Capítulo XLVIII

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La vida es tan efímera y tan frágil como un cristal, la línea que nos separa de la muerte es tan delgada y siempre estamos pegados a ella pero nunca nos damos cuenta. Estamos aquí y para el siguiente segundo ya no. La muerte nunca me había asustado, mi muerte, pero jamás pensé que hubiera crecido tanto cómo para ver a mis amigos morir. A esta edad no debería ver a mis amigos morir.

Todo lo que había imaginado alguna vez para mi vida se había derrumbado, nunca había imaginado un sólo acontecimiento en ella en la que Ethan no estuviera presente, lo vi sentado en mi graduación sosteniendo esa sonrisa que le caracterizaba para después embriagarse tanto en la fiesta que haría reír a todos a carcajadas, lo vi sentado en mi boda junto a Skyler mirándome con ternura, lo vi sentado en el patio de mi casa sonriendo con anchura mirando a nuestros hijos correr en el jardín, lo vi en todos los momentos importantes y no tan importantes de mi vida, y ahora sabía que no serían más que ilusiones, había un hueco en mi futuro por su partida. Mi Ethan ya no estaba, había muerto frente a mis ojos, había presenciado como su vida se esfumaba de su cuerpo, vi sus ojos vaciarse, su cuerpo caer, su sangre manchó mi cara, mis manos, mi ropa, mi alma. No podía aceptar el hecho de que nunca más iba a volver a ver sus ojos brillantes, su bonita sonrisa, a escucharlo reír, verlo llorar, escucharlo hablar, nunca más iba a volver a abrazarlo.
Había perdido a mi mejor amigo, Skyler había perdido al amor de su vida, su madre había perdido a un hijo y Beth había perdido a su único héroe.

Las paredes eran grises, había puertas frente a mí, había sillas a mi alrededor, había médicos y enfermeras caminando de un lado a otro, Skyler estaba a mi lado, los chicos estaban ahí, pero yo me sentía abstraída, en otro mundo, estaba sufriendo, y sabía que Skyler aun más; quería estar bien para poder consolarla, quería estar bien para esperar las noticias sobre Jake y Jayden, pero no podía, no después de Ethan.

Salimos de aquel lugar cuando la gente de Jayden nos encontró y atacó, nos trajeron a un hospital afirmando que era seguro estar aquí y que todo iba a estar bien, pero yo no lo sentía así, mi mejor amigo estaba muerto, mi novio malherido y Jake muriendo, me sentía rota, devastada, horrorizada, un centenar de emociones entre las cuales "bien" no figuraba. Mi corazón se partía en pedazos cada segundo que transcurría sin tener noticias.

—Kelsey —me habló Aaron con calma, llevé mi mirada hacia él, me miraba con delicadeza mientras señalaba mi frente—, necesitas ir con el cirujano, tiene que revisarte.

Estaba herida, Sage me había golpeado tan fuerte que me había desgarrado la piel, pero no me importaba, no quería que nadie me viera ninguna herida, no quería que me curaran, ni siquiera me dolía, sólo sentía un incesante dolor punzante en el corazón.

Negué, no quería ver a ningún cirujano, no quería ver a ningún doctor, ninguna enfermera, no quería ver a nadie más que a Ethan.

De pronto Skyler comenzó a llorar, lloraba de forma desconsolada, desgarradora, frenética, yo había estado en shock todo este tiempo y estoy segura de que ella también, tan anonadadas que ni siquiera nos habíamos dado el tiempo para llorar. Su llanto me llevó de regreso a aquella escena, la bala en su cuerpo, su sangre, sus ojos apagarse, su vida esfumarse, mi corazón se aceleró y mi respiración también; me giré a mirarla, vi sus ojos ponerse en blanco y a Finn atrapar su cuerpo antes de caer al suelo. La miré, vi a los doctores correr a su lado y entonces miré mi rostro en el cristal de la ventana, miré mis manos, mis brazos, mi ropa, y vi la sangre en ellos, su sangre. Escuché la voz de Scott a lo lejos antes de que todo se volviera borroso y luego se volviera nada.

La escena se repetía una y otra vez, los gritos, Jayden demacrado, Jake agonizando, la pistola en mi frente, la mirada aterrorizada de Ethan, la bala en su pecho; si tan sólo hubieran llegado antes, si Ethan no hubiera estado ahí, si hubiera...

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