Capítulo I

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Domingo 28 de febrero del 2016

Caminé con pasos lentos y cautelosos a la puerta principal, cuidando no desviarme mucho en mi caminar; una vez ahí, metí la llave en la cerradura y la giré hasta escuchar el seguro correrse; Ethan me movió y se posó frente a mí, bloqueándome la entrada.

—Quita tu asquerosa humanidad de mi puerta, Heron —espeté.

Desde su posición, y sin mover un mínimo músculo más que los de su sonrisa, Alec nos miró, cruzado de brazos sobre su Tacoma negra. Tal parecía que la escena de mí despotricando contra un Ethan muy ebrio le parecía muy graciosa.

—Tienes una preciosa actitud, Kelsey.

—Cierra tu maldita boca, Donovan —le respondí con pesadez.

Ethan nos miró con indiferencia, se echó a reír como un niño, y terminó por vomitar en mi tapete de bienvenida.

—¡Cielos, Ethan! —di un brinco hacia atrás— Eres un maldito ebrio —me quejé revisando que su desperdicio no hubiera caído en mis piernas.

Mi celular comenzó a sonar una y otra vez dentro de mi bolsillo, lo saqué y retiré la vista de la patética escena de Ethan para poder ponerla sobre la pantalla, tomé la llamada mientras que el castaño frente a mí limpiaba los restos del deshecho de su boca con su manga, como un niño.

—¿En dónde mierda te has metido?vociferó del otro lado de la línea con evidente enojo.

—Cielos, mamá, tu vocabulario —me quejé—. Estoy en casa.

—Llamé hace cinco minutos. ¿En dónde carajo estás, Kelsey?

—Te dije que estoy en casa, mamá...

Moví a Ethan con tal brusquedad que casi cae al suelo, rodeé el vomito que había en el tapete, abrí la puerta y entré a la casa.

—¿O no es así, Franny? —le grité al ama de llaves, quien me miró estupefacta y respondió un desentendido "sí" desde su posición— ¿Lo ves? En casa. Te veo en unas horas.

Colgué la llamada.

—Santo cielo —froté mis sienes, lancé el celular al sillón y salí de nuevo, dejando la puerta abierta detrás de mí. Caminé cierta cantidad de pasos hasta los chicos que se encontraban afuera de mi casa—. Eso es todo, chicos, los veré mañana por la tarde.

—Claro, hasta el lunes, Kelsey —balbuceó Ethan, casi tropezándose con sus propios pasos antes de abrazarme. O abalanzarse sobre mí.

—Ethan, está bien, hazte a un lado ya —lo empujé y se tambaleó.

De verdad se ponía odioso cuando estaba ebrio. Volvió a sonreír como idiota, se dio media vuelta y caminó el resto del trecho hasta la Tacoma de Alec, con la botella casi vacía de Bud Light en alto. Era increíble cómo había hecho un montón de cosas con torpeza, pero la botella seguía intacta y sin derramar una sola gota.

Alec se levantó de su posición casi riéndose por la actitud poco madura de mi mejor amigo y caminó en mi dirección.

Se posó frente a mí, me miró desde su altura superior y posó sus manos en ambos lados de mi cadera.

—¿Estarás bien?

—¿Con un ama de llaves, unos padres despreocupados y un hermano mayor ausente? —arqueé una ceja— Creo que puedo manejarlo, Alec —me reí, golpeando su pecho con suavidad. Él sonrió mostrándome su alineada y perfecta dentadura.

CustodioWhere stories live. Discover now