Capítulo 16

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Odio estos días, los días en los cuales estoy mal porque sí, porque quiero, porque ¿por qué no?
Porque pienso. Porque existo.

Días de ocio en los que lo único que hago es aprovechar mi tiempo a solas para lastimarme, odiarme.

Y yo me pregunto, ¿por qué es tan dificil olvidar el pasado? Dejar atrás todo, dejar atrás lo que en su momento te hizo feliz y hoy te hiere por no tenerlo, ¿por qué no puedo salir adelante? O mejor dicho, ¿cómo seguir adelante? ¿cómo continuar, si mis razones me fueron arrebatadas, si mi vida se me fue de las manos?

¿Cómo no odiarme si yo misma me destruí, si yo fui la quien permitió que me destruyeran? Si yo soy la que no olvida, la que no comprende que todo pasó, que ya terminó, que fue una etapa, ¿por qué no sé entender que no todo es para siempre? ¿Que la felicidad son momentos?

Estoy decepcionada de mí, de mis sentimientos, de mi vida y el rumbo que tomó. Yo no era así, yo no soy esta, no sé quien soy, no me reconozco. Estoy lastimada, estoy hecha un desastre, soy un par de huesos que se cree una bola de grasa que nadie más que yo puede ver.

Me fallé, le fallé a mi familia, a mis pocos amigos que tenía, a mi ahora ex novio. Pero sobre todo a mí yo del pasado, quien es la que hoy paga las consecuencias de ser tan estúpida, de ser tan débil y dependiente.

Odio ser yo, odio sentir, odio vivir, respirar, existir. Me odio. No quiero vivir más, no puedo hacerlo.

Hoy me levanté de mal humor, sin embargo cuando me dijeron que hoy volvía Dulce me alegré. Anahí y yo la extrañamos mil, y Angelique estaba emocionada por conocerla. Anahí realmente es un gran soporte, me ayudó a salir adelante luego del incidente con las grasas malditas.
Esperamos impacientemente a que Dulce llegara, era increíble verla después de tanto tiempo sin saber absolutamente nada de ella. De verdad nos hace falta aquí.

La vemos llegar a lo lejos en una ambulancia por la ventana. Saltamos de alegría y bajamos corriendo las escaleras hacia donde está Lennon, con la poca paciencia que nos queda esperamos a que Dulce entre y cuando lo hace prácticamente la aplastamos de un abrazo.

Se quejó. No me lo esperaba. Y supongo que Ani tampoco, sin embargo forzó un poco una sonrisa y nos abrazó nuevamente.

Debe estar adolorida, vaya una a saber qué pasó en todo el tiempo en el que estuvo en aquel hospital. Pero la verdad la duda me mata.
-tanto tiempo chicas, las extrañé muchísimo- nos dice Dulce. Me dan ganas de llorar, la extrañe mil. Lloraría de alegría por el simple hecho de tenerla de vuelta.
Nos soltamos del gran abrazo de reencuentro y nos dirigimos al jardín mientras algunos médicos se llevan las cosas de Dulce a la habitación. Charlamos las tres un buen rato hasta que Anahi dice que debe ir al baño, me sonríe y güiña el ojo.
Claro que yo sé perfectamente que no va al baño. Sólo debo procurar mantener a Dulce lo suficientemente entretenida para que no se dé cuenta de la tardada ausencia de la rubia.
-¿Y el hospital? ¿Qué tal? -wow, me salió rim... Concentrate, Maite.
-Tal como lo recordaba, blanco y depresivo, aún no entiendo cómo alguien pretende curar a otro alguien en un lugar asi, si fuera una suicida ya me hubiera tirado por la ventana. -dijo, y me reí, aunque por dentro no me causaba tanta risa pues yo sí era una especie de suicida y yo sí había pensado en tirarme por la ventana. Pero eso no importa ahora.
-Creeme que odiaría volver a un lugar así, intento flaquear lo menos posible así evito volver a un cochino hospital.
-Y de veras que cochino, no por el lugar sino por el doctor. Si vieras mi May, era un viejo todo arrugado, peor que la consejera de la clínica. -Reimos ambas, esta vez reí en serio. Es que realmente me hacia gracia imaginarme una persona más arrugada que esa señora, parecía que durante toda su vida vivió bajo el agua.

Continuamos nuestra charla un rato. Teníamos bastante de qué hablar pues después de tantos meses hay que ponerse al día, eramos como aquellas amigas de secundaria que al terminar esta se separan y 20 años después se reencuentran con la misma confianza que aquellas jovenes que fueron. Aunque el tiempo diferencia haya sido bastante más corto, pero el hecho era que la extrañaba muchísimo. Visualice mi reloj de muñeca; ya habían pasado 20 minutos desde que Anahí se dirigió al dormitorio, quiero decir "al baño", como sea, era hora de la sorpresa.
-Oye Dul, ¿vamos al dormitorio? Estoy un poco cansada y quisiera acostarme unos minutos. -le dije a la pelirroja, con un pelirrojo ya no tan notorio, un tanto desnutrido por su muy probable bajo calcio y hierro.
-Claro, sirve que me reinstalo y me vuelvo a familiarizar con el ambiente. -la excusa perfecta se la creó ella mera. Fuimos caminando a paso lento mientras seguíamos hablando. Afortunadamente, Lucina, una de las internadas, la detuvo para hablar con ella y yo me adelanté al cuarto que estaba a tan sólo unos cuantos pasos. Abrí la puerta y Anahí me explicó que lo de Lucina era una estrategia que ella misma impuso y me indicó que le llamara para que se apure, lo cual hice. Me asomé a la puerta y le grité a Dulce desde allí "apurate chamaca" y entré cerrando la puerta. Me escondí tras una mesa que habían colocado y esperé emocionada junto a Any que Dul entrase al cuarto.

Cuando abrió la puerta, vio antes que nada la decoración y luego a nosotras, quienes nos habíamos levantado del suelo y estabamos ahí, tras una mesa, sonriendo de oreja a oreja, una sonrisa que al ver todo eso, también se había formado en la rojita.
-No lo puedo creer -dijo, y corrió a abrazarnos.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora