Capítulo 5

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Los últimos 3 meses no fueron para nada fáciles, hubo veces en las que rechacé todo, me han regañado más veces de las que pude contar. Cuando terminaba la comida la culpa me carcomía, era inevitable, sigue siendo inevitable.

Apenas subí dos kilos desde que entré a hoy, pero nada que no haya podido controlar, poco a poco voy mejorando, a paso muy muy lento, a veces dudo y me pregunto ¿realmente quiero curarme? La pregunta duele, si, pero es que no se si quiero engordar, volver a tener más de 50 kilos, sentirme gorda.

¡Si eso no ha cambiado, niña! ¡Peses lo que peses te verás gorda! !ESTARÁS gorda!

Voces en mi cabeza, voces que siempre me siguen a pesar de que no quiero tenerlas conmigo, ellas son las que me hacen dudar, ellas son mi verdadero infierno del cual no me puedo librar.

¡Tu eres fuerte, Maite! ¿O acaso eres una débil fracasada?

Golpearon nuestra puerta y Anahí se levantó a abrir. Eran las nueve y faltaba media hora para el desayuno, ella estaba dibujando y yo vistiéndome, recién salida de bañarme. Era Thompson.

-Buen día señoritas, paso a anunciarles que hoy a la media tarde llega una paciente nueva y se va a instalar en esta habitación con ustedes, ¿de acuerdo? -asentimos, aunque la verdad es que no me agrada demasiado la idea de compartir la habitación con alguien más, con Anahí me llevo lo suficiente para confiar en ella, pero no tenemos idea de como será la nueva.

Pero en fin, no hay otra opción.

Thompson se fue y hable con Annie, a ella tampoco le fascinaba la idea de una nueva 'integrante' pero tampoco estaba en contra, creo que le es indiferente.

Bajamos a desayunar. Un plato mediano de cereales con yogur y un vaso de jugo de naranjas exprimido.

-Tu puedes -me dijo ella. Se nota que me conoce, sabe cuando me siento débil ante la comida y me alienta.

A veces siento que si mis padres o hermanos me hubieran apoyado como ella lo hace todo hubiera sido muchísimo mas fácil, pero no me quejo, las cosas tenían que ser así y gracias a que estoy aquí conozco a una persona tan maravillosa como Annie.

Tomé una primer cucharada y la llevé a mi boca, pero a los pocos segundos me arrepentí de haberlo hecho. Dios, si que eres débil Maite, llevas tres meses en esta cárcel y no eres capaz de comer una sola cucharada sin culpa.

Intenté evitar hacerle caso a esas voces que me decían "¡deja de comer!" "¡suelta la cuchara, me das asco!" y tomé una segunda cucharada, tres, cuatro, y a la quinta ya no pude más.

Cinco cucharadas de cereal con yogur y un sorbo de jugo de naranjas, cielos, eres un fracaso.

-Si hiciste tu mejor intento, estoy orgullosa de ti, no intentes forzarte más de lo que humanamente puedes, poco a poco gatita. -Alentó la rubia, realmente su apoyo es lo único que me anima a seguir intentándolo a pesar de sentir que ya no puedo.

A eso de las 3 de la tarde Thompson volvió a tocar la puerta, esta vez llegó con la chica nueva, quien compartiría la habitación con nosotras.

Anahí y yo acordamos ser lo mas amables posible con la nueva, le acomodamos su cama, escritorio y la recibimos con nuestra mejor sonrisa.

-Chicas, ella es Dulce María Saviñón, su compañera. -sin más, se fue, casi groseramente al ni siquiera despedirse.
-¡Bienvenida! -dijimos al unisono.
-Gracias. -Dijo sonriendo.

Su sonrisa me desconcertó un poco, era una sonrisa pequeña, pero no dudé en que era verdadera. Sus ojos eran muy pequeños, es decir, no eran pequeños pero los tenía bastante cerrados, como cuando te levantas cansada por las mañanas. Su cabello era rojo, un poco quebradizo pero no me extrañaba, es un claro síntoma de la anorexia. Si me sorprendió que se notaba bastante mas delgada que Annie y yo, debe pesar mucho menos.

-Un gusto tenerte aquí, mi nombre es Anahí. -se presentó ella, seguí yo.
-Yo soy Maite, y si, un gusto que te quedes aquí, esperamos llevarnos bien contigo.
-De verdad mil gracias por este recibimiento, no esperaba niñas tan amables -dijo con su sonrisa aún presente, igual de pequeña y frágil, como sus huesos, como nuestros huesos.- pero en fin, debo instalarme, ¿cuál es mi cama?
-Esta -dijo Anahí, palmeandola -y ese es tu escritorio, o mesa, como quieras llamarla, aquí puedes poner lo que tú quieras. -dijo, señalando el escritorio designado para la nueva chica. -Esperamos que estés cómoda en la habitación. -terminó de decir y se sentó a seguir dibujando lo que había comenzado hace unos días, dijo que era una sorpresa así que no se que esté haciendo, tengo curiosidad pero no lo arruinaré.

Al ver a Dulce María y haber intercambiado pocas palabras me dí cuenta que la quise rechazar demasiado pronto, parece buena chica, aunque parece estar peor que nosotras, y siento la necesidad de ayudarla, ¿cómo es que quiero ayudarla, si ni siquiera puedo ayudarme a mi misma? ¿Anahí habrá sentido lo mismo al verme a mi?

Ya cállate, cerebro.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora