Capítulo 23

99 9 0
                                    

Abril.

Todo iba de maravillas, las recaídas eran mínimas, mí fuerza de voluntad, superior. Durante todo marzo me dediqué a reflexionar más aún.
¿Alguna vez se dieron cuenta de que lo que hacen en el preciso momento en donde están no servirá en lo absoluto para el futuro? Precisamente es lo que me sucedió, me di cuenta de que debía hacer algo que me sirviera a futuro. No podía en una clínica.

Comencé a tomar clases en internet, después de un par de semanas de pensarlo decidí intentar con la fisioterapia, me parecía algo tan curioso y tan interesante, sería un intento, y si me gustaba, seguiría estudiando.

En estas clases había un chat en el cual varias de las personas que estudiaban por internet podían conocerse y ayudarse, hablar sobre las materias o sobre el trabajo en sí. Algunos solían incluso después de un tiempo pasarse sus Emails o números de teléfono. Yo conocí allí a Julián, llevaba ya dos años estudiando por internet, se había decidido por esa carrera porque cuando era joven tuvo una lesión en su rodilla y gracias a las sesiones de fisioterapia que le asignaron pudo recuperarse. Amaba el fútbol, se lesionó jugando y estuvo más de un año sin poder hacerlo, él dice que gracias a su fisioterapeuta (y una operación de rodilla) pudo volver a jugar a lo que más le gusta.

Seguía jugando, ahora profesionalmente, y en sus tiempos libres estudiaba. También era un amante de la nutrición y aunque no pensaba profesionalizarte siempre estaba al tanto de datos y tips saludables, iba a un nutricionista deportivo para estar siempre al 100%.

Era de Puerto Vallarta, lejos de aquí, sin embargo nos hicimos grandes amigos. Él sabía de mi enfermedad y me intentaba ayudar, me aconsejaba, realmente quería que me recupere.

En abril me dediqué a intentar comer sano (en base a lo que esta clínica de porquería podía ofrecerme), a estudiar y a estar cerca de mis amigas, ayudarlas, pasar mi tiempo con ellas. También comencé a intentar ser más sociable con el resto de las chicas de la clínica, casi ninguna de ellas era lo que se podría llamar lo más sociable del universo, esto viene incluido con la enfermedad, te aíslas, solo te preocupa el hecho de no comer (para no engordar, para ser bella. ¿Realmente vale la pena ser bella, si a costa de esto estás sola?), intenté darles mi apoyo y demostrarles que no están solas en esto. Lo triste de la clínica es que en lugar de apoyarnos entre todas como realmente sería lo ideal, nos aislamos. Yo tuve la suerte de tener a mis dos compañeras de dormitorio y a mi prima aquí conmigo.
En mayo decidí comenzar a escribir un diario.

"Todo va perfecto, me siento con energía, me siento una persona dichosa. Las clases de fisioterapia a veces son un poco pesadas, a veces requiero de varias tazas de café para mantenerme despierta y poder terminar mis tareas, las horas se me suelen ir volando cuando estoy compartiendo un lindo momento con mis mejores amigas o cuando me quedo hasta tarde hablando con Julián. He tenido momentos en los que me he sentido demasiado estresada y con pocas ganas de seguir, pero él ha hecho todo más fácil con sus palabras de apoyo, en poco tiempo se hizo querer demasiado.
Pero mi personalidad es bastante dependiente, temo aferrarme a él".

(Lo hice)

15 de Julio.

No entendía qué era lo que estaba mal. Esa tarde había discutido con Anahí, Dulce ya ni siquiera hablaba con nosotras, se iba todo el día y volvía a la hora de dormir, pocas veces se sentaba en nuestra mesa y apenas le sacábamos dos palabras, Julián había dejado de responder mis mensajes con frecuencia y emoción poco a poco hasta llegar el punto en el que apenas cruzábamos palabra.
Me sentía sola, desanimada.

Vi mi reflejo en el espejo una vez más, es horrible, pensé. Soy horrible.

Anahí se encontraba fuera de la habitación. La discusión había sido ahí mismo. Dulce, como siempre, se había ido sin dejar rastro.

"Todo es horrible, mi vida es un desastre, ¿quién me hizo creer que sería feliz alguna vez? ¿Por qué creí que toda la alegría de hace tan solo un par de meses duraría? ¿Por qué soy tan ilusa? ¿Por qué demonios me estoy preguntando cuál es el maldito problema en mi vida? Si está tan claro que el problema soy yo".

Odiaba de nuevo absolutamente todo de mí. No tenía objetos con filos.
Excepto tal vez mis uñas.

Entonces decidí clavarlas en mis brazos, las clave una y otra vez hasta el punto en que este comenzaba a sangrar. A medida en que la sangre bajaba, mis lágrimas comenzaban a hacerlo, ¿Qué tan rota debe estar una persona para atentar contra sí misma? Era terrible, era tan absurdo estar acurrucada en mi cama haciéndome daño a mí misma. Pero ahí estaba, siendo una inconsciente, como siempre lo he sido.

La puerta se abrió lentamente y entró mi prima, al verme así quedó en shock por unos instantes mientras yo moría de la vergüenza y el dolor. El ardor de mis brazos eran terribles, pero más terrible era que uno de mis seres más queridos me viera en esa situación. ¿Qué clase de ejemplo era? ¿Pretendía ayudar a los demás cuando no podía conmigo misma?

Entré en un mini trance y no me percaté en cuanto Angelique fue hacia el baño a buscar el botiquín para curar mis heridas.

–Ahora escúchame, Maite, nunca en la vida vuelvas a hacerlo. –Dijo ella. Sonaba tan madura a pesar de que su voz estuviera entrecortada, quería llorar. –no sé qué te haya pasado o qué te haya llevado a hacerte esto, pero así no resuelves nada. Por favor, no te lastimes más de lo que ya lo haces. Tú eres mejor que esto. –Ella tenía tanta razón. No respondí. –prométeme que no volverá a pasar, promételo.

En ese momento una lágrima recorrió su bella y pálida mejilla. Le estaba haciendo daño a una hermosa niña que me apoyaba en todo momento con mis acciones. Entonces decidí prometérselo.

Jamás hagan promesas que no pueden cumplir.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora