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Abrí los ojos de una sola vez, sintiéndome perdida en tiempo y espacio.

Por una milésima de segundo creí que todo había sido una horrible pesadilla de la que acababa de despertar y que si iba a la habitación de mis padres, todo estaría bien y mi papá me recibiría con una sonrisa que me devolvería la tranquilidad, pero el dolor punzante en cada uno de los músculos de mi cuerpo me dio la certeza de que no era así.

Por la poca luz que había en la habitación, pude deducir que era tarde y que me había dormido cuando menos debía. Tenía miles de cosas que hacer.

Hice el amago de levantarme, pero el brazo de Ian sobre mi cintura lo impidió. ¿En qué momento habíamos llegado hasta a mi cama? ¿Estaba dormido? ¿En qué momento se había puesto el traje negro?

Volví a recostarme y con la cabeza apoyada en la almohada, quedé justo frente a él.

Lo observé en silencio por largos segundos y cuando creí que realmente estaba profundamente dormido, me di el lujo de contemplar cada rasgo de su rostro, pero ahora de cerca. Estaba despeinado y eso lo hacía ver un poco menos formal y más relajado, pero la verdad es que se veía igual de atractivo.

Mordí mi labio inferior como única evidencia de que por dentro me carcomían las ganas de besarlo.

— ¿Te gusta ver a la gente dormir? —susurró sin abrir los ojos y logró sacarme una pequeña sonrisa.

—Me gusta cómo te ves cuando no estas gruñendo como oso —susurré también— Tengo que levantarme —dije muy a mi pesar— Tengo muchas cosas de las que hacerme cargo.

—Alex ya se hizo cargo de todo. Quédate un poco más —Refunfuñó entre las almohadas, como todo un niño.

—Vaya. Ahora veo para qué sirven los asistentes personales. ¿Puedo tener uno también? —Mi voz tenía un tono infantil.

—Todos los que quieras, pero solo si te quedas un poco más.

Por un instante sentí como si estuviese levantándome por la mañana y mi esposo estuviese negociando los términos de la salida de la cama. De seguro el duelo estaba afectándome demasiado y me estaba haciendo imaginar cosas completamente absurdas.

—Tal vez debería ser más aventurada con mis exigencias ―inquirí tratando de sonar juguetona, aunque no tuve mayor resultado.

—Pídeme lo que quieras, Amy. Puedo poner el mundo a tus pies si lo deseas, pero con una sola condición.

—¿Qué me quede un poco más? —remedé su solicitud.

—No. Que no vuelvas a llorar como lo hiciste hoy  ―Su petición me dejó perpleja― Puedo evitarlo todo. Si tienes hambre puedo llamar al mejor chef del mundo para que cocine para ti. Si tienes frío, puedo encender millones de dólares en una fogata para que te calientes. Si tienes dolor, compraría hasta la última dosis de morfina en el planeta para aliviarlo. Pero lo único que no puedo evitar, es que te desmorones de esa forma y me sentí tan... ―En un instante silente buscó la palabra correcta― ...impotente ―dijo al fin― Tan impotente al no poder hacer nada, que, por primera vez en mi vida sentí que estar en la lista de Forbes no servía para absolutamente nada.

— ¿Por qué querrías hacer todo eso por mí? ―No tenía sentido. No después de todo lo que habíamos vivido. "Muchas veces Ian no lo tiene" Recordé lo que alguna vez me había dicho James, corroborando que no podía tener más razón.

—Porque te lo debo. Porque quiero, porque se me da la gana. Hay muchas razones, pero la principal, es porque eres importante para mí.

—Creo que sigues dormido —bromeé casi sin ganas, mientras arrugaba la nariz.

Sobre mi Cadáver  [TERMINADA]Место, где живут истории. Откройте их для себя