"Nunca digas nunca."

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Jason McCann.

Al día siguiente...

Desperté, estaba en mi cama con Vanessa durmiendo encima de mi pecho. Se veía tan angelical. Y pensar que ayer se veía totalmente diferente, sexy, salvaje, apasionada... nunca había visto ese lado de Vanessa, lleno de lujuria.

Acaricié su cabello suavemente, para luego darle un beso en la frente sonriendo con ternura.

Uhm, Jason... —escucho murmurar a Vanessa, abriendo lentamente los ojos y aparentando el agarre que tenía en mi abdomen.

Buenos días, linda. —susurré, y esta sonríe mirándome detalladamente.

Y Muy buenos, ¿Cómo amaneciste, Cariño? —pregunta Vanessa, acomodándose, apegándose mucho más a mi, colocando su muslo encima de mi.

—Mejor que nunca, porque te tengo a mi lado, hermosa. —susurro, al verla morderse el labio no pude evitar relamerme los míos, se veían tan apetecibles sus labios.

Qué romántico, Maldición McCann. —susurra Vanessa relamiéndose los labios, sentí una de sus manos pasar por mi abdomen para luego entrar su mano en mi bóxer y agarrar a mi miembro— Me excitas, Papi.

—¿Nunca te cansas? —pregunto con un tono de broma, arqueando una ceja.

—Jamás. Me duele todo, pero soy algo masoquista... —dice Vanessa, sentándose en la cama, mientras me observaba— Me encanta el dolor.

Sus ojos se habían tornado en un color rojizo, amo cuando pasa eso.

Un celular empieza a sonar, y era obvio que era él de Vanessa, ya que sonaba una de mis canciones, pero en forma acústica.

¡Mierda!Maldice Vanessa al ver el nombre que estaba en la pantalla.

—¿Quién es? ¿Que sucede?

—¡Hablamos luego! —dice Vanessa, dándome un beso en la mejilla colocándose las prendas lo más rápido posible.

Me levanté, agarrándola de las caderas apegándola a mí. Sentí como se estremecía.

Dime, linda.

—Tengo que ir a ver a Nathaniel, nos vemos luego, McCann. —dice Vanessa, dándome un corto beso en los labios como despedida.

—¿Debería estar celoso de Nathaniel? —digo alto, al verla en la puerta de la salida, esta voltea sonriendo, moviendo su cabeza en forma de negación.

—Es sólo un gran compañero, nadie puede reemplazarte, nadie es como tú, Jason McCann. ¡Te amo! —grita Vanessa lanzándome un beso para luego entrar al auto.

Amo a esta mujer. Es toda mía, esas curvas, esa sonrisa, esos labios, todo eso es mío, que es la mejor parte. Aún esto no es oficial, pero pronto lo será.

Nunca digas nunca.

Lucifer Where stories live. Discover now