recuerdas?

— ¡Que se joda el mundo, Amy! ―Caminó unos cuantos pasos y sin dejar de cargarme se sentó en el cómodo sofá, lo que me dejó a horcajadas sobre el― Les diré a todos lo que hay entre nosotros si eso evita que tenga que pasar toda la mañana sin poder acercarme a ti.

—Todo esto fue idea tuya ―recriminé entre besos, caricias y jadeos― Pero ahora menos que nunca puedes decirle nada a James.

―Y eso, ¿por qué? ―cuestionó distanciándose de mi lo suficiente para mirarme con una ceja en alto, pero sin quitar sus manos de mi cintura.

― ¡Porque está insoportable! ―bufé exasperada y puse mi frente sobre su hombro― Me trató pésimo esta mañana.

― ¿Quieres que hable con él? Puedo ponerlo en su lugar si es lo que quieres.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Kde žijí příběhy. Začni objevovat