5

5.6K 541 60
                                    



Había llegado a casa tan cansada el día anterior, que ni siquiera me tomé la molestia de guardar mi nueva ropa mas que la que usaría la mañana siguiente y mucho menos el par de miles de dólares en comida que había lanzado James al carrito durante el par de horas que estuvimos en el supermercado. Mientras él más echaba, yo más peleaba por devolver las cosas, pero el volvía a echarlas. Finalmente me di por vencida y me hice a la idea de darle las explicaciones correspondientes a mi nuevo jefe en tanto llegara al trabajo esa mañana.

Apenas había terminado de meterme en mi nuevo vestido de tubo negro y posarme sobre mis nuevos tacones más costosos que mi existencia, cuando escuché la voz de mi madre en la sala, donde había dejado el caos de compras sin un orden posible por descubrir.

Bajé la escalera a zancadas mientras tomaba mi pelo en una coleta extremadamente profesional y trataba de descubrir cómo diablos se podía usar de manera cómoda un bolso con tantos cachivaches decorativos, lo que no logré incluso cuando ya estaba junto a mi madre.

―Dime que no le robaste a nadie, Amy, por favor ―suplicaba mi madre, mientras revolvía bolsas y cajas esparcidas en el suelo.

― ¡Mamá! ¿¡Cómo dices algo como eso!? ¿¡Quién crees que soy!? ―ironicé sabiendo que mi madre tenía un humor negro bastante desarrollado.

― ¿De dónde sacaste dinero para todo esto? ¡Es el paraíso! ―De pronto abrió los ojos de par en par y me traumatizó con la mirada― ¡No me digas que te estás prostituyendo!

― ¡Mamá! ―solté una carcajada absolutamente absorta con su comentario

―Amy, si lo estás haciendo, déjame decirte que estas cobrando muy poco.

― ¡Basta! ―exigí entre risas que le contagié a mi mamá― Fue mi jefe ―confesé tomando una postura mucho más seria.

Era increíble como Brockmann lograba ponerme a la defensiva incluso cuando no estaba presente. Solo hablar de él o mencionarlo me significaba adoptar una posición física diferente, como cuando estás a punto de entrar a una iglesia y sabes que debes comportarte de manera adecuada y recatada.

― ¿El quinto multimillonario de Forbes del que tanto habla Leila?

―Ese mismo ―Comencé a buscar una barra de cereal entre el desorden de las bolsas― Y se llama Ian, mamá. No le gusta eso del "quinto multimillonario en la lista de Forbes" ―Entorné los ojos mientras dibujaba un par de comillas con los dedos a cada lado de mi rostro.

―¿¡Lo conociste!? ―La sorpresa estaba en su tono de voz― Leila dice que en el trabajo solo se le ve pasar cuando llega y que es difícil que hable con alguien que no sean sus matones.

― ¡No son matones, mamá! ―solté exasperada porque ahora yo formaba parte de ese grupito― Son James, su chofer y jefe de seguridad y Alex, su asistente personal.

― ¡Vaya! ¡Veo que ya conociste a los gorilas!

―No son gorilas, son un par de encantadoras personas y además... ―Al fin encontré lo que tanto buscaba― ...ayer me contrataron como la segunda asistente.

― ¿¡Eres su nueva matona!? ¡Por eso vistes como un hombre de negro, pero mujer! ―No contuve la carcajada, aun cuando tenía el cereal en la boca― Bueno, bueno, pero cuéntame sobre tu jefe.

― ¿Qué quieres que te cuente? ― ¿Había algo que fuera digno de contar? "Demasiadas cosas" Me respondió mi subconsciente y yo figurativamente le lancé un zapato sobre la cabeza por ser tan imprudente.

― ¡Lo que sea, cariño! ¡Leila habla de él como si fuera el papa!

― ¿El papa? ― "¿Acaso era una buena manera de describirlo?" Pensé y luego respondí entre risas― No luce como un ancianito amable y pacifico con un paño en la cabeza, si eso es lo que crees, mamá.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Where stories live. Discover now