4. Culpa

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Magnus miró atentamente al chico frente a él. Sus labios temblando y la respiración agitada después de su largo y apresurado discurso. Los ojos, todavía sin las gafas, brillantes por las lágrimas que se le habían escapado mientras contaba sobre su accidente con el demonio.

Y eran esos ojos. Esa maldita mirada la que lo acosaba en sueños.

Tenía que decir no. Él no le debía nada a los cazadores. Al contrario, a él le debían mucho, y no sólo por trabajos, le debían malos momentos, corazones y alma rotos por cómo eran tratados los subterráneos, por cómo era tratado él.

Tenía que decir no porque este chico, con sólo unos minutos, con una mirada vacía para él, estaba derritiendo sus barreras.

Tenía que decir no porque él lo sabía, llevaba tiempo teniendo estas oscuras pesadillas, estos malos presentimientos. Y era él. No podía haber ojos iguales.

Pero, sobre todo, tenía que decir no porque su corazón deseaba totalmente decir sí. Y el corazón siempre se equivoca, siempre que le permites guiarte, terminas un poco roto, un poco destrozado con suerte, y sin ella, completamente desgarrado.

Tenía que decir no.

Retrocedió cuando el cazador de sombras, Alexander Lightwood, dejó a Presidente a un lado, y clavó sus ojos en él. Ahí, justo donde estaba, y comenzó a caminar hacia él.

* * *

Alec respiró profundamente mientras el silencio se extendía, dejó al gato del brujo a un lado, mientras se ponía de pie e iba hacia él. Su mirada, su olor, su respiración, la fuerza de su presencia era inconfundible.

Avanzó hasta él y lo escuchó retroceder y chocar contra algo que cayó y golpeó el piso, rompiendo el silencio en el que sólo sus respiraciones se escuchaban.

¿El Gran Brujo de Brooklyn estaba huyendo de él?

El pensamiento y la culpa lo paralizaron. Tal vez sabía, o intuía, sus intenciones.

De repente se dio cuenta de dos cosas. Que, perdido en sus pensamientos, no de dio cuenta que ya estaba frente a él. Y que no podía hacerlo, no podía hacerle esto al brujo, no importa que no lo conociera, era incorrecto, era injusto.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, asustándolo, no se había vuelto a poner sus gafas. Él no quería verse vulnerable ante el brujo, aunque según Izzy eso ayudaría.

Quiso hablar. Decirle que ya no quería ser su aprendiz. Que era un error. Pero su voz se rompió. Sintió las manos suaves y cálidas del brujo en sus brazos y sólo entonces notó que estaba temblando.

Y no era el dolor de su recuerdo y su realidad. Era la maldita culpa de lo que estuvo a punto de hacer.

No valía la pena.

Iba a darse la vuelta, irse sin decir nada más, su propia huida tenía que decirlo todo. "Gracias por escucharme, entiendo que no me quieras como aprendiz".

Pero aparentemente el brujo se compadeció de su patetismo. Entendió mal su pérdida de control y su llanto, y dijo las palabras que los condenarían a ambos: -Un mes, sólo un mes, lo que logres aprender. Después te quiero fuera de mi vida.

Un mes. Tenía un mes para lograrlo. Ya no había vuelta atrás.




CONTINUARÁ...

Probablemente haya muchas cosas que no entiendan, a menos que pongan atención y descubran el secreto de Alec 🙊

Caecus amor (Malec)Where stories live. Discover now