Capítulo VII

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Lunes 7 de marzo del 2016

La preparatoria no había elegido el mejor fin de semana para un receso escolar, las clases se iban a reanudar el martes, por "motivos del baile de graduación". La suerte no estaba de mi lado este fin de semana.

Eran las nueve de la mañana del lunes, llevaba aproximadamente cinco minutos mirando el techo de mi habitación, divagando.

Sky seguía fuera de la ciudad y Alec e Ethan seguían desaparecidos. Mis padres habían desviado mis llamadas, no sabía qué más hacer. Deslicé la lista de contactos hasta llegar a "Sean", abrí el contacto y sobrepuse mi dedo en su número.

Maldita sea, no, no iba a llamarlo sólo por esto, no sabía cómo iba a reaccionar. Quiero decir, a pesar de que no convivamos mucho, es mi hermano. Pero no, no iba a interrumpir su exitosa vida universitaria por esto.

Bloqueé el celular y lo dejé sobre la cama, me levanté de ahí y caminé a la ducha.

Me alisté y caminé hacia la puerta de mi habitación, giré la manija pero no giró. Bajé la mirada, tenía puesto el seguro. ¿Yo lo había puesto? No, no recordaba haberlo hecho. O quizá lo hice, ayer estaba en shock, quizá lo hice y no lo noté. Lo quité y volví a girar la manija, esta vez, la puerta se abrió.

Miré hacia los lados, no había nadie, la puerta de la habitación de Jayden al final del pasillo estaba cerrada. No sabía si estaba adentro o no, pero qué más da. Cerré mi habitación y caminé hacia las escaleras. Mientras más bajaba, el sonido de la televisión se hacía más intenso. Al pie de estas, divisé el living vacío, el sonido venía de la cocina. Caminé hacia esta, Jayden estaba sentado en un extremo del desayunador, comiendo un cereal y viendo "The Heat".

—¿Tienes quince años? Tu lista de Netflix está llena de películas románticas —habló sin siquiera quitar la vista de la televisión.   

—No es necesario tener quince años para ver esas películas —bisbiseé mirándolo con recelo. Se giró, me miró por unos cortos segundos y regresó su vista a la televisión.

Me acerqué al desayunador, Jayden había dejado un tazón, una cuchara, el cereal y la leche en el otro extremo de la mesa.

Lo serví y comencé a desayunar. Cielos, maldigo el momento en el que Jayden metió este cereal al carrito, porque tenía razón, estaba delicioso. 

El desayuno había sido silencioso, sólo el sonido de la televisión y el de la cuchara chocando con el tazón. De vez en cuando miraba a Jayden de reojo, pero la mayor parte del tiempo miraba mi plato. Claro que me sentía aprensiva, ¿cómo no iba a hacerlo? Odiaba sentirme así.

Luego de varios minutos se levantó de su lugar y me exalté, maldita sea, no quiero que parezca que estoy nerviosa, aunque lo esté. Caminó hacia el lavadero, lavó sus trastes y salió de la cocina sin decir nada más o sin siquiera voltear a verme.

Terminé de desayunar, imité sus acciones, apagué la televisión y subí a mi habitación.

~•~

Ya eran las siete y media de la noche, y no había visto a Jayden desde el desayuno. Mi celular vibró, un mensaje. Era Jayden, lo abrí.


Pesadilla:

¿Pedimos una pizza? 


CustodioWhere stories live. Discover now