—Está bien —dijo, luego de unos segundos.

     Comenzó a buscar lo necesario para hacer lo que debía, y después, comenzó con la labor.

     Yo observando cada detalle.

🔸🔸🔸

     —Listo —casi canturreó al finalizar.

     Revisó nuevamente, pareciendo satisfecha con el resultado, y envolvió la mano de Nicolás en una venda.

     —Por un momento pensé que se la había roto —la observé horrorizada por lo que dijo—, pero está bien. Haz que no golpeé... —me miró—. ¿Qué golpeó? ¿Rocas?

     ¿Qué? Reímos.

      Luego me puse a toser. Ella dijo que no me asustara por el dolor, que estaba bien.

      Lo repitió cuando estaba a punto de irse:

     —Bien... tú estás bien, tu novio está bien, así que me retiro.

     Comenzó a ir hacia la puerta.

     —¡Muchas gracias! —exclamé sin evitarlo. Ella giró y sonrió.

     Observó repentinamente su reloj y me volvió a mirar.

      —En aproximadamente veinte minutos, despertará.

     Y se retiró de la habitación.

     Miré la mano herida de Nicolás; sentí un sentimiento de culpa, pero estaba agradecida.

     Gracias por salvarme una vez más...

     Vi nuestras manos entrelazadas y otra vez me sonrojé. Una sonrisa tonta se presentó en mis labios, permaneciendo. Nicolás de repente se movió un poco, e inmediatamente, observé sus labios.

     Sus labios.

     Me estiré un poco y me acerqué a su cara como pude.

     Ella dijo que despertaría en veinte minutos, ¿no?

     Sonreí y me acerqué más a su cara.

     ¿De verdad lo haré?

     No.

     No.

     Sí.

     Deposité mis labios en los suyos fugazmente, sí, un piquito.

     Después me recosté en la cama rápido. Sentí mis mejillas calientes y mi sonrisa seguía intacta.

     ¿Quién besa a quién ahora?

     Reí.

     Solté mi mano de la suya y desconecté lo que tenía pegado a mí —por así decirlo—. Me sentía débil, sí, pero lo que estaba haciendo valía la pena.

Vendida A Un Playboy © | Libro 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora