Entre las Sábanas, también puede existir el amor.

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Narrador Omnisciente.

Al llegar a casa, ambos suben a la habitación, lentamente. Vanessa iba tarareando una canción, una que tenía un ritmo algo erótico. Algo que estaba influyendo en las ganas que tenía Jason ahora mismo, lo estaba haciendo enloquecer, y principalmente, también a sus voces internas. Estando ya adentro de la de la recámara, McCann se le acerca a Steele, eran las doce de la madrugada. Oficialmente San Valentín. Él la levanta del suelo, cargándola. Ella ronronea, sonriendo traviesa.

—¿Por qué? ¿Acaso estabas cobrando venganza? —susurró Jason, notablemente furioso y podría decirse algo celosoNo quiero que vuelvas a coquetearle a nadie más.

No. —soltó Vanessa, haciendo a Jason fruncir el ceño, ella ya sabiendo las consecuencias que le podría traer negarse, continuó.

¿Que dices, que dijiste? —preguntó Jason, apretando sus labios, no quería castigarla. Aunque, lo que más quería en estos momentos era coger, y duro, pero sólo con una mujer... y lamentablemente, era Vanessa.

No. —repitió Vanessa, encogiéndose de hombros. Jason la recostó sobre la cama, abriendo sus piernas, mientras se quitaba la camisa, y luego los pantalones. Ella sólo optó por observar, admirar. Sabía lo que decía, por y para que lo hacía.

Dejó unos cuantos besos en los muslos de ella, subiéndolos hasta su abdomen, llegando repentinamente a sus labios apoderándose de estos. Separándose minutos después para así tomar aire, respirando pesadamente. Observándola, dejó algunos besos sobre su pecho para luego así volver a levantar su cabeza, mirándola aún fijamente hacia sus ojos.

Eres mía. —susurró McCann, pasando su mano por su abdomen, para así luego llegar hasta su intimidad rozando y frotando duramente en esta zona.

Completamente tuya. —murmuró cómo pudo, soltando jadeos, no podía sentir resistiéndose más, ella deseaba más, quería más, necesitaba mucho más.

Él volvió a recorrer su figura, hasta llegar a su intimidad, metiendo su lengua, saboreando por un rato. Hasta que se cansó, tenía ganas de embestirla. Le dió una media vuelta bruscamente, agarrándola de los brazos, manteniéndola completamente acorralada, agarrándola del cuello, por igual. Se adentró a ella, para así empezar a dar rápidas, duras y fuertes embestidas, haciéndola gemir. Sus gemidos invadían toda la habitación, haciendo enloquecer cada vez más a McCann.

Él quería lo que es mío. —susurró Jason, en el oído de Vanessa, ahorcándola un poco. Algo sádico y enfermo, pero a ella le encantaba esta faceta de McCann. Su lado brusco, la volvía loca.

También, ella comprendió, que a él no le gusta compartir.

A la mañana siguiente...

Se encontraban desayunando, en la gran mansión de Jason. No cabía mencionar de que, Vanessa tenía un dolor muscular inmenso, pero Jason fue atento y amable, y le brindó pastillas para que el dolor se le relajase. La mirada de Jason carcomía a Vanessa, algo que a ella a veces le gustaba, y otras, la incomodaba. Porque ella quisiera saber que demonios estará pasando por su cabeza.

Podría... darte... la llave de mi mansión, para que cuando quieras, vengas, traigas algunas de tus cosas y te quedes, a dormir. —soltó de la nada Jason, tomando por sorpresa a Vanessa, quien automáticamente dejó su café encima de la mesa otra vez, observándolo con los ojos abiertos como dos huevos.

¿Acaso me estás pidiendo que me mude contigo? —susurró, dándole una sonrisa coqueta pero a la vez con ternura, mientras que él asiente, provocándola a sonreír más en grande, su sonrisa era amplia— Está bien.

—¿"Está bien"? ¿Sólo eso? —respondió Jason, con notable decepción en su voz, tornando su cara de pacífica a triste.

—No, es sólo que... debería traer unas cuantas cosas de mi mansión. —susurró Vanessa, brindándole una sonrisa a Jason la cual le hizo sentir tranquilidad.

Lucifer Where stories live. Discover now