—Aléjate —ordena. Cuando ella lo hace, se sienta suspirando tras su escritorio.

     —¿Por qué eres tan malo conmigo? ¡Quería verte!

     —Estoy trabajando. Y, ya me viste —Puso sus ojos en ella—... puedes retirarte.

    Catalina parpadeó.

     —Pero recién lleg-

     —Que te retires.

     —Nico-

     —Ahora.

     Resoplando, se levanta con brusquedad y comienza a caminar hacia la salida. Lo mira, y sus dientes casi rechinan.

     —Algún día te darás cuenta de lo imbécil que estás siendo conmi-

     —Cierras la puerta —dijo, sin prestarle atención.

     Catalina pateó el suelo y cerró la puerta con un portazo. Nicolás dejó de revisar los papeles y golpeó fuertemente el escritorio.

     —¿Quién eres como para hacerme sentir tan idiota? —cuestionó, recordando a... su empleada.

     Da otro golpe, y sujeta su cabeza al sentir otra punzada de dolor. ¿Qué mierda le pasaba?

🔸🔸🔸

     —Lucía, sé que estás ahí. Abre —Sandra observa preocupada a Natalia.

     Natalia la mira igualmente preocupada; su preocupación era compartida e iba dirigida a una persona.

     —Déjenme sola —dice, casi inaudible.

     —¿Qué pasó? —La ignoró—. Lucía —se acercó más a la puerta—, ¿estás llorando?

     Lucía, en el otro lado de la puerta, limpió bruscamente sus lágrimas.

     —Por supuesto que no.

     —¿Por qué estás llorando, ah? —No hubo respuesta—. Lucy, dinos algo... ¡cualquier cosa! Confía en nosotras.

     Apretó sus ojos, pero los abrió nuevamente.

     —Soy tan patética.

     Sandra se acercó más a la puerta.

     —No, Lucy, no lo er-

     —¡Sé que lo soy! —Bajó la mirada a sus manos y luego volvió a subirla—. Supongo que... a veces las personas que amamos, son quienes más nos lastiman. Sea directa, o indirectamente.

     —Lucía...

     Se escuchó una risa amarga.

     —Déjenme sola, en serio. En un rato estaré bien —dijo, pero realmente quiso convencerse.

     Sandra cruzó sus brazos, obstinadamente. 

    —No nos ire-

    —Sandra, déjala.

    La aludida la miró como si le hubiera dicho que los chocolates que conseguía no eran de calidad.

    —¿Qué? No. Ella necesita de-

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora