Capítulo 24

100 11 0
                                    

5 de agosto.

A pesar de la charla que tuve con Angelique hace un par de semanas, a pesar de haber resuelto las cosas con Anahí, a pesar de todo me seguía sintiendo triste.
Sentía un inmenso vacío dentro de mí desde aquel día, sin embargo no volví a hacerme daño por la promesa que le había hecho a mi prima.

La relación con mis compañeras de habitación se había deteriorado más porque ahora era yo quien no hablaba con nadie o lo hacía muy poco.

No entendía que era exactamente lo que había cambiado en mí.

Mis calificaciones bajaron pero seguía aprobando. Mi apetito había disminuido notoriamente y eso alertó a los médicos pero a pesar de sus charlas y sus quejas nada cambiaba. Era la depresión otra vez.

La depresión es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana. Los trastornos depresivos pueden estar, en mayor o menor grado, acompañados de ansiedad.

El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva: como es la tristeza constante, decaimiento, irritabilidad, sensación de malestar, impotencia, frustración a la vida y puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida. En la mayor parte de los casos, el diagnóstico es clínico. La persona aquejada de depresión puede no vivenciar tristeza, sino pérdida de interés e incapacidad para disfrutar las actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del transcurso del tiempo.


Pero ese día mi depresión había sido mucho más fuerte. Ese día era el "aniversario" (por llamarlo de alguna manera) del día en que Mariana se había ido y cada año en esa fecha lloraba hasta dormirme. Ese año fue el último día de aquella tradición. Pero ese día no salí de mi cama, no comí absolutamente nada a pesar de los esfuerzos que hicieron para sacarme de ahí.

"Aún me siento débil, siento que podría caer en cualquier momento, con cualquier pequeño viento que roce mi piel. Jamás entenderé por qué te extraño de esta manera, jamás sabré por qué fui tan poco importante para ti y no volvimos a saber nada de nuestra amistad".

9 de septiembre.

Este día he abierto los ojos después de dos meses, pero ha durado tan poco.

Tuvimos una charla general con todos los internados de la clínica acerca del amor propio. Es algo que pintan tan hermoso desde que tengo memoria, diciendo que debes amarte a ti primero para luego poder amar al resto del mundo. Esto es algo que considero falso, pues yo he amado con todo el corazón y sin embargo no me amaba ni un poquito a mí misma e incluso podría decirse que me odiaba. Y es que así era, había llegado a querer tanto a mis amistades, a la gente que me rodeaba, y sin embargo odiaba mi físico, odiaba ser alguien tan débil, odiaba todo lo relacionado hacia mi persona.

¿Por qué dicen que no puedes amar si no te amas a ti mismo?
Porque te aferras a aquellos que amas y crees que son todo lo que necesitas para ser feliz, crees que con ellos todo estará bien a pesar de estar roto, ¿pero qué pasa cuando ellos simplemente se alejan de tu vida? ¿Qué pasa cuando te quedas solo, cuando solo te tienes a ti mismo, la persona que más odias?
Y sobre todas las cosas, ¿qué te hace creer que alguien más puede amarte, si no te puedes amar tú?

Aquella charla me hizo comprender que mi dependencia emocional hacia los demás se basaba en la falta de cariño hacia mi persona.
Alguien que se quiere, que se ama y se respeta solo depende de sí mismo para ser feliz.

Y a mí eso era lo que me hacía falta.

Entonces volvió a comenzar mi lucha contra la depresión que había abandonado hace un par de meses atrás. Busqué formas por todos los medios posibles para comenzar a amarme.
Fue lo más difícil que he hecho, ¿Cómo empiezas a quererte después de odiarte por años, después de haber deseado en mil y un ocasiones salir de tu piel para convertirte en un ser sin imperfección alguna?

Y sin embargo sabiendo lo difícil que era, lo intenté con todas mis fuerzas, centré mi atención a mis estudios y mi alimentación, volví a divertirme con Anahí como solía hacerlo, volvimos a tener nuestras charlas nocturnas y nuestras tardes de café y galletitas.

Jamás volví a saber de Julián, jamás supe por qué dejamos de hablar, pero él es parte de mi historia porque sé que él provocó parte de la depresión que tuve meses antes. Y sé que no fue su culpa, él solo era amable y comprensivo conmigo, tal vez demasiado, pero él estaba ahí cada vez que las cosas iban mal y por eso me aferré a él, me acostumbré a sus consejos, a su buena vibra, a su cariño. Y luego simplemente todo eso se acabó.

Hay personas que solo llegan a tu vida para intentar reconstruirte un poco y luego se van dejándote su grato recuerdo. Yo no entendía eso en ese entonces, una persona común y corriente tomaría lo bueno de aquella amistad y lo guardaría de experiencia, usaría los consejos en el futuro y le estaría agradecido siempre.

Yo, con mi dependencia emocional, no hice más que culparme de lo que había pasado, diciéndome a mí misma que a lo mejor era mi culpa, que era demasiado pesada, que se había hartado de mí, que no era suficiente para alguien tan genial como él.

Julián estuvo un tiempo muy escaso en mi vida, tanto que tal vez siquiera valdría la pena mencionarlo, pero fue alguien muy importante en ese corto periodo de amistad, me enseñó miles de cosas, me ayudó demasiado y también me hizo caer sin proponerselo.

Pero supe darme cuenta pocos meses después e intentar salir adelante.
Lo que yo no sabía a la hora de proponérmelo era que el ojo de la tormenta apenas estaba comenzando.




















Se acerca el final.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora