—No necesariamente. Sé que esto te gustará.

—No estoy tan segura. —suspiró.

—Confía en mí, Samira. Te prometo que haré algo que nunca he hecho antes.

—Vaya, Fantiny. —rió— ¿Qué hombre como tú aún no ha hecho?

—Hasta los millonarios tienen secretos. Y los hombres como yo, exquisitamente sexys.

—No te engrandezcas tanto.

—Lo hago, preciosa.

—Quizás me sorprendas. Pero no creo que sea tan difícil adivinar lo que vamos a hacer. Sexo, ¿no es así?

—Eres muy negativa y poco imaginativa. ¿Qué harías si te sorprendiera?

—Haría lo que quieras.

—¿Promesa, Rockefeller?

—No, Fantiny, un acuerdo. —sonrió.

—Respeto mis acuerdos. ¿Estás dispuesta a cumplir este al pie de la letra?

—Muéstrame, Fantiny. No eres un dios para sorprenderme, y no soy tan ingenua como para no saber lo que pasa o cómo se hace todo.

—Oh, no me creas. ¿Qué tal si lo averiguamos? —sonreí maliciosamente.

—Muéstrame.

—Créeme, Rockefeller, cada vez que sonríes así, me haces dudar de tu virginidad.

—Ese comentario me dolió. —frunció el ceño. —Desconfías de mí.

—No lo digo por mal, pero te creo. Descuida.

—¿Entonces es un reto, Fantiny?

Me encantan los desafíos, sobre todo si alguien duda de mí. Es como un motor que me impulsa a sorprender a los demás. Y hoy, quizás, nos sorprendamos mutuamente.

—Samira, ven conmigo. Te mostraré que aún hay cosas que no he hecho. ¿Aceptas?

—No tengo otra opción, aunque quisiera. —sonrió.

—No te estoy obligando.

—Pero tampoco me das otra alternativa, y lo sabes.

—Te repito, no te estoy obligando.

—Si no es así, ¿puedo volver al club?

—No. —respondí, sonriendo.

—¿Ves? No tengo alternativa.

Saqué la llave de mi bolsillo y abrí la puerta. Samira se adelantó y quedó impresionada al ver el tamaño de la habitación. Podría decirse que es como una pequeña casa dentro de una mansión.

—¿Impresionada?

—Demasiado, Fantiny.

—Ves, ya has perdido, Samira.

—No me refería a ese tipo de impresión, Fantiny.

—Uh, la chica quiere jugar con fuego.

—Quizás.

—¿Estás jugando conmigo?

—No.

La luz de la habitación se fue desvaneciendo, sumiéndonos en la oscuridad. Sentí un nerviosismo en mi interior, pues nunca había hecho esto del "amor".

Me acerqué a Samira y sentí su piel erizarse bajo mis manos. Rozé mis labios con los suyos en un breve y suave beso, que encendió mi deseo.

—Sebástian, me siento...

—No suelo hablar durante esto.

—Es que... —suspiró. —tengo un mal recuerdo ahora mismo y siento la necesidad de parar.

—¿Quieres que pare? Lo haré si me lo pides.

¡Dios, que no lo haga!

—Sí, para un momento.

 Me detuve porque no quería incomodarla, yo estaba disfrutando de todo pero ella no, y si la obligaba a hacer algo de lo que ella no estaba segura me arrepentiría todo el tiempo, quiero que entienda que el sexo no es algo de que temer, no seré como ella cree, quiero cambiar y lo haré por ella incluso estoy pensando cosas que jamás había pensado hacer con alguien y solo lo haría para hacerla sentir bien.

— ¿Cómo te sientes, Samira?

—No quiero hablar. — Se cubrió con la sabana. —Me siento mal, no sé por qué soy así.

—¿Así como? Es normal sentirse así.

—No creo que sea normal sentirme como me siento, es diferente, algo me paraliza completamente y solo gritar, salir corriendo y no volver más.

No soy psicólogo pero en una opinión personal sí creo que estar aquí le ha afectado mucho, pero no quiero que se vaya, la necesito.

—Ven. —Le di mi mano para que se relajara. —Descuida no haré nada, solo quiero que te acerques a mí.

Ella se acerca y sonríe, pone su cabeza en mis piernas y comencé a acariciar su pelo para tranquilizarla.

—Sabes algo Sebástian, creo que no valgo la pena de verdad, necesitas a alguien mejor que yo.

— ¿Por qué dices eso? Para mi vales mucho.

—Para ti solo valgo en dinero.

Ya no pienso eso.

—¡Claro que no, vales mucho más que solo dinero, crees que estaría justo ahora en esta situación con otra chica solo porque sí, claro que no, estoy aquí contigo porque quiero que te sientas bien, no haría esto por nadie!

— ¿Por qué soy tan especial para ti? —Se puso frente a mí. — yo no soy lo que deseas, soy muy poca...

No deje que terminara de hablar, ¿acaso no ve ella que he cesado de algo que quiero solo por ella? En esto momentos si Meroly estuviera aquí esto no habría pasado por qué no necesitaría hablar con ella de esto, lo estoy haciendo por ella y aun se considera muy poca mujer.

No entiendo a las mujeres y sus dilemas, se contradicen ellas mismas todo el tiempo.

— Si de tu boca sale la palabra que creo que estas pensado te arrepentirás Samira enserio lo digo de verdad.

—No lo dije para molestarte creí que...

—¡Cállate por una vez y deja de hablar eres, por mucho y más, una chica con suerte y muy hermosa y vaya que lo eres, talentosa, brillante, eres una buena mujer solo estas rota por dentro y eso te impide disfrutar y tienes miedo a que te toquen por qué crees que abusaran de ti y no todos los hombres son así, hay muchos que si desearían estar contigo en estos momentos!

—Pero estoy aquí contigo y es por un acuerdo, no es más que eso.

—¡Sabes qué.. —Me puse de pie. —Olvídate del acuerdo cuando salgamos de aquí añadiré algo al acuerdo que se que quizás te gustara!

— ¿Seguro?

—Tan seguro y que me llamo Sebástian Fantiny.

— ¿Tan seguro estas?

—Lo estoy, quiero —Tomé sus manos. —que confíes en mí, no te haré daño porque se por todo lo que has pasado y se que tu conciencia esta en un gran debate pero confía que yo no haré nada de lo que te arrepientas.

—Está bien, confió en ti. Ya me convenciste.

Ella es, por mucho, una joven hermosa que fue marcada por un hombre el cual debería estar tras las rejas, él la ha convertido en lo que es ahora, una chica con miedo, una mujer que solo vive en el recuerdo que ha provocado un mal momento yo tratare de borrar todo eso.

Acuerdos [Vol1]  [Trilogía Relaciones Tóxicas]Where stories live. Discover now