Capítulo 8

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Eran las 11 de la noche y aún ninguna de las tres estaba durmiendo, todas estábamos sentadas en la cama de Anahí ya que (según ella) está preocupada por Dul y por mí. A veces sinceramente no entiendo porque ella entró a esta clínica y porque aún no se recupera, esta muy consciente de lo que tiene, de lo que es este monstruo.

-Bien... -Comenzó la rubia - niñas, estoy preocupada por ambas, no terminan sus porciones, a veces no se esfuerzan, no luchan lo suficiente, ¿por qué?
-La verdad no creo recuperarme -confiesa Dulce, y me duele, me duele su negatividad porque quisiera verla bien pero, ¿cómo ayudar a alguien si no me puedo salvar yo misma? Es absurdo pensar en ayudarla si yo estoy igual que ella.
-Cariño no digas eso -dice Annie con una voz dulce, como la de una madre hacia su hija de 4 años. Extraño eso. -yo también creía que no me iba a recuperar.
-Pero no lo has hecho -me atreví a decir. -y a veces siento que no tienes que estar aquí, que aunque peses poco no tienes ese odio por la comida que nosotras tenemos, tu si podrías irte y salvarte, yo estaré aquí por años.
-Querida Mai, tu no lo entiendes. Yo no odiaba la comida cuando entré, yo la amaba, pero odiaba engordar. Ahora es que la odio. Yo era bulimica, comía todo lo que podía y me gustaba, pero todo lo vomitaba, todo. Hasta el agua. No quería engordar pero tampoco dejar de comer, sentía que si engordaba iba a ser horrible, y mis hermanos me decían que si seguía comiendo quedaría más vaca de lo que estaba, pero según me dijeron los médicos no estaba gorda, solo era un insulto de ellos que terminé por creerme. ¿Ven esto? -dijo levantando su blusa dejando a la vista su casi inexistente barriga y sus notables costillas. Ella era realmente delgada. -Este no es el cuerpo de una chica sana, o recuperada, es un cuerpo que está marcado por los insultos de alguien que no tiene ni la menor idea de lo que siento. -sentí como su voz se fue quebrando, fue realmente doloroso oír eso, y más aún porque la comprendo, en verdad la comprendo. -yo estoy consciente de lo que hace esta enfermedad, y aún no me pude recuperar, no intento que se recuperen con rapidez sino que empiecen a tomar consciencia de lo que les puede provocar si esto sigue así -levanta la vista del suelo, la cual había bajado cuando sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Yo lo noté. Dirigió su vista a Dulce, tomo su esquelética mano con su mano derecha. Hizo un recorrido con sus ojos hacia mi mano y, con su mano izquierda, tomo la mía. -ustedes ya tienen graves problemas causados por la anorexia y quiero intentar ayudarlas para que no empeoren, déjenme ayudarlas.
-Ani -empezó Dulce, yo suplicaba que no metiera la pata. -yo creo que debes ayudarte a ti misma antes de pretender hacer algo con nosotras.

Y creo que si la metió.

Anahí empezó a llorar, sé perfectamente que quería decir algo pero no encontraba las palabras. Dulce me miraba con un sentimiento de culpa al hacerla llorar, yo tomé su mano y la presioné levemente mientras sonreía en señal de que todo estaba bien.
-Es que no puedo -dijo Ani al fin. La misma chica que nos decía que podemos contra todo nos está diciendo que ella no puede, es increíble. -llevo años sin poder luchar lo suficiente para liberarme de una vez de mi enfermedad, y quiero ayudarlas porque siento que si lo hago seré útil para algo. -terminó por decir y lloró aún más fuerte. Odiaba que llore, lo odiaba porque la amaba y odiaba que sufriera de esta forma. Me acerqué más a ella y la abrasé.
-Entonces déjate ayudar tu también -dije con dulzura, intentando calmarla aunque sea un poco. -nunca dejaré que me ayudes si tú estas mal, ¿ok?
-Si tú quieres ayudarnos, deja que nosotras te ayudemos a ti. -Dijo Dulce como finalidad a mi oración, como si leyera mi mente, como si lo hubiéramos planeado. La rubia dejó de llorar y yo sequé las lágrimas de sus mejillas con mi pulgar.
-En verdad lo agradezco, las adoro y no sé que haría sin ustedes. -dijo Annie, sonreí al oírla.
-Lo mismo que haría yo sin tu apoyo, ser débil. -respondí.

Y a la 1 de la mañana nos regañaron por no estar dormidas y, en su lugar, reírnos a carcajadas y correr por la habitación golpeándonos con las almohadas.

A la hora del desayuno, estábamos realmente agotadas pues habíamos dormido poco, o tal vez no tan poco, pero al tener menos energía que la gente normal debemos dormir más, o eso es lo que nos dicen aquí. Yo estoy cansada duerma lo que duerma.
Y Dulce me despertó temprano con un almohadazo en la cara.

Nos sentamos en nuestra mesa y esperamos la cena hablando, no hablábamos demasiado nuestras cosas personales, simplemente nos apoyamos entre todas y nos alegramos el día con idioteces.

Y nos sirvieron dos tacos de pollo a cada una.

Me estoy hartando del pollo.

Nos dimos miradas cómplices antes de comenzar. La guardia de seguridad nos miro con desconfianza, ¿qué se mete? Corrupta.
-Recuerden que deben disfrutar cada bocado, aunque odien la comida, es deliciosa de todos modos y hay que disfrutarla. -dijo Lennon a mi espalda, dirigiéndose hacia nosotras y luego se fue como si nada, sin esperar respuesta alguna.

Nuevamente nos dimos miradas cómplices y la primera en probar bocado fue Anahí, luego movió su cabeza en señal de aprobación y yo dí mi primer mordida. Estaba realmente delicioso y lo estaba disfrutando por primera vez, sin pensar en las calorías a pesar de que me costara ignorarlas. No pensaba en el tratamiento, ni en tener que terminar, ni en nada que no fuera el sabor y la compañía de Anahí y Dulce, quien fue la última en probar su comida, y la única que no terminó.

Porque sí, por primera vez terminé mi porción, los dos tacos, por completo. Y no sentí culpa, me sentí orgullosa de mi.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora