"¿La pongo nerviosa, Señorita?"

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Vanessa Steele.

Señorita Steele... ¡Señorita Steele! —oigo decir a mí abogado, sacándome de un pequeño trance en el cuál estaba.

Disculpe, continúe.

Sonreí divertida y traviesamente, apartando por unos segundos mi mirada con la de Jason, conectándome con la del abogado. Este rodea los ojos, seriamente, cruzándose de brazos.

—Señorita, está muy distraída, y todo ha sido desde que el Señor McCann está aquí. ¿Puedo pedirle que se vaya, Señor McCann?

Vi a Jason levantarse, agarrando la perilla de metal, para irse, pero lo detuve.

—No, quédese aquí, McCann. —digo, mirándolo de espaldas. Hasta de espaldas se veía tan jodidamente caliente.

Jason, se voltea, suspirando, solté una risita, estaba aguantando su furia y sus palabras. Sabia que quería hablar.

Continúe, Abogado. —digo, volteándome a verlo.

La noto algo tensa, ¿Que sucede?

—El Señor McCann, su mirada me pone nerviosa.—volteo a verlo, este me observaba fijamente, al ver mis ojos se relajó un poco suspirando, relamiéndose los labios para luego sonreír.

¿Lo hago?—susurra Jason, a penas audible para mí.

Me levanté, sin importarme un carajo los comentarios y opiniones ridículas, y estúpidas, de mi abogado. Trabaja para mí. No se de que carajos se queja, yo soy la que debería quejarse. Unos ojos mieles, me observan fijamente a los ojos. Bajé la mirada a la mesa, de la cuál estaba apoyada para poder estar más cerca de él y así poderlo observar mucho mejor. Este me levanta la cabeza tomándome por la barbilla, y al volverme a tener embelesada, decidió sonreír divertido para luego hablar.

¿La pongo nerviosa, Señorita?—susurró, haciéndome una pregunta, Jason.

Me mordí el labio. Era molesto para mí admitirlo, pero a veces soy su sumisa. Me tiene a sus pies, y sin duda, ese descarado lo tiene bien en claro o ya tiene sospechas de ello.

Lo tomaré por un sí.—susurra Jason, sobre mis labios, mordiéndome el labio, jalándolo para luego soltarlo.

Mierda, agárrenme que me caigo.

Venimos dentro de una semana...

—Pero Señor McCann, no podemos...

—Pues no harán, o me lo desplazan para ese día, o se las verán conmigo. —dice firme Jason, Joder, la vena se le sale del puto cuello... y se ve tan sexy concentrado
— Y, con todo respeto, aparte los sentimientos del trabajo profesional. Vanessa Steele no está disponible, y mucho menos sola. Está conmigo.

El Abogado asiente, levantándose, dándole la mano a Jason. Dudosamente, Jason le devuelve el saludo dejándolo irse. McCann se voltea a verme, acomodándose el traje.

—Ojalá y fueses mi jefe... —susurro sonriendo traviesa, acercándomele— Te hago todo menos los papeles.

—Oh, ya veo que debería ponerse traje más seguido... —sonríe Jason, lo tomé del saco y lo choqué contra la mesa, subiéndomele encima— Santísima mierda, Nena.

Me estabas prendiendo en llamas en ese asiento, esa mirada, ese traje... —susurré sobre sus labios, mirando estos y luego lo mire a los ojos sonriendo traviesa— Me puse a imaginar incontables cosas sucias, Joder, ¿y Cómo no hacerlo?

Estás matándome, Vanessa... —susurra ronco Jason, mordiéndose el labio.

Me dieron tantas ganas de que me tomases de la cintura, y me sentarás encima de ti...—susurré rozando sus labios con los míos— me acariciaras, me quitaras la falda, me tomarás del pelo, que me hagas de todo.

Maldita sea, Steele. —murmura Jason, al fin apoderándose de mis labios.

Me recostó en la mesa, lanzando varias cosas al suelo, cosas de la oficina de mi padre que realmente, no me importan, ni deberían hacerlo. Me acorraló, agarrándome ambas muñecas mientras me besaba. Soltó mis muñecas, usando sus manos para quitarme la blusa y la falda que traía puesta, pasando sus manos por mi figura correctamente. Sus manos estaban frías. Dándome escalofríos, sintiendo una electricidad recorriendo por todo mi cuerpo.

Adrianne Vanessa Kowalski Steele, ¿Que carajos está pasando aquí?

Me separé de los labios de Jason, levantando la cabeza, y al ver quién es, volví a recostarme, suspirando.

—¿Qué pasa? Bueno, trabajaba con McCann una investigación interna de "¿Cómo comprobar que un pene es grande?" Y sabes que descubrí? —Jason parecía aguantar la risa— Qué cuando se excita la tiene tan grande que casi me deja sin aire suficiente. Lo más lindo de esta historia, es que, ese paquete es mío.

Adrianne, Levántate de ahí.

Le sonreí divertida A Jason, este se levanta acomodándose la ropa, para luego ayudarme a bajar. Le guiñé un ojo, sabia que lo que dije aparte de de hacerlo reír le aumentó el ego. Me le acerqué a mi padre, y este me da una cachetada.

¡Carajo! —grité tan alto que hasta desde afuera del edificio debió de escucharse— Vuelves a maltratarme de tal forma, y te juro, que vas a sangrar hasta por dónde no te da la luz.

—Respétame. Deberías estar avergonzada por ser una...

—¿Zorra? Logan, No debería sentirme avergonzada por algo que soy. —digo, cruzándome de brazos— Por cosas cómo está, no me gusta pisar este maldito edificio.

Jason se me acercó, dándome un beso en el cuello, para así después colocar sus manos en mi cintura.

Y tú, espero que estes consciente de tus actos, Jason McCann. 

No... No tienes Derecho a Amenazar a mí...

—Disculpe, Logan. Pero creo que el enfado lo está cegando lo suficiente cómo para no darse cuenta de sus actos, y sus argumentos. No hable sin saber, con todo respeto. —dice Jason, con toda la seriedad del mundo, para luego tomarme de la mano y sacarme de allí junto con él.

Entramos por el ascensor, y cuándo al fin tuvimos un tiempo a solas, lo miré detalladamente. Se veía tan bien en traje. Sus tatuajes...

¿Qué tanto me miras, Acosadora personal?

Lo bueno que estás. —escupo, al darme cuenta de lo que dije hice una mueca levemente.

Mírate, tú estás para chuparse los dedos... —dice Jason, volteándose a verme— Esos labios... Y, esos senos, podría hacer una rusa con ellos.

Iugh, Eso sonó tan sucio... —susurré sacando la lengua, mirándolo.

Oh, Dulce Princesa, Reina De Papi... —susurra Jason, acercándose a mí, con una sonrisa diabólica que estaba a punto de hacerme chorrear— No sabes todo lo que quiero hacerte. —finaliza acariciándome la mejilla con uno de sus dedos y con el otro los labios

El ascensor se abre, y el rubio se separa de mí, saliendo del ascensor.

Maldito. ¿Por qué es que tuvo que ser tan ardiente y irresistible?

Lucifer Où les histoires vivent. Découvrez maintenant