—No lo sé.

—¿Él te gusta?

—¡No!

—Bueno, usualmente la gente besa a alguien que le gusta —comentó mientras servía tres tazas, dos de café y una de cocido con leche para Olivia.

—No, yo no... —quise responder con convicción, pero entonces...— Él no me gusta, ¿verdad?

—Eso solo lo sabés vos. Y sé que darte consejos a vos, "Celestina" —dijo marcando las comillas—, es como hablar con una pared, te entra por un oído y te sale por el otro. Pero deberías intentar poner en orden tus pensamientos y emociones. Porque si seguís así solo vas a lastimar a esos chicos y a vos misma.

—Lo sé.

♥ ♥ ♥

Lo sabía.

Y en eso estaba, en tratar de poner todo en orden. Pero era difícil cuando mi corazón se había vuelto un caos y la única emoción que prevalecía por sobre las demás era la culpa.

Me sentía fatal. Había engañado a Jesse, le había puesto los cuernos. Había traicionado su confianza, era la peor basura existente. Dios, quería que la tierra me tragase. No tenía ni idea de qué hacer al respecto.

—Celeste, hay una llamada entrante —casi pego un salto al escuchar la voz de Casiano.

—S-si —tartamudeé, contestando el teléfono—. ¡Ho-hola! Estás saliendo al aire por Stereo Hearts. Soy Celestina, ¿en qué puedo ayudarte?

—Yo vengo a pedir ayuda —dijo la voz gruesa. Aunque no era tan extraño, era inusual que hombre llamen a la radio en busca de consejos—. Yo... creo que mi esposa me engaña.

Me quedé congelada, aguantando el impulso de mirar a Casiano.

Esto parecía ser una broma.

—¿Querés contarme lo que pasó? ¿Por qué decís eso? —logré decir, poniendo todo mi empeño en ser Celestina y no Celeste.

—Desde hace un tiempo la noto rara, distante —comenzó a relata con voz calmada pero triste—. Nosotros nos casamos de muy jóvenes, tenemos tres hijos y tenemos un matrimonio ordinario. Pero desde hace meses, ella ha salido más de lo normal, diciendo que iba a casa de amigas que no veía en años, e incluso llegaba con ropa nueva diciendo que se las regalaba su madre o su hermana. Tampoco se despegaba jamás del celular. Y, ahora de la nada se fue de vacaciones con esas amigas. Pero cuando las llamé ellas me dijeron que ni siquiera se estaban viendo con mi esposa. Creo... Creo que son pruebas suficientes para creer que ella tiene un amante.

—¿Y se lo has dicho? —pregunté—. ¿Hablaste con ella?

—No. No tengo el valor para hacerlo —respondió —. Temo saber la verdad. Temo saber que ya no me ama. Ella es el amor de mi vida, no quisiera perderla.

—Te entiendo, pero si seguís así esta duda sólo te hará mal a vos, te irá carcomiendo de a poco.

—Lo sé, y aun así no logro juntar coraje para enfrentarla —dijo con una voz cargada de emociones contradictorias—. Y si ella me dice que.... Y si ella....

—Si ella te confirma que tiene un amante, ¿qué harías? —pregunté suavemente, en parte para no incomodarlo y en parte porque tenía un poco de miedo de su respuesta. Es decir, ¿qué me diferenciaba a mí de su esposa adúltera?

—Realmente no lo sé —respondió luego de un largo silencio—. La amo, pero no sé si sería capaz de perdonarla.

♥ ♥ ♥

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now