Capítulo IX

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Miércoles 9 de marzo del 2016

Bajé las escaleras cuando ya había terminado de alistarme, Jayden se encontraba de pie en la puerta, con un abrigo escondiendo sus brazos y las llaves de mi auto. Las miré con intriga.

—Oh, sí, esto no es para ti —las escondió en su bolsillo—. Y menos por lo que pasó ayer.

—No sabía que eras tan resentido—ironicé, pero él no respondió—¿Y cómo diablos voy a llegar a la preparatoria?

—Yo voy a llevarte, y a traerte, chica lista.

Lo miré con exasperación, era inconcebible como con tan solo decir tan pocas palabras me irritaba tanto.

—Mis padres son impresionantes.

Negué y le saqué la vuelta para salir por la puerta principal que él había abierto segundos atrás.

Miré mi auto, un Lincoln mkz platinado, lucía como nuevo, ningún rasguño luego del accidente. Mis padres me lo habían regalado hace un año para que dejara de molestarlos cada vez que necesitaba ir al colegio, o a cualquier otro lugar.

—Es increíble que hayas destruido un auto como este, Blakeman—habló mientras esperaba que subiera al auto por la puerta que acababa de abrir.

—No fue a propósito —rodé los ojos y subí .

Subió segundos después y tomó el volante antes de lanzarme una mirada escéptica.

—¿Un viernes por la noche un auto salió de la nada, no lo viste y luego huyó con la defensa deshecha? —encarnó una ceja luego de encender el auto y ponerlo en marcha.

—¿Cómo sabes lo qué pasó? —me exalté y él se encogió de hombros con la vista hacia el frente.

—Es mi trabajo.

—¿Eres un espía o qué? —bufé y él se limitó a reír— Sea lo que sea, sé que piensas que sabes lo que pasó. Pero no es así. No iba ebria, yo no me pongo ebria cuando voy a conducir. Yo ni siquiera tomo cuando voy a conducir. 

—¿Entonces ese auto de verdad salió de la nada, te chocó y se fue?

—Puedes creerme o no, es la verdad. Mis padres no tienen idea de nada.

—¿Y qué te pasó?

—¿Te importa? —me quejé, él se quedó callado varios segundos, sabía que no iba a contestarme. Suspiré— Varios golpes en la cara y me torcí la muñeca, usé una férula durante una semana, fue algo leve. No fue la gran cosa.

—Parecía que sí había sido la gran cosa cuando tus padres me lo contaron. Parecían preocupados.

Miré como disminuía la velocidad del auto hasta pararse por completo cerca de la puerta de la preparatoria. 

—Claro que estaban preocupados, se preocuparon muchísimo. Pero no por mí —me reí—,  se preocupaban por el auto.  Y por la reunión que tendrían que cancelar en caso de que me metiera en problemas legales.

Me miró por varios segundos, debatiéndose si debía decir algo o no. Pero no quería que dijera nada más. Maldición, ni siquiera debí habérselo dicho. No necesitaba que sintiera lástima o algo así, la indiferencia de mis padres no era algo que me afectara en este punto de mi vida. No quería su lástima, o su compasión, ni nada. Realmente no quería nada de él.

—¿Quieres abrir la puerta? Voy a llegar tarde. 

Su vista siguió posada en mí por unos fugaces segundos, después quitó el seguro y abrí la puerta.

—Vendré a recogerte cuando salgas. No intentes escaparte, otra vez.

Escondí la sonrisa que quería asomarse en mis labios, salí y cerré la puerta. Caminé hacia la entrada, parecía que Jayden no iba a moverse de ahí hasta verme dentro del colegio, de nuevo.

~•~     

—¿Supiste algo de Ethan y Alec? —me preguntó la castaña mientras caminábamos a la salida del colegio.

—Fuera del martes que dijo que estaban en River Lake y luego de su llamada, nada. Le pregunté que cuando volveríamos a salir los cuatro, pero dijo que aún estaban ocupados.

—¿No te parece extraño? 

—Sí —me encogí de hombros. Claro que me parecía extraño que mi novio y mi mejor amigo se desaparecieran durante una semana completa. Pero mi mente no estaba al cien últimamente.   

Nos detuvimos antes de cruzar la puerta de salida. 

—¿Crees que él esté afuera?

—Está en todas partes, Sky, me sorprende que no esté en el baño cuando salgo de la ducha —me burlé, ambas reímos y continuamos nuestro camino.

Y para mi no sorpresa, Jayden estaba recargado en una de las paredes de la entrada principal, mirando atentamente a cada pequeña multitud de personas que salían por la puerta.

—Touché —rodé los ojos.

Ella se giró hacia mí y me dio un abrazo de despedida

—Hasta mañana, Kel.

Le dediqué una última sonrisa a mi mejor amiga para después caminar hacia el arrogante que estaba recargado con ambas manos en los bolsillos, quien recibía miradas fugaces (y no tan fugaces) por parte de todas las chicas que lo veían ahí, absolutamente todas. Y él estaba disfrutándolo. Sonreía casi complacido, maldita sea, tiene un ego gigante.

—¿Tienes que venir a un colegio a buscar niñas inmaduras que puedan engrandecer tu ego? 

—Mi ego —enfatizó— está donde tiene que estar. Y no necesito que nadie lo "engrandezca".

—¿Entonces vienes a los colegios a buscar adolescentes para tener una cita? Porque eso es deprimente.

—No necesito ir a ningún lado para conseguir una cita —se encogió de hombros.

—Sabes que no es necesario que hagas esto, ¿no? No estoy en kínder.

—Oh, no, claro que no estás en kínder. Un niño de kínder no es tan necio como tú.

Rodé los ojos e intenté aminorar mis ganas de darle una patada en la cara.

—Puedo salir sola del colegio.

—La ultima vez que lo hiciste no salió nada bien.

Lo miré con desdén y lo seguí a través de la multitud de adolescentes que nos miraban con intriga y soltaban leves murmullos entre ellos.

—La próxima vez quédate en el auto, todos están mirándonos —resoplé a la par que él me abría la puerta del auto.

—Todos están mirándome a mí, Kelsey —me guiñó un ojo.

Maldición, él sabía que odiaba su arrogancia y lo hacía a propósito. ¿Podía ser más molesto de lo que ya era? No quiero ni siquiera averiguarlo. Ignoré su innecesario comentario y subí al auto, siendo seguida por él.

—Franny vendrá el fin de semana, así que intenta no hacer mucho desorden hasta entonces, ¿quieres?

—Gracias al cielo, no soportaría seguir comiendo pizza a diario.

Me miró y frunció el ceño.

—Podrías ayudarme a cocinar.

—Quizá debiste considerar tomar un curso de cocina antes de aceptar el empleo. Le diré a mis padres que lo anoten en la lista de requisitos para la próxima solicitud de custodio. Puedes dejar el puesto, si quieres, sin resentimientos.

Me miró aún con el ceño fruncido.

—¿Quieres dejar tu sarcasmo a un lado?

—No era sarcasmo.

Me miró unos cortos segundos más y se giró en dirección a la cocina. Bufé.


CustodioWhere stories live. Discover now