Capítulo XX

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Jueves 31 de marzo del 2016.

¡Esos me parecen celos! —rió burlona.

—Cállate, Skyler, eso no tiene nada qué ver.

Comienzo a creer que fue un error contárselo, cuando se lo dije por la mañana en el colegio antes de que Jayden llegara por mí casi se ahoga con sus propias carcajadas.

—¿Ah, no? Nada más escucha cómo te pones cada vez que recuerdas a Tessa y al Dios griego juntos.

Mi estómago volvió a revolverse.

—Cielo santo, claro que no. Es sólo que no la soporto. Y él empieza a caerme no tan mal, es todo.

Mhm —dijo no muy convencida—, ¡cielos, Kel, abre los ojos, te gusta tu custodio!

Me atraganté con la papa frita que acababa de llevar a mi boca, tosí hasta sentir la vía aérea despejada.

¿Esta chica se había vuelto loca?

—Skyler, ¿te estás escuchando? Eso es una locura.

—Si que diga que estoy de acuerdo evitara que te asfixies, bien —rió—. O quizá estás embarazada, eso explica tus náuseas.

Reí.

—O es una infección por una bacteria, eso explica que me duela la cabeza.

—Esa bacteria tiene nombre y apellido: Tessa Brooks.

Reímos estruendosamente hasta que unos golpes en mi puerta nos interrumpieron.

—Te llamaré luego, tengo que... luego te explico.

—¡Uh! ¿Es sobre el Dios griego?

—Puede ser, te llamo luego.

—Seguro. ¡Procura no babear mucho!

Colgué la llamada antes de rodar los ojos y negar desaprobatoriamente ante la ultima frase de mi mejor amiga.

Me levanté de la cama y abrí la puerta, de nuevo se encontraba parado con su guitarra en la mano.

Me miró por varios segundos, su mirada analizante recorría cada centímetro de mi rostro, sonrió.

—¿Tu amiga va a acompañarnos hoy?

Maldición, Kelsey, cállate.

—Kelsey, no peleemos por eso, ¿quieres?

Rodé los ojos y tomé el instrumento que me extendía.

—No sé por qué accedí a esto.

~•~

—Bien, eso ya no suena tan mal —dejó caer su espalda en el respaldo del sillón.

Sonreí con autosuficiencia. Realmente ya no sonaba tan mal.

—Por más que me encantaría seguir escuchándote decirme "manos de bebé" cada vez que no alcanzo la pisada—lo fulminé mientras él soltaba una carcajada—, mis dedos ya no pueden seguir con esto.

Levanté mis dedos hacia su rostro, desde ayer por la noche habían comenzado a ponerse rojos y hoy estaban casi sangrantes. Él se incorporó y se acercó a mí, los miró por unos breves segundos y después tomó mi mano con la suya.

Me sobresalté, no esperaba eso.

Acercó mi mano hacia él y analizó mis dedos con lentitud, luego de unos largos segundos comenzó a pasar sus dedos sobre los míos con cautela, el tacto de su mano contra la mía comenzaba a hacerme cosquillas que poco a poco se extendieron hasta mi estómago, moví los dedos de mi otra mano sobre el sillón intentando vanamente sosegar la sensación de hormigueo que comenzaba a sentir en toda la extremidad superior y que se había dispersado hasta mi abdomen.

CustodioWhere stories live. Discover now