21

4K 390 10
                                    


―Por Dios, cariño, estás temblando ―susurró James apenas me lance a sus brazos con solo verlo.

―Llévame a casa con mamá ―supliqué― Volvería arriba, pero tenemos que hablar.

―No, no voy a llevarte con tu madre en ese estado. ¿Acaso no puede esperar?

Acaso un muerto no muerto y psicópata, ¿¡podía esperar!? No, no podía, pero la verdad es que me moría de ganas de subir, de lanzarme a los brazos de Ian y decirle que lo perdonaba por ser tan idiota al desconfiar de mi y que me perdonara a mi por salir corriendo de la maldita Holly. Era impresionante como las prioridades cambiaban cuando algo aún mas macabro se hacía presente inesperadamente en tu vida.

―Si ―dije finalmente, tratando de recuperar la calma que había perdido― Si puede esperar.

Tomé a James de la mano y por poco lo arrastro hasta el elevador. Tenía que llegar hasta mi chico antes de que me arrepintiera, así que apenas llegamos al apartamento, le pregunté a Maureen donde estaba.

―En el despacho aún. No creo que haya notado que saliste ―informó.

―Gracias, querida. Buenas noches a los dos.

― ¿Vas a estar bien? ―preguntó James luciendo realmente preocupado.

Primero mi fuerte discusión con Ian y luego la llamada que había quedado sin explicación. Creo que tenía razones para preocuparse, pero ahora yo estaba más interesada en refugiarme en todo lo que solo mi chico podía brindarme.

―Todo bien, tranquilo ―afirmé y corrí escaleras arriba.

"No deberías hacer este tipo de ejercicio, mamá" Me dije mentalmente a mi misma, pero la premura de la situación lo ameritaba.

Esta vez, sin siquiera golpear la puerta entré corriendo al despacho de Ian y antes de que lograra echarme de su espacio vital como la vez anterior, me lancé a sus brazos y lo besé, aun cuando él ni siquiera reaccionaba ante mi inesperado regreso y mucho menos a mi frenética muestra de afecto. 

Al menos contaba con el hecho de que su impulso prácticamente vital de contenerme entre sus brazos, seguía absolutamente intacto.

―No digas nada ―supliqué mientras lo besaba desesperadamente y abría torpemente los botones de su camisa.

―Amy...

―Por favor ―jadeé con mis labios pegados a los suyos para interrumpirlo, mientras luchaba por desnudarlo con impericia― No me pidas que me vaya. No ahora, por favor.

Guiada por una pasión enardecedora, me apoderé de la poca voluntad que le quedaba para resistirse a la tentación de entregarnos a nuestros mas bajos instintos. 

Me bastó con el gruñido que hizo eco en su pecho, mientras sus manos comenzaban a lidiar con mi ropa, para saber que si había algo que discutir, ya tendríamos tiempo mas tarde.

Apenas pude abrir su camisa cuando me lancé como una bestia contra su pantalón y de rodillas frente a él, no pude evitar frotar mi mejilla contra sus muslos para luego hacer lo propio sobre su incuestionable erección. Que me contemplara desde las alturas con un deseo descarnado en los ojos, no ayudaba mucho a controlar mi lujuriosa arremetida.

Quería sentirlo, necesitaba saber que estaba conmigo, que seguía siendo yo la mujer capaz de hacerle perder el control y que nada ni nadie podría separarnos. Ni una discusión tonta sobre su falta de confianza o el siniestro regreso de su padre, que por algún evidente motivo no desaparecía de mi cabeza.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Where stories live. Discover now