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― ¡Buen día! ―exclamé entrando a la cocina, donde Maureen ya tenía el desayuno preparado y olía de mil maravillas.

― ¡Buen día, querida! ―respondió mi mujer favorita mientras me aceptaba un beso en la mejilla de buena gana.

― ¡Eso huele delicioso! ―dije sentándome delante de la isla y sirviéndome un vaso de jugo de naranja recién exprimido, cortesía de Maureen.

―Hot-cakes para hoy, porque si no comes algo más contundente, vas a desapa... ¡Santa madre de Dios! ―exclamó al voltearse con el sartén en una mano y la espátula en la otra― ¿¡Qué demonios te hiciste!?

― ¡Nada! ―Me puse de pie rápidamente para buscar el error en el look del día, pero no encontré nada que me pareciera fuera de lugar― ¿¡Qué tengo de malo!?

― ¿¡Malo!? ―No dejó de mirarme de la punta del cabello hasta los pies, una y otra vez― ¡Te ves radiante!

― ¿Verdad que sí? ―reafirmó Ian entrando a la cocina para acompañarme en el desayuno, mientras anudaba su corbata― Apenas vi ese jumpsuit, supe que mi chica tenía que usarlo un día como hoy ―Sonó ilusionado con la idea y me besó cariñosamente el hombro que quedaba al descubierto.

―No exageren. Agradezco tu encantador regalo que de seguro te costó una fortuna, pero la ropa no hace a la chica ―O al menos eso pensaba. 

Pero honestamente, llevar un jumpsuit negro strapless con un pequeño corte en "v" entre mis senos, me hacía sentir bastante diferente. Si Ian quería presentarse en el trabajo con "su chica" -término que me revolucionó cada una de las hormonas cuando lo dijo por primera vez, por cierto. Y cada vez que vuelve a decirlo la reacción es la misma-, debía llevarla luciendo como una diosa y se había encargado a la perfección de ello. Una coleta alta, un maquillaje bastante sobrio y unas sandalias de tira con tacón y a juego con la prenda, hacían de mi apariencia algo realmente llamativo.

―Está todo listo ―informó la voz de James y el momento de enfrentarme a él a primera hora de la mañana, había llegado― Salimos cuando lo órdenes y debes... ¡Jesucristo! ―exclamó al verme y se detuvo en seco.

―Buenos Días, James ―balbuceé sintiéndome absolutamente incómoda.

― ¿Qué carajos le hiciste a mi hija, Brockmann? ―Me miró de pies a cabeza, tal como lo había hecho Maureen y cariñosamente se acercó a mí para besarme la coronilla.

― ¡Es solo ropa! ―exclamó divertido― ¿Acaso no sabías que tenías una hija despampanante?

―Ni siquiera yo sabía eso ―balbuceé sorprendida, tanto por su comentario, como por el hecho de que James se hubiese preocupado más de como lucía que de por qué había despertado en casa de su jefe esa mañana.

― ¡Todos ustedes están locos! ―ironizó Ian entre risas.

―Tú estás enamorado ―agregó James con su típico jueguito de insultos― Pero es cierto, querida. Eres despampanante ―Me susurró y me guiñó un ojo.

―Es que me parezco a mi padre ―bromeé repitiendo su gesto para luego darle una mordida al trozo de hot-cake que tenía en el tenedor. Ambos nos sonreímos.

― ¿Les parece prudente coquetear en mi presencia? ―reclamó Ian posándose tras de mí y enredando sus brazos a mi cintura.

― ¡Jódete, Brockmann! ―exclamó mi padre levantándole el dedo de en medio y saliendo de la cocina― ¡Apresúrense! ¡Ya llegan tarde! ―Se le oyó decir, aunque su silueta ya ni se veía.

―Vaya ―susurré.

― ¿Qué pasa? ―interrogó mi chico acariciando mi hombro con su nariz.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Where stories live. Discover now