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Si comía un solo ravioli más, mi panza iba a estallar. 

Ian se había asegurado de que comiera al menos un poco de las tres especialidades de la casa y aunque la pasta estaba por salirse por mis orejas, no toleró un no por respuesta cuando ordenó una panna cotta de frambuesa como postre, que claro, solo yo recibí. 

Él estaba más cómodo con un vaso de whisky y tal vez James también lo hubiese estado, de no tener el deber de conducir más tarde.

―Bien, ya hemos espantado el mal humor ―soltó Ian en un suspiro cuando James aún no regresaba del tocador― ¿Qué tal si pasamos a la negociación?

― ¿A qué te refieres? ―Arqueé una ceja intrigada.

―Amy ―Pude notar como sopesaba la idea que estaba por verbalizar. Dibujó el borde de su vaso con la yema de su dedo índice y su verde mirada me paralizó― Te quiero de vuelta ―Su afirmación hizo que algo desconocido revoloteara en mi estómago― Es lo mínimo que mereces por todo lo que has hecho por mi ―Definitivamente si lo que revoloteaba eran mariposas, aclarar que todo era por simple agradecimiento, les arrebató las alas en un instante.

―Quieres que vuelva a ser la chica de la correspondencia.

―No ―interrumpió James sentándose nuevamente a mi lado― Ya tiene quien se encargue de eso.

― ¿Entonces? ―Los miré a ambos sin entender qué dirección tomaría la conversación.

―Alex se quejó de tener un exceso de trabajo y le dije a Ian que tú eras la indicada para ser su asistente.

― ¿Asistente del asistente? ―No pude evitar reírme de lo ridículo que sonaba― Acaso, ¿eso existe?

―Cuando hablas de Ian Brockmann y de todo lo que incluye su agenda, puedo asegurarte de que pronto necesitarás una asistente tú también.

― ¿Una asistente de la asistente del asistente? ―carcajeé― Tú no tienes un asistente James.

―Técnicamente no, porque es difícil tener un asistente cuando eres el jefe de seguridad. Pero tengo bajo mi orden a veinte personas más. No podría lidiar con todo solo.

― ¡Vaya, señor Brockmann! ¡Ha amasado todo un imperio! ―Me burlé y él inclinó la cabeza fingiendo una exagerada reverencia, mientras una gigantesca sonrisa le partía la cara en dos. Al parecer ese tipo de halagos eran sus preferidos.

―No lo sé ―dudé falsamente. Estaban ofreciéndome algo imposible de rechazar, sobre todo en las circunstancias en las que me encontraba.

―Deja que James negocie por ti. Es bueno en eso ―sugirió y la idea no me pareció tan descabellada.

―De acuerdo.

Ambos se miraron como un par de lobos al asecho y me pareció gracioso ese juego entre ellos. Ian y James parecían tener una relación muy particular y si no hubiese sabido que había entre ellos una relación laboral, apuradamente hubiese dicho que era su padre o algo similar.

―Lanza la bomba, Bloom ―desafió terminando de beber lo que le quedaba de whisky de un solo trago.

―Lunes a viernes, de ocho a cinco y un mes de vacaciones, además de las bonificaciones que le correspondan. Multiplica el salario por diez.

― ¿¡Por diez!? ―Mi exclamación se ahogó en mi garganta. Definitivamente James había perdido la cabeza.

― ¿¡Es una broma!? ―soltó como si lo hubiesen insultado en sus narices― Alex va a necesitarla hasta las seis y también los sábados. Una de vacaciones por el triple del sueldo.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Where stories live. Discover now