Capítulo XLI

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Paredes celestes, piso de madera oscura, uno que otro mueble, cientos de medicamentos y equipo médico, una cama blanca en medio y una mujer completamente postrada sobre la cama, conectada a una máquina.

Su cabello rubio se encontraba despeinado y no brillaba como en las fotos, su piel era tan pálida que casi se veía gris y estaba tan, tan, tan delgada.

Perdí el aliento y mi corazón latiendo con frenesí me erizó la piel.

Era su madre.

Jayden caminó de mi mano hasta estar a un lado de la cama, tomó la silla que estaba ahí y me la ofreció, pude ver la súplica en sus ojos así que casi de inmediato me senté. Él se puso en cuclillas a mi lado y tomó la delgada mano de su madre entre las suyas, apenas al sentir el tacto los ojos de la mujer se abrieron de inmediato, sus enormes ojos grises apagados brillaron al mirar al chico que se encontraba a su lado.

—Hola, mamá —sonrió en un susurro.

Pude escuchar la felicidad desbordándose de las palabras de Jayden, su cuerpo emanaba un amor tan sincero y todo se intensificó cuando la mano de su madre se posicionó en su mejilla derecha.

—Hola, mi cielo.

Había tanta ternura en su voz que perdí el aliento a la par que mi corazón se estremecía en mi pecho.

Sus ojos grises dejaron de admirar a su hijo para viajar hacia mí, una vez más sentí una incomodidad abismal.

Jayden se irguió un poco para quedar casi a mi altura y estiró su mano libre para atrapar la mía.

—Mamá, ella es Kelsey.

Mi corazón brincó en su lugar, cientos de emociones me inundaron, las sentí entrar y salir de mi corazón y correr por todo mi cuerpo. Me había presentado, me había presentado con su madre.

Su madre me sonrió con dulzura.

—Lo sé.

Una vez más mi corazón explotó en un centenar de emociones, su mirada era tan cálida que te acariciaba el corazón y su sonrisa derramaba miel.

Clara abrió la puerta de la habitación y llamó a Jayden desde su lugar, este asintió y se giró a mirarme.

—Tengo que revisar algo, prometo no tardar, ¿puedes...

¿Quedarme? No terminó la frase, su madre apretó su mano—: Ve, querido, ella va a estar bien.

Asentí, sus labios se curvearon en una hermosa sonrisa, besó el dorso de mi mano y después se levantó para besar la frente de su madre.

—Ahora vuelvo.

Salió de la habitación y su madre dirigió su atención completamente hacia mí, volvió a sonreírme, sus ojos brillaban casi tanto como los de Jayden.

—Me da gusto conocerte al fin.

Al fin.

Sentí mi corazón latir con fuerza en mi pecho y mi cuerpo estremecerse por un escalofrío que recorrió cada centímetro de mi ser.

—El gusto es mío, señora Callaghan —le sonreí a la par que me erguía en la silla.

Me sonrió con la dulzura desbordándose de sus labios.

—Eres tan bonita como Jayden dijo.

Mi corazón latió con frenesí en mi pecho y las mariposas revoloteaban por mi estómago, tanto que me erizaron la piel. Le sonreí, creo que jamás había sonreído de una manera tan desmesurada y susurré un intento de "gracias" ya que las diez mil emociones en mi interior no me permitieron hablar de forma civilizada. Carraspeé.

CustodioWhere stories live. Discover now